¿Meow?

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Desperté otra vez. Un día más.

Mi visión estaba un poco nublosa. ¿Habré dormido tanto?

Como sea, me levanté de la cama, fui al baño a asearme y tomé mi uniforme de la escuela porque claro, seguía siendo estudiante, como olvidarlo. Traté de vestirme correctamente aunque mi falda pálida no ayudaba mucho. ¡Detesto las faldas! Mi uniforme escolar era mi ropa menos preferida.

Ayer era fin de semana, hoy empezaba de cero de nuevo. Después de la escuela iría a visitar a Mary para continuar con mis labores. Mi consuelo del día.

Bajé al comedor y mis padres se encontraban presentes. Les hablé que llegaría tarde aunque no les molestó para nada. Querían que trabajará para que aprendiera a ganarme la vida.

Salí de casa y en pocos minutos llegué a la escuela. Sin embargo, estaba tan impaciente queriendo adelantar el tiempo y llegar a Garden Lodge.

Las horas pasaron y mis clases terminaron para salir triunfante hasta mi nuevo destino. Caminé calles en busca de la casa que finalmente apareció.

Toqué la puerta algunas veces. Apareció Peter con ropa nueva pero elegante, por lo menos para mí. Me saludó con una alegre sonrisa.

- ¡Hola! Buenas tardes. Adelante, te esperábamos. -dijo permitiéndome adentrarme a la casa.

- Gracias. Vine lo más rápido que pude. -respondí observando algunos cambios.

Hoy lucía con mayor orden la sala junto con los muebles. Casi no había polvo. El suelo de madera brillaba más que antes.

- Veo que han avanzado bastante.

- Sí, un poco. No vamos a hacer toda una mudanza, sólo limpiar. -admitió alegremente. -Se debe ser detallista, ese es el problema.

- Bueno, yo lo soy. -reí ligeramente.

- ¡Me alegro mucho! Sígueme -avanzamos a una habitación. -Acabas de salir de clases, ¿cierto? -preguntó interesado.

- Sí. -miré mi atuendo. -Era más fácil así. Para no perder tiempo en ir y venir. Espero no sea un problema, aunque creo que traeré otro cambio de ropa. Las faldas no son mi fuerte. -sonreí por lo absurdo que se oía.

- Oh, lamento escucharlo. -rió Peter. -Una pena.

- ¿Qué es una pena? -la voz de Mary se hizo presente. Salió de la habitación a la que nos dirigíamos.

- Nada grave. Sólo le decía a la pequeña heroína que era una pena el hecho de que no le gustaran las faldas.

- ¿Pequeña heroína? -repetí extrañada de su respuesta. -¿Así seré de ahora en adelante? -sonreí observando a Peter.

- Lo sé nada original. -se cubrió el rostro con ambas manos. -No soy bueno dando nombres. -admitió. -Bueno, podría decirse que salvaste nuestra instancia aquí. Contigo todo esto es menos doloroso. -señaló los alrededores.

- Descuida, me agrada. Te lo agradezco mucho. -lo animé. -Una pregunta, ¿tampoco te gustan las formalidades?

- No, casi no. Dime Peter o Phoebe, cualquiera es lindo. -guiñó un ojo. -Deja el "usted" de lado.

- ¿Misma regla para ambos? -era bueno estar segura.

Ambos asintieron en respuesta.

Mis tareas domésticas continuaron un largo tiempo hasta que finalmente anocheció. Mary consideró prudente que estuviera en mi casa lo antes posible. Tanto ella como Phoebe se ofrecieron a acompañarme. Preferí que no lo hicieran, no quería causarles molestia. Una cosa era clara: tenían buen corazón.

Salí de Garden Lodge con la noche sobre mi cabeza. Las nubes cubrían el cielo, no se veía nada. Caminé mucho tiempo con el frío en mi contra. Mi uniforme no era grueso y mi mochila estaba algo pesada. No lo había notado antes, tal vez por el deseo de llegar aquí.

Mis pisadas se volvieron graves. Atravesé calles desoladas y otras iluminadas. Mi falda y el frío eran un problema. Pronto llegaría a mi hogar.

Pase por una esquina donde se encontraba un grupo de jóvenes acompañados de bebidas alcohólicas. ¿Serían de mi edad?

No les tomé tanta importancia. Mi cabeza recordaba la viva imagen de Freddie paseando por el Garden Lodge de mis sueños, me pregunto qué estará haciendo ahora.

Continué con mi marcha hasta que un tipo, un poco más alto que yo, me bloqueó el paso. ¿En qué momento llegó en mi dirección? Estaba tan pensativa que no recuerdo haberlo visto cruzar.

- Hola dulzura. -su mano acarició mi mejilla. -¿Qué haces tan sola en estas calles? -su mirada me tenía intranquila. Me detuve en seco. Expedía un aroma entre alcohol y perfume barato.

- Nada. -traté de esquivarlo pero fue inútil. -Déjame pasar.

- No, sería peligroso. -tomó un mechón de mi cabello y lo entrelazó entre sus dedos. -Acompañame.

- No, tengo que irme. -iba a correr pero me tomó con fuerza de los hombros y me condujó a un callejón oscuro, casi arrastrándome.

Me llevó no lejos de donde estaba. Traté de rehusarse. ¡Era más alto que yo! Mi condición era débil a comparación suya. Me acorraló a la pared. Su respiración se sentía muy cercana​ a la mía. No sabía qué hacer. Me sentí tan indefensa que dejé caer mi mochila.

- ¡Por favor déjame ir! ¡Suéltame! -me movía de un lado a otro buscando escapar. Creo que tenía tez clara y cabello negro. No sé, no podía ver nada.

- No ahora dulzura.

Estaba a punto de gritar cuando él comenzó a alejarse mí. Se quejaba de algo.

- ¡Vete de aquí! -se sujetaba la pierna. Algo no lo soltaba.

No me quedé a averiguarlo. Salí disparada de ese callejón. Tomé mis cosas que hasta ese momento yacían en el suelo y corrí esquivando postes para evitar caerme.

Me quedaban algunas cuadras para estar en casa. Me acomodé mi cabello y respiré hondo. Debía estar tranquila. Un sonido me detuvo al instante.

Volteé a mi alrededor. Mi mirada se mantuvo fija en una pequeña silueta oculta en la oscuridad. Ronroneaba, señal de que era un gato. Me sentía mayormente segura porque estaba en una zona habitada, con más ruido aunque estaba tan nublado que casi no distinguía y lo mejor era que estaba lejos de esos tipos.

- Hola. -dije como si me entendiera. -¿Qué haces tan lejos de casa?

Intenté acercarme. Extendí mi mano para acariciarlo. Estaba en lo que podría decir era un espacio reducido comprendido entre dos edificaciones, un minúsculo lugar.  Asomó los bigotes dejando caer de sus dientes un pedazo de tela. Sujeté la tela manchada de un tono oscuro. Tenía impregnado un aroma conocido, alcohol y perfume. Me incorporé rápidamente observando ese lugar desde otra distancia.

- No puede ser. -lo miré curiosa. -¿Tú lo atacaste? Sí, como si fuera posible. -dudé un poco de mi respuesta.

El gato lo único que hizo fue maullar en repetidas ocasiones.

- No es posible. ¿Acaso eres ninja? -reí ante mis conclusiones absurdas. Aunque la palabra ”ninja" me recordó a...

El gato volvió a maullar... pero sólo una vez.

Salté estrepitosamente. Había olvidado mi incidente con aquel tipo para encontrarme con otro misterio.

«¿Será buena idea preguntar más y hablar con un gato?» pensé para mis adentros. «Una vez significa negación, dos veces es afirmación» esas fueron sus palabras antes de despertar.

- ¿Tú me salvaste? -esperaba equivocarme. Cerré los ojos esperanzada.

El gato maulló dos veces.

- ¿Freddie, eres tú? -confundida, pregunté en murmullos.

El gato volvió a maullar aunque se limitó a hacerlo una vez. Y no sólo eso, saltó a mis brazos desde el suelo ronroneando en mi cuello. Permanecí inmóvil como una estatua.

- No sé si darte las gracias o desmayarme de la impresión.

Bien, no era Freddie. Ahora la pregunta es ¡¿quién rayos me salvó?!

Living On My DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora