Capítulo 30

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Sus manos parecen inquietas e impacientes, sin embargo me quedo quieta, inmóvil ante la delicadeza de su tacto sobre mis mejillas. A pesar de haber sentido sus dedos sobre mi piel unas cuantas veces, mi cuerpo reacciona una y otra vez. Con Beck es como si siempre el reloj volviera al comienzo y todo fuese nuevo. Sus ojos siguen el recorrido que realizan las puntas de sus dedos. Corren por mi frente, bajan por detrás de mí oreja hasta mi cuello, lucho por no estremecerme ante las cosquillas. Y todo vuelve. De vez en cuando, su mirada brillante, fresca y desnuda, se posa sobre la mía, y cada vez que eso sucede él parece no poder evitar besar la punta de mi nariz y yo beso su mentón. Siento sus dedos jalar de mi camiseta, obligándome a acercarme aún más. Me siento entre sus piernas, rodeando su cintura. Apoyo mis brazos sobre sus hombros y mis manos viajan instantáneamente a su cabello. Sus rizos despeinados y suaves se enredan entre mis nudillos. Sus ojos se cierran y me detengo a observar sus pestañas. Un detalles tan tonto y minúsculo, pero en este momento, necesito absorber todo lo que abarca la esencia de Beck y embriagarme en ella. Su cabeza se mueve, demandando que siga tocando su cabello. Sonrío ante su gesto inocente, y como si él estuviese mirándome, sonrió también, presumiendo su par de hoyuelos. Mi teléfono suena y la pantalla se ilumina. No quiero levantarme sólo para responder, pero cuando leo 'Amber' no puedo evitar ponerme de pie. Beck me detiene, tomándome de la mano. Sus ojos brillan.

"Amber:

Tu papá está por subir a tu habitación. Tal vez te sea útil la información"

Mi estómago da un vuelco e inmediatamente suelto la mano de Beck. Sus cejas se fruncen y sus hombros se tensan.

"Mi papá está por subir" Su postura cambia. Espero que no se moleste.

No sé en qué estado está nuestra frágil y extraña relación, pero temo que se rompa. Es como caminar sobre vidrio, si el suelo se rompe, caigo y me lastimo. Beck asiente y toma el libro del suelo. Sonrío, aliviada. Me mira y allí se congela, como si me examinara, sin decir palabra alguna.

Escucho los pasos pesados de mi papá retumbar en el pasillo. Me siento en mi silla, sintiendo el frio de la corta distancia que nuevamente hay entre nosotros. Siempre odié a aquellas parejas que siempre están besándose, pegadas el uno con el otro como con pegamento, poniéndose apodos ridículos. Pero esto es distinto, sacando el hecho de que Beck no es mi novio. Necesito estar allí, junto a él, protegiéndolo de sus propios recuerdos. No sé por qué decidió abrir sus sentimientos conmigo, tal vez él siente por mí lo mismo que yo siento por él. No sé qué siento, para ser sincera, sólo sé que mi corazón se acelera, mi piel reacciona y sigo volviendo a él cuando me prometo darle la espalda.

"Zoe" Mi papá abre la puerta rápidamente, como si intentara sorprendernos. Lo miro y mis palmas comienzan a sudar en cuando noto que Beck no quita sus ojos de mí. Mi papá toca la puerta una vez adentro, recordando en ese momento de las cien charlas que hemos tenido sobre la falta de privacidad en mi casa. Pienso en lo que podría haber sucedido si no hubiera leído ese mensaje y mi corazón no late por un segundo. Respiro profundo.

"Papá" Respondo tajante, ordenándole con la mirada a que se fuera ahora que ya había comprobado que no estaba haciendo algo que no le gustara.

"Adiós" Se fue, poco sutilmente, una vez que me observó a mí a una distancia considerable del chico que arroja mis estándares contra la pared y los revoluciona por completo.

La puerta quedó entreabierta y no tardé en cerrarla en caso de espías molestos en mi casa. Los pasos de mi papá se alejaron rápida y ruidosamente.

"¿Puedo besarte?" Beck dijo como si nada detrás de mí. Comencé a reírme, sabiendo que mi rostro estaba rojo como un tomate "Vaya, te he puesto nerviosa, pecas" Mordí mi labio inferior y negué con mi cabeza, sabiendo que estaba en lo cierto, pero sin atreverme a admitirlo.

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