Capítulo 49

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No puedo dejar de menear inquietamente mi pierna, haciendo mover la cama. Mis palmas sudan ante la mirada de mi mamá sobre mí. Usualmente, tengo más confianza con mi papá, pero para este tipo de cosas, prefiero hablar con ella. No le fui con lujos de detalles sobre la historia, simplemente le dije que Beck y yo nos estamos conociendo. Me preguntó sobre él, y le dije que es un chico muy dulce, aunque a veces puede tener muy mal carácter. 

"Tu padre también puede tener el peor de los humores, y lo he amado por mas de veinticinco años. Incluso cuando le grita al televisor y no se cambia sus calcetines por tres días" Mamá me sonríe, aunque noto que no está del todo convencida. Se que ha estado hablando con Amber, aunque ninguna lo vaya a admitir. Y por supuesto, tiene ese superpoder que tienen las madres para saber todo sobre sus hijos. Algo sospechaba sobre mi extraña relación con Beck "Es bueno que quiera que conozcas a su mamá" 

"¿Tú lo crees?" Pregunto nerviosa y con voz pequeña. Mi mamá asiente y me ofrece una sonrisa. Sus ojos se encojen de la misma forma en que lo hacen los de Alessandro. 

"Si quiere que la conozcas, es porque está siendo contigo de la misma forma que es con ella" Sus palabras giran en mi mente, confundiéndome por unos segundos. Por supuesto, mi mamá capta mi mirada confundida "Todo hijo es genuino frente a su madre. Si él quiere que lo acompañes a su cumpleaños, es porque no hay algo en su personalidad que ocultarte. Cualquier rincón que creías difuso en él, podrás aclararlo mañana. Y por supuesto, todas las madres estamos para responder preguntas a nuestras posibles nueras ¿De qué crees que hablamos con Amber en la cocina cuando Dante mira televisión?" 

Ambas reímos y ella me toma de la mano, dándome un fuerte pero cálido apretón. Se pone de pie, dejando escapar una gran bocanada de aire. Abre la puerta de mi habitación y se va, no sin antes agradecerme por confiar en ella, y prometerme por quinta vez que no le dirá nada a los hombres de la casa. Puedo confiar en ella, es Papá el que tiene problemas para guardar secretos. Fue así cómo un domingo cuando tenía doce, mis tías me abrazaron, felicitándome por mi primer período. Mi familia tiene graves problemas, graves, te digo.

El sol ya había bajado por completo. Mi estómago estaba lleno de una deliciosa cena que papá había preparado. Me agradan los lunes por la noche, porque se que estará la familia completa. El resto de los días, alguno de los hombres están en el restaurante atendiendo. Una vez que me despedí de todos, interrumpiendo un bostezo compartido entre papá y Alessandro, me dirijo a las escaleras. En el pasillo me cruzo con algunas fotografías colgadas en la pared. Un Dante pequeño y sin dientes, sonríe con su camiseta de fútbol repleta de lodo. Ya lo extraño. Se fue el domingo junto con Amber. Ninguno nos dice exactamente cuándo será la boda, luego del accidente del papá de ella, todo se pospuso y simplemente así quedó. Por el momento, ambos decidieron mudarse a Los Angeles luego de la boda. La simple idea de tenerlos tan lejos, hace retorcer mi corazón. Mamá me dijo que no creen esperar hasta el verano próximo y que probablemente la boda no sea en Capri, como es la tradición familiar.Bufo ante la idea de tanto cambios que se aproximan. En menos de cinco minutos, estoy en mi cama. Pensando en Dante y su boda, en Beck y yo, en el cumpleaños de su mamá y nuevamente en Beck y yo. Siento que pasaron horas hasta que mis ojos comenzaron a sentirse pesados. O tal vez minutos, no lo se. El tiempo es irrelevante cuando se trata de soñar. Y la oscuridad de mis ojos cerrados, se transformó en un auto, que por algún motivo, estaba siendo conducido por Lily, mi antigua compañera de banco de tercer grado. 

Una canción suena en mi cabeza en cuanto despierto el martes por la mañana. Tarareo la melodía en mi cabeza una y otra vez, como el tic tac constante de un reloj. No logro sacarla de mí, como un tatuaje. Termino ignorándola hasta que deje de molestarme. Cumplo mi rutina como siempre. Tomo la taza caliente de té en mis manos, casi arrojando un poco en los dedos fríos de mi papá. El viento ruge afuera, como un león hambriento. Veo por la ventana una gran ola de tierra moviéndose de aquí para allá, inquieto y enfurecido, sin ningún tipo de ataduras. La barba de papá pincha mi mejilla izquierda en cuento escucho la bocina sonar fuera. A través del polvo volando frente a mis ojos, puedo ver a Ryan en el asiento trasero del auto negro. 

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