Salí rápido de clases para asegurarme de poder encontrar a Beck en su lugar habitual en el estacionamiento. Camino entre la gente apurada por salir del colegio en viernes. Me paro sobre las puntas de mi pies, intentando ver algo por sobre las cabezas de todos. A lo lejos veo el gran rectángulo de asfalto donde siempre se estaciona el auto negro de Beck. Bajo mi mirada en cuanto noto que está vacío. Tal vez se dio por vencido conmigo y se tomó en serio lo que le dije. Un nudo se forma en mi estómago y lucho contra ese pensamiento que me dice que hice lo incorrecto, que fui demasiado dura con él. Lo noto, noto la forma en que nuevamente evito los efectos negativos que él tiene sobre mí para nuevamente buscarlo, embriagarme en él y perderme en su eterno vaivén cíclico.
Es extraño sentir la ausencia de alguien de una manera tan desesperada. Es como respirar mal. No comprendo esta sensación que me ata y no me suelta. Tengo un incomprensible sentimiento de correr a él, remendar todo y prometerme que no volverá a suceder. No comprendo cómo es que, incluso sabiendo que el impacto siempre será catastrófico, la caída me resulta tan placentera. Intento convencerme que hago lo correcto al cancelarlo de mi vida, aunque sea por día, para que así aprenda a valorarme. Pero no puedo evitar pensar que si le digo que se vaya, una parte que no sabía que había en mí, se irá con él. Me tiene atrapada, embriagada y no puedo evitar preguntarme porqué.
Camino por entre los autos, dirigiéndome hasta Ryan y sus amigos. Meneo mi cabeza, indicándole que quiero irme a casa. El asiente su cabeza y le estrecha su mano a los del equipo. Los saludo mientras camino con Ryan detrás de mí.
"¿Pudiste hablar con él?" Me pregunta aún intentando alcanzar mis pasos. Niego con mi cabeza sin ganas de responderle con palabras. Me mira y reconozco su mirada. Él también nota que hay alguien mi mente que me está molestando. Algo que estaba antes pero no lo había notado "A ti te sucede algo más que no me estás contando. No te preocupa sólo el hecho que el es un idiota"
Lo miro a los ojos, incapaz de pronunciar algún sonido. Sin poder evitarlo, llevo mis manos a mi rostro para tapar las lágrimas cayendo de mis ojos. Siento cómo mis dedos se empapan. Me siento sofocada, encerrada entre cuatro paredes y cada vez hay menos aire ¿Qué me sucede? Siento que mi cuerpo se llena de calor. Hay una presión en mi pecho y un ardor en mi garganta. Intento focalizar mis pensamientos en una sola cosa pero me resulta imposible. Mi mente es una gran bola de hilos, todas las partes de mi vida se unen con la otra. Es como si me quedara quieta, incapaz de hacer algo, y veo cómo una parte se mancha y la tinta viaja por las cuerdas, ensuciando todo. Las manos de Ryan sobre las mías me alejan de mi mente. Pestañeo y me encuentro con un par de ojos azules, observándome preocupados.
"Te estás preocupando demasiado, Zo" Me dice secando mis mejillas con sus pulgares. Con sus manos en mis hombros, me lleva hasta él. Apoyo mi cabeza en su pecho y aquellas lágrimas incomprensibles, siguen cayendo "Tienes miedo. Está bien equivocarse, pero tu no lo has hecho nunca porque jamás de has arriesgado. Tienes dos opciones, quedarte en tu zona de confort o saltar y arriesgarte. Yo estaré abajo para agarrarte ¿Qué quieres hacer?"
No lo sé. Mi mente es una gran nube que no me deja ver con claridad. Sólo veo la punta de mis pies y si avanzo, no sé qué tan seguro es el camino. Sólo se que tan sólo la idea de alejarme de Beck, parece dañarme como una daga en el pecho. No lo comprendo, pero la realidad es extraña. Me aferro al abrazo de mi amigo, relajándome en la placentera sensación de sus brazos cubriendo mi pequeño ser. Es como si me sostuviera en la palma de su mano. Respiro y estoy lista para hacer un paso adelante en aquel camino incierto, sabiendo que él siempre estará cerca para ayudarme a vendar mis heridas. Si me lo hubiesen dicho tres meses atrás, no lo hubiese creído. Sin embargo aquí estoy, sollozando en los brazos de mi mejor amigo, con la brisa de un muy próximo otoño, cayendo en la cuenta que ya no puedo controlar más mis sentimientos por Beck. Un peso se va de mis hombros cuando me admito para mi misma que me gusta Beck Ryder, por más loco que suene. Es inevitable
"No tengas miedo en quererlo, Zo. Pero no juegues a las atrapadas en la oscuridad, porque saldrás perdiendo" Me susurra y besa mi frente.
Mis ojos arden y mi cabeza duele. Caminamos por la calle desierta que conduce hasta mi casa, en silencio absoluto. El sol no ha salido, lo que me incentiva a encerrarme en mi habitación y dormir. El reloj marca casi las cuatro cuando llego a mi cama. Las persianas están bajas hasta la mitad y no tardo en bajarlas hasta que no haya luz. Y sin tener tiempo de pensar en algo, caí en un profundo sueño. Escucho la voz de papá hablando por teléfono en el pasillo y abro mis ojos, enojada con el mundo. Estiro mis brazos con torpeza, arrojando al suelo una botella de agua. La luz de mi teléfono me obliga a bloquearlo con velocidad. Son casi las seis ¿En qué momento dormí dos horas? Parpadeo unas cuantas veces, acostumbrándome al ambiente. Escucho viento afuera, pero me da flojera levantar las persianas para ver cómo está el clima afuera. Mi cabeza ya no duele, pero aún tengo una extraña sensación. Tal vez se aplique la típica frase de mi papá "Las mujeres sienten incluso cuando no tienen que hacerlo. Sienten tanto que ni ellas reconocen qué sentimiento es". Puede que sea cierto. No sé qué significa aquella sensación de vacío, si es confusión, sueño, dolor o hambre.
Salgo de mi cama y una ola de frío me envuelve. Grave error el haberme dormido con la sudadera. Subo las persianas y la luz comienza a entrar a mi habitación, llenando cada rincón. Respiro y estiro mis brazos. Abro la ventana y una gran brisa de viento fresco golpea mi rostro, causando una sonrisa en mi rostro. Eso es lo que necesito, viento que haga volar mis ideas. Ato mi cabello y camino hasta la puerta. Bajo las escaleras rápidamente y antes de salir de la casa, le aviso a las apuradas a mi mamá que saldré a correr. El viento me golpea y corro en su misma dirección, siguiendo a las hojas rodando por el asfalto. El aire huele a agua y la idea de una tormenta aproximándose me encanta. Respiro, sintiéndome más liviana que antes. La música entra por mis oídos y retumba en mi pecho como una fuerte percusión. Inhalo y exhalo, giro hacia la izquierda y hacia la derecha. No me percato del tiempo sólo del viento en mi espalda, impulsándome a seguir corriendo.
Me distraigo del ritmo de la música y repito las palabras de Ryan en mi cabeza una y otra vez. Recuerdo el estado deplorable en el que había quedado luego de su ruptura con Emily y ahora es el mismo de siempre, el que creyó enamorarse nuevamente en Italia y le duró menos que un resfrío. Si caigo, se que estará para atraparme. No tengo que tener miedo a sentir algo por Beck. Al fin y al cabo, todos se confunden a la hora de querer. No seré la primera ni la última. Mi teléfono suena y lo quito de mi bolsillo. En cuanto veo el nombre de Beck en la pantalla, mis talones se clavan en el suelo.
Beck:
Te espero en la esquina de tu casa en una hora.
Los nervios crecen en mi al notar que nuestra 'cita' sigue en pie. No se con qué versión de él me encontraré. Su tono suena demandante, sin embargo no lo pienso dos veces. Necesito tenerlo frente a mis ojos, escuchar sus disculpas por lo que sucedió ayer, conversar, conocerlo más y asegurarme de que sentir algo por él no es un completo suicidio.

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REBEL
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