Capítulo 12

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N/A: Estas semanas estuve con muchos parciales en la universidad, pero la semana que viene voy a actualizar dos o tres veces. Disfruten y VOTEN!!

El resto de la semana se resumió en estar en casa con Ryan y Alessandro, yendo a correr por las mañanas y a la piscina en casa de Ryan por las tardes. Marco, como siempre, pasaba sus días fuera de casa, juntándose con sus amigos. Siempre está silencioso y sin hacer nada. Lo quiero, porque es mi hermano mayor, pero el tiempo lo cambió. Recuerdo que de pequeños, cuando yo tenía siete y el diez, éramos inseparables. Como compartíamos habitación, solíamos quedarnos hasta tarde charlando debajo de las mantas de mi cama, alumbrando nuestros rostros con linternas, hasta que llegaba papá y nos retaba. Para esos tiempos, Alessandro tenía doce y Dante catorce, ya eran casi adolescentes y demasiado grandes como para jugar con nosotros. El tiempo pasó, y mi mejor amigo pasó a ser solamente mi hermano.

Nunca me llevé mal con Alessandro, pero en estos últimos tiempos nos hemos hecho más amigos, y el y Ryan tienen una muy buena relación. Somos los únicos que quedamos en casa, ya que Marco estudia en Chicago, y allí ha vivido por los últimos tres años y mi hermano mayor, Dante, vive en Atlanta con su prometida. Sin embargo mi relación Dante siempre fue especial. Es una mezcla entre hermano mayor, padre y amigo. Cuando nací, mis otros hermanos estaban celosos de mí, y tardaron en aceptarme propiamente a la familia. Pero Dante siempre fue quien me defendía, me hacía reír y aceptaba jugar conmigo, aunque fuese a las muñecas. El y papá fueron los que me enseñaron a cómo patear una pelota y nunca me dijeron que el futbol fuese un deporte de hombres.

Faltaba sólo un día para que nuestro avión partiera para Italia, y nosotros estábamos en casa de Ryan. Ninguno había hecho las maletas ni estábamos seguros de que toda nuestra ropa estuviese limpia, pero ni ellos ni yo queríamos pensar en eso.

Con mis brazos apoyados a los costados de la piscina, miraba a Ryan y Alessandro jugar al volleyball con una pelota de goma. Los golpes de mi hermano eran mucho más fuertes, y siempre terminaban golpeando de mi amigo. Sus risas fuertes rebotaban contra las paredes del patio. Mis piernas se movían debajo del agua, su forma se cambiaba por el líquido traslúcido que me cubría. Mi piel estaba tomando un color dorado, haciendo resaltar el amarillo de mi traje de baño. El agua comenzaba a tomar más temperatura debido al sol, que ahora me forzaba a fruncir mis ojos.

"¡No es justo!" Gritó mi hermano enojado. Abrí mis ojos y lo vi con el ceño fruncido. Su mano arrastró una gran cantidad de agua que terminó en el rostro de Ryan. Alessandro es igual de competitivo que mi padre, peor incluso. No hay noche de viernes en que no llegue embarrado hasta las rodillas, refunfuñando porque un idiota no pasaba la pelota y por eso perdieron. Ryan es lo completamente opuesto. Sí, claro que no le gusta perder, pero no se deja llevar por la furia del momento.

"Lo siento" Respondió mi amigo, reprimiendo una de sus fuertes carcajadas. Sus pestañas estaban mojadas y las hacía lucir más largas y oscuras. El agua había despeinado su cabello, y se podían notar algunos mechones marrones en la base. Sus ojos estaban más celestes de lo común, y contrastaban con sus mejillas coloradas por el sol. No lo pudo evitar más, y estalló en risas ante el enojo de mi hermano por haber perdido. Sus dientes estaban cubiertos por ortodoncia, pequeñas banditas de goma color azul decoraba su sonrisa. El odia usar frenos, y aunque yo le diga que me encanta, el no ve la hora de que se los quiten.

"Una vez más" Insistió Alessandro ¿No puede perder nunca? Efectivamente no. Con una mano sobre mis ojos logro cubrirme del sol, y veo cómo mi hermano eleva su brazo y golpea la pelota con fuerza, que viaja con velocidad y golpea el brazo de Ryan "¡SIIIIIIIIIIII!" Grita, y comienza a aplaudirse a sí mismo, dando grandes pasos dentro de la piscina.

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