Luego de esperar por diez minutos a que Ryan saliera del colegio, recordé que los jueves tiene entrenamiento. Levanté mi mochila del suelo, y comencé a caminar. El estacionamiento estaba casi vacío, a excepción de los que aún estaba en el instituto haciendo actividades extracurriculares. Extraño jugar, pero este año ya no hay chicas que quiera estar en el equipo, todas las buenas egresaron la primavera pasada. Se que eso no debería detenerme, pero es aburrido jugar con chicas que están en el equipo porque nadie realmente bueno se presenta se inscribe en las planillas pegadas por todo el edificio.
Una suave brisa mueve la punta de mi cabello. Debería haber traído un poco de abrigo. El otoño está por llegar, no falta mucho, pero tan sólo la idea de un poco de frío, no me gusta. Me agrada el verano, el calor, las vacaciones. Mi cuerpo no está hecho para tolerar temperaturas bajas. Debería irme, viajar y perseguir el verano. Dicen que Australia es lindo, pero qué puedo saber yo. Camino por las calles desiertas, y como tantas otras veces, noto el aburrimiento que envuelve a Mount Vernon. Paso frente a la casa de los Zimmerman y leo un enorme cartel de "Se vende" enterrado en el césped de su jardín. Afortunados. Todos dejan el pueblo, tal vez se cansan de la rutina cíclica en la que se cae. Yo me crié aquí y puedo afirmar que mi personalidad y la cantidad de habitantes, no ayudaron a que mi vida social fuese muy grande. Pero tengo a Ryan, y así estoy bien.
Doblo la esquina, casi sin pensarlo, es como si mis piernas tuviesen memoria propia. La calle se abre, ancha y aún vacía. Los arboles comienzan a perder hojas y los jardines comienzan a tomar un color marrón. No se si la llegada del otoño me llena de melancolía o si aún tengo un trago amargo por mi discusión con Beck. Realmente desearía que fuese todo más sencillo, que él fuese un chico sensible y gracioso, como lo es el 33% de las veces. Creo que mis hermanos y Ryan nublaron mis estándares en un chico. Tal vez, las relaciones siempre sean así de complejas. Un auto arrancando detrás de mí me arranca de mis pensamientos, y no tardo en subir a la vereda. Estar tan despistada en medio de la calle me costará la vida.
"Zoe" Escucho una voz a mi derecha y me sobresalto. El auto de Beck conduce lentamente a mi misma velocidad. Su ventanilla está baja y puedo verlo estirando su cuello al máximo para que pudiera verlo ¿Qué hace aquí?¿Me gritará hasta que le de la razón? Acelero mi paso, con la esperanza que note que no estoy para discutir con el, pero su auto arranca "¿Sabes que mi coche va mas rápido que tus pies? Sube al auto"
"No" Respondo sin mirarlo a los ojos. Mantengo mi paso rápido y constante, casi enredando mis pies y tropezando. Espero terminar rápido las cuatro cuadras restantes y no ver su rostro. No es justo que le grite todo lo que tengo dentro y él me siga como si nada, pretendiendo que le duna oportunidad, cuando todas las veces en las que él vomitaba todo tipo de cosas humillantes y luego me volvía a hablar cuando a él le apetecía.
"Por favor, me quiero disculpar" Clavo mis talones al suelo, y sin creerlo, lo miro fijamente. Su auto frena, y como un perro al que lo retan, su mirada baja en humillación. Me quedé pensando, considerando pedirle que me repitiera lo que acababa de decir, pero terminará arrepintiéndose de haberlo dicho. Camino hasta su coche y abro la puerta sin pensarlo dos veces. Creo que seré yo la que terminará arrepintiéndose.
"En cuanto lleguemos a mi casa, me bajaré, así que hazlo rápido" Exijo, intentando mantener mi postura. Ya estoy harta de que Beck me mire como alguien débil. Noto la manera en la que él sabe el poder que tiene sobre mí. El océano golpeando una y otra vez la roca inmóvil, desgastándola lentamente.
Apoyo mi espalda sobre el asiento y es casi inmediata la manera en la que su aroma me envuelve, como su su perfume flotara misteriosamente en el aire. Respira profundo y acomoda el espejo en el techo del auto. Lo corre hacia la izquierda y luego lo vuelve al mismo lugar en el que estaba antes. Tamborilea sus dedos sobre el volante y mientras, me quedo quieta, esperando pacientemente. Recuero el comentario que Jay hizo cuando estuvimos en su departamento sobre el TOC en Beck, y me pregunto qué tan extremo será ¿Se nace con eso? Lo escucho aclarar su garganta y dejo de mirarlo. Sólo necesito un perdón realmente sincero de su parte y me conformaré, no puedo exigir mucho arrepentimiento de su parte.

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REBEL
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