Capítulo 20

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"En serio" Me dice con voz fuerte, asegurándome por quinta vez de que no tenía en buscarme. Luce tranquilo, y es extraño. Pero la realidad es que mi preocupación número uno no es él, sino el hecho de que no sé cómo diablos les diré a mis padres que no dormiré en casa. Parezco la típica chica adolescente de las películas de Hollywood que le miente a sus papas, en situaciones como esta debería tener una amiga, una tal Jenny o Tiff, para decirle a mis papás que me quedaré en casa de ella.

"¿Necesitas comprar algo? No volveré a salir" Dice con voz serena. Delante nuestro veo una tienda. Niego con mi cabeza y él me ve de reojo. No tengo nada, ni ropa ni cepillo de dientes, pero ya me siento un estorbo. No debería ser así, debería ser una bola fuego, enojada con Beck por traerme hasta aquí sin mi consentimiento, pero me rendí, no puedo seguir enojándome con él. Sé que si todo lo que hace me afecta, cuando realmente haga algo malo, me dañará como nunca. Esto es la calma antes de la tormenta. Estaré un año entero con el compartiendo clases, no será sencillo ignorarlo, hay que admitirlo, no es que me muero de ganas por estar con él. Sin embargo, aquí estoy, me es imposible evitar a Beck Ryder.

Beck continúa conduciendo y mientras me atrevo a poner mi música en su estéreo. Espero ver algún tipo de reacción en él, pero se mantiene inmóvil, como si mi acción no le molestara ni sorprendiera en absoluto. La ciudad es hermosa, y me gusta cada vez más a medida que la vamos recorriendo, es tan diferente de Mount Vernon. A veces siento que mi ciudad natal me queda pequeña, no a mi físicamente, sino a mis sueños e ideas. No pasa mucho tiempo cuando el auto aparca frente a un edificio de rejas verdes. No sé dónde diablos iremos, pero no tengo más alternativa que seguir a aquel chico de cabello ondulado en el que confío tanto como en un bebé con cuchillo. Beck hunde su mano en su bolsillo y puedo escuchar el ruido metálico de las llaves moviéndose dentro. No tarda en abrir la puerta y entro detrás de él. Hay un largo pasillo y a lo lejos puedo ver el ascensor. No llevo la delantera, más bien me siento pequeña, como un perro siguiendo a su dueño. Es como si meditara cada uno de mis pasos. Esperamos en silencio hasta que escucho un pequeño ding y una puerta se abre en frente mío. Dentro está frío y el espacio es muy pequeño, o tal vez yo lo siento así estando encerrada en cuatro paredes, para frente a Beck. Mi cabeza no alcanza sus hombros y esa diferencia casi me hace reír. Las puntas de nuestros pies se tocan e intento hacer un paso atrás pero mi espalda toca por completo el espejo detrás de mí.

"Tranquila pecas, no planeo hacer nada malo" Me asegura con una engreída sonrisa plasmada en su rostro. Su hoyuelo derecho aparece repentinamente, por poco olvidaba aquel detalle tan dulce en su sonrisa. Sus ojos se entrecierran levemente pero aún así puedo ver el potente y profundo verde de sus ojos "No contigo ni en un elevador. Sería muy sucio para ti" Una carcajada escapa de su boca y no intenta evitarla. Paso por alto su estúpido comentario y no logro obviar su contagiosa risa. Siento mi nervios desatarse y convertirse en una risa sincronizada con la de Beck. Nuestras risas retumban con las paredes del pequeño cubículo.

Por fín llegamos. Siento que estuvimos dentro diez minutos y al mismo tiempo, no recuerdo siquiera haber entrado allí. Beck extiende su mano hacia un costado para cederme el paso y le agradezco con voz pequeña. Me quedo quieta esperándolo para poder seguir sus pasos. Sus botas hacen eco en el pasillo mientras camina hasta una puerta con una letra D colgada. Escucho el metal entrando y saliendo de la cerradura y puedo ver una ranura de luz aparecer detrás de la madera.

"Abre la maldita puerta, idiota" Beck grita metiendo su boca en el pequeño espacio entre la puerta y la pared. Puedo ver rápidamente una cadena del lado de adentro impidiendo nuestro paso. No sé a quién esperar del otro lado.

"De acuerdo, de acuerdo" Escucho una voz un tanto más aguda que la de Beck pero igual de rasposa que la de él. Escucho la cadena moverse del otro lado y la puerta se abre de par en par, revelando la silueta de un chico delgado y cabello despeinado. Beck ingresa al departamento prácticamente volteando el muchacho. Quedo congelada a un metro de la entrada, insegura de cuáles podrían ser mis movimientos "Hola, amor ¿Se quedaron sin baterías tus pies?" Me dice con una sonrisa en su rostro. Agita su mano y se hace a un costado, invitándome a pasar.

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