Capítulo 46

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Siento la respiración de Beck en mi mejilla. Una suave y tibia brisa, como la que hace bailar a las cortinas en las tardes de verano. Su pulgar se mueve por mi brazo, dibujando un recorrido al que pronto le pierdo el rastro. No sé si sabe que estoy despierta, la realidad es que no me ha hablado desde que entramos a su casa. Simplemente llegamos, me entregó ropa para que durmiera cómoda y ambos nos metimos en la cama, en silencio. Me agrada así, que comprenda mi necesidad de tranquilidad. Su cercanía es lo único que me tranquiliza y me aleja del borde de las lágrimas nuevamente. 

"No tienes que quedarte" Me susurra. Su voz grave me causa escalofríos, haciéndome estremecer "Sé que Ryan es más importante para ti que yo. No lo digo de una mala manera, es la realidad. Es tu mejor amigo hace tiempo. No quiero arruinar las cosas entre ustedes"

"Es mi mejor amigo, en cambio nosotros..." Por primera vez desearía poder tener un título para ambos. Me quedo en silencio, pensando. 

"Estamos en las nubes" Me dice, riendo por lo bajo ante aquella cursi metáfora que ambos inventamos para evitar las etiquetas. 

"Ryan comprenderá todo, no tienes de qué preocuparte" Beck inhala una gran bocanada de aire y no dice más nada. 

Una luz aparece en el suelo del comedor, comenzando a iluminar la habitación. Me volteo y observo la espalda de Beck, quien me soltó en cuanto cayó en un profundo sueño. Ya es de mañana y no he podido dormir en toda la noche. Me siento al borde de la cama, mis piernas bailando en el aire, casi rozando el comienzo del suelo. Siento mis ojos pesar del cansancio y la falta de sueño. Mi cabeza duele por todo lo que lloré y mis pensamientos taladrando mi mente. Tomo mi teléfono y lo enciendo. Beck lo apagó anoche para impedirme de llamar a Ryan. Con un poco de esperanza en mí, busco algún mensaje de él. Vacío. Me levanto de la cama y me visto rápidamente, asegurándome de no despertar a Beck y que me encuentre semidesnuda en su habitación. Camino hasta la cocina y observo la luz tenue entrando por la ventana. El sol comienza a salir, naranja, brillante y esplendoroso. Un nuevo día. Nuevos minutos para nuevas decisiones. Giro la llave de la puerta y camino por el largo pasillo. Espero que Beck continúe durmiendo para cuando regrese. Un aire fresco golpea mi rostro y me estremezco, hundiendo mis brazos dentro de las mangas de la sudadera de Beck. Respiro profundo, embriagándome con el olor a rocío de la mañana. Camino por las calles vacías, de a poco, a la distancia, el sol sube cada vez más, encandilando mis ojos. Espero poder conversar hoy con Ryan. No estoy dispuesta a perder a mi amigo, no por una estupidez así. Admito todo tipo de culpa, pero sólo espero que él pueda reconocerla, sino todo será en vano. No puedo concebir mi vida sin él. Miro hacia atrás, y allí está. Tan sólo debo mirar por encima de mi hombro. Al mismo tiempo, no puedo imaginar a Beck alejándose definitivamente de mi vida. Ryan debería apoyarme en esto. Beck no es como Riley e Ethan. Si tan sólo pudiera ver lo que hay en él, todo sería más sencillo de comprender. 

"Buenos días" Un chico en bicicleta me saluda al pasar junto a mí. Tardo unos segundos en notar que es el chico del diario. Ya no tiene tanto trabajo como antes, la gente opta por leerlo digitalmente. Papá es uno de sus fieles compradores. 

"Hola, Patrick" Le sonrío, cruzándome de brazos por el frío que parece no irse de mi cuerpo. Debería moverme hacia el sol. Patrick hace sonar su campanilla y eleva su brazo en la distancia. 

El sol golpea mi rostro, pero aún así no siento el calor en mí. Bostezo sin ningún tipo de escrúpulos. Creo que el sueño comienza a invadirme. Giro sobre mis talones y repito mis pasos. A lo lejos escucho la campanilla de Patrick sonar. Por un momento creí haberme perdido, pero me alivio al ver la casa de Beck. Camino nuevamente por el pasillo, que ya comienza a hacerse familiar en mí, y giro la perilla. En cuanto entro, me encuentro con la figura de Beck en medio de la sala. Su cabello está despeinado y sus ojos lucen cansados. Intento no observar su torso desnudo, pero una vez más, sus tatuajes me resultan totalmente intrigantes. Le ofrezco una débil sonrisa para saludarlo en la mañana, pero no alcanzo a elevar la comisura de mi labio cuando camina hasta mi, ofreciéndome una mirada extraña. 

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