"Entonces..." Balbuceó nervioso, su mano derecha frotaba su nuca. Su mirada no estaba sobre la mía, y la mía tampoco sobre la de él. Su larga figura creaba una gran sombra que me cubría del sol potente. Me sentía incomoda en aquella situación, como de costumbre ¿Algo en mí le decía a aquel sujeto que quería estar allí con él? Al parecer, porque allí estaba, parado frente a mí, con una sonrisa de lado, intentando lucir nervioso. Sus ojos azules intenso brillaban bajo la luz y sus pestañas mojadas hacían resaltar el color de su mirada "¿Cuál es tu nombre?" ¿Debería decirle mi nombre real o fingir una identidad?
"Alice" Murmuré, recordando velozmente la historia de Lewis Carrol, repleta de locura y maravillas. El chico alto australiano se movió ligeramente, logrando que el sol golpeara contra mis retinas. Llevé mi mano sobre mis ojos y elevé mi mirada hasta él. Ya no lucía nervioso, sino que ahora su actitud era más bien confiada.
"¿Alice? Lindo nombre para una linda chica" Mordí mi labio inferior intentando suprimir una risa. Sus dedos despeinaron su cabello castaño, arrojándome algunas gotas sobre mis piernas que continuaban tomando color bajo el sol "Cuéntame algo sobre ti, Alice ¿Tu apellido?"
"Ryder" ¿En serio, Zoe? ¿Justo ese apellido?
"Tienes el apellido de una estrella de rock" ¿Estrella de rock? Es el apellido de un idiota sin modales "Y dime Alice Ryder ¿Tienes algún pasatiempo?"
"Oh vaya, que interesante" Dijo una voz detrás del muñeco Ken. Un par de manos agarraron firmemente los hombros del chico australiano. Los nudillos de Alessandro se tornaron blancos a medida que apretaba los músculos de aquel extraño. Podía ver los ojos de mi hermano, luciendo una mirada celosa y sarcástica "¿Qué tal si discutimos nuestros pasatiempos mañana a las cinco mientras tomamos té?"
"S-sí, claro, me parece una perfecta idea" Respondió el muchacho de cabello castaño, tragando saliva entre medio de sus palabras cortadas.
"¿Cuál es tu nombre, joven?" Intenté no reírme de las palabras de mi hermano. Cubrí mi boca con mis manos, llenando mi rostro de la fina arena de la playa de Capri. Había un espectáculo frente a mis ojos. El sujeto que cinco minutos atrás estaba coqueteando conmigo, ahora no podía hablar, y se sentía intimidado por un chico diez centímetros más alto, que se frustra cuando pierde en volleyball contra mi mejor amigo.
"Jesse, señor" Reí bajo mi palma para que Jesse no se sintiera peor. Por encima de su hombro bronceado pude ver los ojos alegres de mi hermano, y supe que el también luchaba para no estallar en carcajadas. Jesse no tenía ni idea que estaba siendo amenazado por mi hermano de veinticuatro años.
"Un gusto Jesse. Vete ahora que conservas tus dos piernas" En cuanto los dedos de Alessandro abandonaron sus hombros, Jesse salió corriendo, perdiendo una sandalia en el trayecto.
Mi risa se unió con la de mi hermano. Se sentó, junto a mí, intentando obtener un poco de aire pero fallando y estallando en risas nuevamente.
"Baja tus rodillas" Me dijo, intentado recostar su cabeza sobre mis piernas.
"No, estás sudando, Lecca" Dije moviendo mis piernas a un costado, haciendo que su cabeza cayera sobre el arena.
En mi familia todos tenemos apodos, entre mis primos y hermanos. Es por eso que hay veces nos miran extraño cuando nos gritamos nombres raros. Mi papá le dijo Lecca Lecca a Alessandro desde pequeño, que significa paleta. Cuando él era un niño, era muy pequeño y flaco, pero su cabeza era enorme, como una paleta de dulces. Papá siempre cuenta que cuando lo dejaban sentado, su cabeza le hacía peso y terminaba cayéndose. Hasta el día de hoy mis primos le regalan gorros de bebé que no le entran. A mí me llaman Piccola, pequeña, por obvias razones. El apodo de Dante es gracioso, aunque a él no le gusta. El es el que tiene mala vista en la familia. Cada vez que tiene que usar lentes, sus ojos aumentan en tamaño de una manera impresionante, es por eso que sólo usa lentes de contacto. Cuando se los quita, sus ojos se achican y a mi papá y Alessandro no se les escapa ninguna, y no tardan en gritarle Mr.Magoo. Marco con el tiempo perdió su apodo, de vez en cuando mis hermanos y yo lo llamamos así, pero él ya no responde a él como antes. Antes de que yo naciera, él era el más pequeño, y no esperaban otro hijo en camino luego. Alentador. Alessandro estallaba en celos, y en vez de llamarlo por su nombre le decía Pampers. El apodo quedó, y fue mutando. A veces Pam, otras Pers, hasta que no lo usamos más.

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REBEL
Fiksi Remaja#12 en Novela Juvenil (16/06/18) #78 en Novela Juvenil (26/10/17) #131 en Novela Juvenil (19/10/17) #261 en Novela Juvenil (3/10/17) #305 en Novela Juvenil (09/09/17) #431 en Novela Juvenil (04/09/17) #692 en Novela Juvenil (03/09/17) #888 en Novel...