⛓Great Escape⛓ [Félix×Deuz]

S I E T E

El cantarín y armonioso sonido de los pichones en la mañana hizo despertar al susceptible Deuz.

No estaba seguro de qué hora era, pero de seguro era muy temprano, pues el cielo reflejado por las sábanas aún se veía que estaba aclarándose.

Respiró hondo, y miró al chico a su lado, Félix dormía con unas leves ojeras y la boca entreabierta, se le formó un pequeño charquito de saliva dentro de esta y tenía los labios brillosos. Deuz no pudo evitar sonreír por esa tonta y linda escena que el alfa que apenas había conocido hacía un par de días le demostraba.

Se acomodó en sus brazos e intentó volver a dormir. Pero no pudo.

Volvió a sentir una punzada de ardor en el cuerpo y su omega interno comenzó, sin razonar, a pedirle que le agradeciera al alfa que lo estaba cuidando.

Deuz se sonrojó por ese pedido, estaba que empujaba a Félix fuera del nido pero se resistió a ello pensando en que no había una razón exacta para hacerlo.

Observó al alfa, analizándolo. La franelilla que cargaba era pegada a su cuerpo, dejaba marcar sus músculos de buena genética. Bajó la mirada más hasta notar que tenía una erección matutina.

Quedó cual tomate y le dió la espalda al alfa, ocultándose levemente con vergüenza. Las únicas veces que había visto eso fue en Oxy, cuando él junto a Onnie lo despertaban brincando en su cama, sobre él, o con almohadazos.

Ya estaba preparado para golpearle, pero cuando giró con impulso, fue incapaz. Él dormía tan a gusto, con una leve sonrisa, se veía cansado, posiblemente no había dormido en dos noches por cuidarlo. Se sentía terrible, quería recompensarlo de algún modo...

-o-O-o-

En esos momentos, se sentía tan lascivo que por un segundo lo de  "los omegas son putos" tuvo dejes de razón en su cerebro, aunque ese pensamiento fue solo un flash mental.

Manoseaba con algo de miedo el miembro despierto del alfa sobre su ropa interior. Él nunca había hecho eso; sí, era un omega completamente virgen. Todo le daba vergüenza. Pero en ese momento, no sentía ese pudor típico en los vírgenes.

Observó el rostro levemente fruncido del alfa; con curiosidad y sonrojado, sacó la virilidad de su cárcel de tela y tras toquetearla un poco y darle un par de soplidos, se decidió a lamerla con miedo. Poco a poco iba soltándose, y perdía la timidez de sus movimientos bucales.

Le lamió más, succionó y finalmente lo metió a su boca hasta donde más le llegaba, maldita genética de los sangre pura, le llenaba por completo.

Con inexperiencia se movió, con sus párpados fuertemente cerrados, escuchó un jadeo de entre placer y sorpresa, miró hacia arriba, Félix había despertado, estaba completamente sonrojado y jadeando.

—Deuz... No, no tienes que hacerlo... Yo...

El omega sacó el miembro de su boca y lo masturbó un poco mientras se relamía la saliva que se le caía.

—No hay problema... Yo, eh... —comenzó con confianza pero toda esa se fue casi al caño. Dejó de hablar, mirando fijamente los brillantes ojos ámbares. Y volvió a hacer el trabajo con su cavidad.

Sintió a Félix moverse levemente en su estrecha boca, oyó sus jadeos, sintió la mano del alfa acariciar su cabello. Pero nunca lo obligó a ir rápido o algo similar.

Se fue soltando más, en lo que jugueteaba con el miembro, sintió a Félix enderezarse y acariciar su desnuda espalda, bajando la mano a sus glúteos y acariciándolos suavemente, como si pidiera algún permiso.