T R E I N T A Y C I N C O

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Habían pasado doce días ya. Eran las diez de la noche.

Y Félix aún no volvía a casa desde la noche anterior.

Se sentía como la peor persona existente. Como esos padres de caricaturas que dicen ir a comprar cigarros a la esquina y nunca más vuelven.

Claro, ese no era su caso, él no fumaba. Ni tampoco había escapado de sus preciados hijos y hermoso esposo.

En realidad, solo estaba en un bar-restaurant, en una cena grupal invitada (ordenada) por la directora de su departamento pediátrico en la clínica.

Sin avisarle en nada a Deuz de dicho paradero.

Sí, ya tenía reservado su espacio en el cementerio metropolitano.

—¿Por qué esa cara, Félix? Te vez como un sapo. —declaró Towntrap, mientras tomaba un poco de zumo.

—¿Sapo...?

—Feo. —completó de nuevo el león, risueño.

El alfa tenía la cabeza pegada a la mesa, como si de un peso muerto se tratase mientras observaba despectivo el poco aguante al alcohol de su compañero pediatra.

No es que él estuviera borracho, claro que no, aún estaba completamente consiente.

Es solo que, la mezcla de fatiga, insomnio y estrés sazonado con tragos de ron (o cerveza, ni estaba seguro) no eran muy a gustos para su paladar ya casi extinto.

Ah sí, de paso, días antes cayó una lluvia de mil demonios, y aunque llegó temprano a casa y su omega a regañadientes cuidó de su empapado ser, igualmente terminó por resfriarse.

—Odio esto... —gruñó, pegando su frente a la mesa de madera, sintiendo su cabeza con punzadas y tentado a cerrar los ojos y jamás abrirlos.

Pero no podía quedarse allí, oh no. La mayoría de sus compañeros estaban borrachos a excepción de Joy, Loon y, esperaba, el buen samaritano de Towntrap.

El pequeño japonés se mantenía arrinconado en la esquina de la mesa, con su tutora comiendo un pequeño postre dulce y Félix al otro lado. Miró con sus ojos bicolores al pelirosa y tanteó su hombro, asustado de que tal vez estuviera muerto.

El quejido cansino del alfa en respuesta le alivió demasiado al chico, entonces Loon miró mejor la ridícula escena que todos los borrachos profesionales mostraban.

Qué pena formar parte de esto... —murmuró en su idioma, y se dirigió a la rubia—Señorita Joy, creo que ya debemos retirarnos...

La beta observó a su alumno, que cargaba el cabello recogido por dos pinzas de pelo que ella le había puesto.

—Ah. Creo que tienes razón, Loon, deberé llamar a las parejas de estos chicos, haha... —giró hacía sus dos amigos—Oh, por favor, Félix. Dime que sigues aquí...

El alfa levantó la mano temblorosa con un pulgar arriba, y después de eso la dejó caer sobre la mesa, se pegó en la muñeca tras ello, pero solo un quejido seco se escuchó a los segundos.

—Hehe, eso fue muy gracioso... —el melenudo alfa sonrió, tan angelical como siempre.

Joy suspiró, y mandó al japonés a buscar algún zumo o manzana para despertar mejor al pelirosa. Mientras ella se aseguraba de que Towntrap aún contestaba decentemente.

Al rato. Los cuatro estaban frescos como una lechuga refrigerada por tres días. Y se tardaron casi una hora más en llamar a todos los responsables de sus borrachos colegas.

⛓Great Escape⛓ [Félix×Deuz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora