T R E I N T A Y T R E S

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—Quiero volver a ser un niño en la gran casa de mis padres... No, de mis tíos, allá en Nueva Orleans, para que me hagan tortas y canten todo el día como en musical de Broadway...

Félix estaba tirado boca abajo en la cama. Eran las once de la noche. Deuz, a su lado, estaba leyendo Vol de nuit de Antoine de Saint-Exupéry.

—Sabes que yo podría hacer eso también... —refutó.

El alfa alzó la mirada de la almohada hacia su omega, que seguía atento al libro.

—Nah... Ahora que lo pienso... Me gustaría estar viviendo en una casita en medio de un campo de maizal. Llegar todas las tardes en el autobús comunal... Y ser recibido por mi bello omega en delantal que carga felizmente a mi hijo pequeño... —se elevó un poco para poder acurrucarse en el abdomen de Deuz, intentando interponerse entre los ojos zafiros y el párrafo que observaban atentos—Mi hijo mayor saludando y llevándose al pequeño, para que papá y mamá pasen su tiempo a solas tan necesario... 

—Qué mente la de mi marido... —comentó en respuesta al pequeño sueño anticuado y americano del pelirosado que sonrió en respuesta y le dió un beso casto a los labios, seguido de varios más.

Cuando Félix aparentaba querer profundizar sus besos y veía que Deuz le permitía... Recibió un  mensaje.

Con un suspiro buscó el celular en su bolsillo trasero, mientras que aún estaba sobre el omega, atrayéndolo con el otro brazo.

El omega lo observó leer el mensaje y se concentró en sus rasgos. Su Félix con la camisa blanca del trabajo desabotonada en los dos primeros botones, su corbata café a medio desanudar y mostrando su niveo cuello... Como si esa parte de piel deseara que él la mordiera y saboreara todo el día.

El moreno se estaba tentando mucho con esa vista. Mientras su esposo se concentraba aun en leer y responder con una sola mano. El omega aprovechó para acercar su rostro y repartir suaves besos en su cuello, hasta lograr dos o tres chupetones que con el tiempo había aprendido a hacer perfectos, en forma de sus labios, como corazones.

Sintió al alfa soltarlo y cayó sobre el colchón, algo incrédulo. Félix nunca lo soltaba cuando tenía esas intenciones sin importar que se le interpusiera. 

—¿Félix?  

—Espera, cielo... —se levantó de la cama y caminó rumbo al baño mientras parecía hacer una llamada, el ojizarco escuchó más o menos la llamada en altavoz mientras su marido se bañaba, parecían estar reclamándose o proponiendo ideas.

Para cuando salió del baño, cambiado a su pijama. Deuz estaba ya con la cobija sobre él. Se sentía rechazado, en cierta forma.

El alfa se acostó a su lado tras un fuerte resoplido y se arropó, acercándose a abrazarlo posesivamente.  

—Lamento haberte dejado así... La clínica está fuerte últimamente...  

—Ya me dí cuenta. —respondió secamente. Estaba seguro que Félix ya había olido su descontento. 

—... Hey... No te pongas así... Estoy algo cansado para tratar algún berrinche tuyo, apenas puedo con el de los niños. —aclaró con el ceño algo fruncido, a Deuz eso también le sorprendió. Félix no era de acostumbrar a regañarle así. Siempre le permitía sus pequeñas pataletas porque luego podía calmarlo.

⛓Great Escape⛓ [Félix×Deuz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora