C U A R E N T A Y T R E S

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Harry no sabe cómo avanzó tan rápido el tiempo, cuando se dió cuenta ya estaban en las fiestas de diciembre.

Las navidades fueron la cosa más rara para el pobre rubio; tener a Golden y Fred, los superiores de su madre, como posibles nuevos miembros de la familia era extraño.

Y sin duda las peleas que su madre y Fred tenían eran preocupantes, parecían ser como dos demonios que se sujetaban del cuello en son de pelear y matarse, Y así saber quién tenía el mayor rango entre ambos. Aunque al final no lo hacían y fingían que no pasaba nada.

Pero por el otro lado, Harry había aprendido que el tiempo donde el muérdago aparecía era horrible en su experiencia a comparación de lo felices que sus padres y suegros se veían por esa plantita; teniendo en cuenta de que Leo era un besador asquerosamente maravilloso. La mayoría del tiempo en que el muérdago hacía presencia, él lo atraía, inclinaba como en esas películas románticas viejas y lo besaba, Harry siempre terminaba jadeando, casi sin aire.

—¡... Se supone que el muérdago es para dar besos castos! ¡No para asfixiar a las personas! —le reclamaba completamente rojo, el morocho le sonreía victorioso en respuesta. Mientras escuchaban las risas o burlas de unos familiares de fondo (exceptuando el chillido que Abby soltaba).

Incluso cuando su síndrome le hacía abstraerse y querer estar en su mundo solamente con las pocas personas que él adoraba, Leo se mantenía a su lado para reconfortarlo y hacerle sentir mucho mejor, a pesar de que él lo ignoraba sin querer queriendo.

Así fue que, poco a poco, empezó a acostumbrarse más a su presencia y estadía, cuando se dió cuenta ese alfa había calado tan profundo en él y sus pensamientos, que ya lo consideraba necesario también en su espacio para sentirse bien, y ese proceso de convertirse en novios formales iba de bien a mejor.

Cada que podían se daban algún que otro beso, unos de piquito vergonzosos de parte de Harry, que Leo respondía a gusto, y el mencionado aprovechaba cuando no había nadie cerca para devorarle la boca, ya que Harry comenzaba a corresponder esos ataques de él.

James seguía siendo el hermanito celoso que no confiaba su hermano mayor a nadie, no importaba cuánto hiciera Leo por verse y actuar de lo mejor para él, James se podía dejar llevar pero no olvidaba su misión principal: ganarse a su hermano.

Cuando el pelirosado ubicaba a la pareja cerca, se metía a sus conversaciones o pedía mimos de su hermano, para hacerle saber al alfa mayor que el niño de sus ojos era su preciado hermanito omega. Pero desgraciadamente para James, Leo era muy suspicaz. Solo reía como típicamente hacía y se ponía cual pegoste con su novio, logrando asquear al omega y éste se alejaba derrotado en esa batalla.

Pero no, aún no perdía la guerra, según él.

Harry últimamente se perdía mucho con las fechas y el avance temporal, porque no se dió cuenta de que nueve meses de su noviazgo habían pasado hasta que su madre entró en labor de parto.

A las malditas cuatro y media de la madrugada.

Así, todos en pijama y más muertos que despiertos (a excepción del histérico omega en labor), se fueron a la clínica.

Y mientras padre e hijos esperaban a que el nuevo bebé naciera, en la sala recreativa, Leo llegó junto a su madre para dar la bienvenida al pequeño.

—¿Y tú qué, más o menos? —dubitó Harry con James luchando por quedarse despierto en su regazo.

—Mi suegro. —sonrió el morocho, mientras el rubio le dedicaba una mirada asesina (y feliz) a su padre que hablaba con Fred mientras escribía en su teléfono, posiblemente a sus abuelos.

⛓Great Escape⛓ [Félix×Deuz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora