⛓Great Escape⛓ [Félix×Deuz]

V E I N T E

En la casa de sus tíos siempre había diversión, ellos nunca se aburrían.

Apenas llegó, tomó la guitarra del omega por ser la menos pesada y se encaminó a la mesa del comedor, gritando el nombre de sus tíos. Todos vinieron a su llamado y el rubio tomó la pose de un jefe de mafia, sonrió cual bandido; agarró la bolsa blanca extra grande que su padre había adquirido al comprar en la dulcería más nueva y deliciosa que había en la cuidad.

—Sírvanse, mis familiares. —tiró la bolsa a la mesa y el contenido de diferentes colores atractivos y grandes se asomaron de ésta—Hoy cenaremos en el infierno.

—Entendí esa referencia... —mencionó Onnie con su filosa sonrisa, al igual sus compañeros alfas.

Sería una larga y divertida semana para ese niño.

-o-O-o-

Félix llegó a casa haciendo varias respiraciones para calmarse. El olor de su hermoso omega solo lo podían oler sus cercanos desde que fue enlazado, y él lo detectaba mejor que nadie. Literalmente al subir al elevador para ir al quinto piso de ese edificio grande y contemporáneo, sintió el exquisito olor a chocolate que el moreno emanaba.

Tragó saliva, llegó a su piso y aún intentando regular la respiración, abrió la puerta de su casa y cerró con llave. Colgó su chaqueta, dejó su bolso del trabajo y a paso rápido caminó hasta la habitación.

Tras la puerta se encontraba un nido muy bonito que era entechado por mantas colgadas-amarradas a los cuadros y repisas. Su omega respirando con dificultad, con su camisa de pijama y restregándose a otra de sus prendas con el trasero elevado y enseñándolo descaradamente a su marido.

—Oh, cielo. Te ves tan apetitoso~ —canturreó Félix, quitándose la ropa y entrando entre las sábanas y almohadas.

Deuz gimió apenas escuchó a su alfa. Se sentó con dificultad para abrazar al acalorado hombre.

—Féééliix... —gimoteó.

Acarició su espalda, tentándolo al volver a subir la mano apenas estaba cerca de tocarle el trasero.

—Te diste cuenta también, ¿Verdad? —murmuró en su oído, ya permitiéndose tocarlo a su gusto.

—Ngh... Estás tú también... En celo... —el moreno soltó un gemido cuando le apretó con saña sus glúteos.

—Bingo... —lo tomó por los muslos para alzarlo y así caer con el omega sobre el, este jadeó al rozarse.

—F-Félix...

—Adelante, provócame más de lo que ya lo haz hecho.

Era raro que sus celos coincidieran, pero cuando ocurría Félix se volvía un completo sádico. Disfrutaba la pasividad que el ojizarco mostraba en esos periodos, tan sumiso a sus palabras, cooperador y lascivo en todo.

Ahora él jadeaba, extasiado. Mientras su pareja lo montaba sin una pizca de vergüenza, gimiendo y sudando.