T R E I N T A Y N U E V E

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Harry es un fiel creyente de la ciencia. Se sabe casi todas las leyes que existen. Y ahora se estaba volviendo un ejemplo perfecto para la Ley de Murphy:

«Sí algo puede salir mal, saldrá mal. Y si puede ir peor, también ocurrirá entonces.»

Por cada día algo diferente pasaba, pero tenía el mismo resultado: un Harry avergonzado.

La primera semana fue la más calmada.

Él llegaba antes que todos solo para burlarse de su persona. De vez en cuando le daba un beso en la mano en un intento de ser un caballero, lo que parecía enojar aún más al rubio. Leo juraba que podía ver a la muerte reflejada en esos ojos turquesas.

La segunda semana se volvió la más loca, pues Leo se empeñó en hacer todo su espectáculo un poco más público, colgándose cual molesta garrapata al rubio o haciendo algún gesto obsceno mientras tenía contacto visual con él.

Incluso Bryan lo había visto, y no pudo evitar hacer bromas solo para que Harry entrara en su estado ausente y autista.

De tanto que ya ambos alfas chocaban sumado a las molestas insistencias del de cabello plomo, terminaron por conocerse un poco más.

No pregunten como, que ni Harry sabía la respuesta a eso.

-o-O-o-

Era uno de esos días en los que tenían gimnasia; y gracias a que Leonard fastidió tanto a Harry, a tal grado de que empezaron una pequeña riña. Ambos habían sido castigados, teniendo que llevar los objetos de la clase a su almacén para poder irse al fin a casa.

En ningún momento Harry le habló o hizo contacto visual, tenía un autocontrol nato sobre sí mismo, cosa que Leo no parecía tener. Era tan incómodo.

Él no le quitaba la mirada de encima y el hecho de que sus uniformes constaran de shorts holgados y poleras delgadas no ayudaba en nada; de vez en cuando Leo hacía bromas subidas de tono, solo una vez había obtenido una risita, que fue cortada rápidamente.

Harry tenía tanta suerte de haber terminado antes que él, alejándose lentamente para no llamar su atención, fallando miserablemente al momento de verle girarse a mirarle con una sonrisa burlona. Tres segundos después Harry se encontraba corriendo por todo el campus.

De nada sirvió el haber corrido. Igualmente fue atrapado y levantado como una princesa.

El rubio empezó a retorcerse mientras el morocho caminaba de regreso al almacén, eso era como mover una montaña: imposible. A lo cual prefirió rendirse, habían pasado dos semanas después de todo. Tal vez ya debía escuchar el consejo de su padre para no tener que pasar por todo eso siempre.

—Estamos completamente solos ¿No te gustaría intentar algo aquí? —susurró lo más cerca que podía a la oreja del contrario haciendo que un escalofrío recorriera toda su espalda.

—Eh, No. Gracias. Necesito llegar a casa, estoy hablando en serio. —se intentó apartar como podía, era realmente incómodo y vergonzoso ser cargado así—¿Podrías dejarme ir? —Leo negó aun con esa sonrisita obstinante en su rostro—¡¿Qué se supone que quieres?! —exclamó finalmente, frustrado—¡Y no me dez la misma respuesta de antes o verás!

Harry esperaba una respuesta válida, no algo tonto que fuera soltado repentinamente. Leo caminó un poco más dentro del almacén y lo dejó caer como si de un saco se tratase, sobre unas colchonetas apiladas.

Mientras se levantaba e intentaba recuperarse de la caída, con un par de quejidos. Leo aprovecho para sujetarle de la cintura y acercarlo lo más posible a él. Podría ser una pose muy romántica de no ser que el más bajo estaba hirviendo ya.

⛓Great Escape⛓ [Félix×Deuz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora