Au! Imperial.
HalBarry
-Te he visto en mis sueños -Anuncio Jordan mientras caminaba frente a él, Barry nunca le había visto hasta entonces, los nobles de Oa eran raros y su deber indiscutible para cumplir los deberes que sus gobernantes se habían autoimpuesto les obligaban a no crear relaciones duraderas, con todo, sin duda no sabía lo que decía, ¿para qué cortejarlo si podía tomarlo por la fuerza simplemente? Se preguntó plenamente consciente de su “posición” como juglar – Y tu rostro visto en otros mil, vi tus sueños atados al olvido, y mis ojos perdidos en ti- continuo hablando el noble apartándose de él y caminando a paso lento hacia la ventana -dime que buscas, mi peligroso amigo, no tengo nada que ofrecer que tu no sepas ya que tengo- se miraron, nuevamente a los ojos y Barry retrocedió, los labios del noble se curvaron en una sonrisa delicada e imposible -Vamos, no hay nada que temer… Los dioses están en guerra en los cielos y tú necesitas respuestas que solo yo puedo darte – susurro mirándole con ese asomo de afecto sin respuesta que a veces se halla en los ojos de algunos hombres, la alegría natural de la que parecía dueño aquel hombre poco a poco se difuminaba en la curva imposiblemente triste de sus labios y aquellos ojos en los que se adivinaban pesares más grandes que el mundo en que habitaban, era como si en aquellos ojos hubiese un silencioso “aunque muera por ello” , el noble de corte esmeralda volvió a hablar -así que empieza, eres mi ruina y mi destino, por tanto no hay que hacer.
Si hubiera sido otro hombre, uno un poco más común, menos noble y quizá más cruel Barry habría sospechado, eran dos plumas al hacer del viento, sin destino verdadero, guiados por las normas que gobernaban sus vidas, por el honor que decían tener y el orgullo de hacer lo correcto.
Barry sospecho que de haberse conocido en otras cisrcunstancias habrían sido amigos, que él habría encontrado una suerte de apoyo en aquel hombre, algo semejante a un refugio…
Posiblemente Hal Jordan pensó algo semejante, mientras le miraba, como quién mira el hogar al que le gustaría volver.
Eran solo dos personas atrapadas en el complicado entramado político social y militar del gran gobernante.
Dos hojas tiradas al viento dejándose volar mientras los dioses no bajaran los ojos del cielo azul al suelo.
-¿no temeis la desgracia que acarrea el ayudarme? -pregunto sorprendido y aliviado, al comprender que él lo sabía todo y en un intento fútil de hacerle retroceder en sus palabras.
No serviría de nada y lo sabía, pero… no perdía nada con intentar.
-soy de Oa, alteza –sonrió burlón el noble mirándole a los ojos, tantas palabras que no podían ofrecerse - ¿Qué clase de guardia esmeralda sería si no fuera capaz de afrontar mi destino? –Pregunto como un niño, tomando una de las manos del velocista y besando el dorso, el único gesto que podrían permitirse sin ensuciar lo que no existía, dos hojas tiradas al viento y un deseo que nunca habría de pronunciarse.