-¿Qué pasa? –pregunta Richard con la sonrisa titubeando, ha abierto sus ojos, los mismos maravillosos ojos azules que un tiempo atrás pusieron a Damian a sus pies y este no puede evitar sentirse mal.
"¿Qué pasa?" las palabras se repiten en el mismo tono dulce y amable de siempre, tan lleno de cariño como de miedo, porque Dick no es ciego y tampoco tonto, aunque seguro querría serlo en esos momentos.
A Damian la mano se le congela antes de tocarle la mejilla y se pregunta qué, en este mundo, está pasando, a segundos de besarlo no puede evitar sentir que todo está mal, terriblemente mal, le tiembla el labio inferior sin querer y tiene ganas de pedir perdón.
Perdón.
A Dick la sonrisa le tiembla un poco más un segundo o dos y luego toma aire, lo toma con fuerza y echa la cabeza hacía atrás dejando escapar el aire caliente de sus pulmones segundos después. No parpadea pero no es necesario, Damian también tiene ganas de llorar, de golpearse por idiota.
No es culpa de ninguno de los dos.
No realmente.
Es solo que simplemente el amor se le ha acabado, se escapó en un instante sin querer y Damian no ha sabido reconocerlo sino hasta ese momento.
Y lo peor de todo... lo peor de todo, o lo mejor, según se vea, es que Richard lo sabe, lo sabe...
-Lo siento –susurra, con la voz sin temblar, porque no tiene ese derecho y Richard asiente, asiente y deja escapar una risa medio rota por el dolor.
