Sonrisas
La sonrisa de Barry poseia algo, una cosa extraña que Hal no terminaba de definir si estaba en su forma o figura, en la curva ascendente de su boca o en los labios que al entreabrirse dejaban a la vista una dentadura blanca y perfecta... O quiza en la forma que aquella sonrisa se elevaba hasta sus ojos arrugando el borde de estos en instantes ingimos que sin embargo lograban acelerarle el corazón.
Porque había... Había un algo indescifrable en las sonrisas del rubio velocista que era a la vez su mejor amigo y amor eterno.
Algo que le obligaba, a veces y sin advertencia, a acercarse a él y buscar el modo de abrazarle, de tocarle sin molestarlo solo para asegurarse de que era real, de que estaba allí sin dudas.
Habitando el mismo mundo y realidad.
Existía algo en la sonrisa de Barry que le hacía feliz, infinitamente feliz, coml cuando al volver de alguna misión espacial el rubio estaba allí, listo para encontrarse con él y asegurarle que sí, que estaba allí... Y que podían estar juntos unos instantes más antes de que sus alteradas vidas de superheroes los reclamaran.
Le gustaba el modo en que Barry sonreía cuando lo veía, le gustaba de verdad, porque parecía feliz.
Y eso le hacía feliz tambien a él, porque tenía un significado agradable.
No podía imaginar.
Y no era necesario.
Que la sonrisa de Barry y su cuerpo dispuesto a tantos abrazos eran frutos de un amor que le devoraba con incluso más fuerzas que a él.
Como saberlo.
Él no había experimentado realidades en las que por un error suyo (Barry y su manía de alterar el tiempo y el espacio) él, Hal, había muerto.
De todas formas.
Estaban juntos.
Y a Hal la sonrisa de Barry le parecía tan bonita como la primera vez que la habia visto.
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