Llevame contigo –suplico, en voz baja, con los ojos brillantes de todos esos deseos que nunca se dicen y aun asi existen dentro de uno, lo miro, lleno de esa ansiedad que solo produce el primer amor, con el corazón latiéndole tan fuerte que no le habría sorprendido que se escapara de su pecho de tanto que dolía.
En aquel momento no le importaban las consecuencias de su egoísta solicitud, no pensó ni por un segundo en la familia real que lo esperaba amante y calma para que él pudiera llorar la muerte de su mejor amigo, no pensó en delatar a Damián y sus planes de huir o su traición a Gotham, ni siquiera sospecho que este podía matarlo para esconder la verdad de su anterior crimen.
Creerlo muerto casi lo había destrozado, saber que seguía con vida había devuelto la luz a su mundo.
Lo amaba como se ama cuando el amor es maldición más que don, lo amaba de esa manera compleja y total con que aman los hombres cuando han hallado a sus almas gemelas y no tenía miedo.
Los sorprendidos ojos verdes le observaron sin que su dueño dijera, por algunos segundos una sola palabra.
Jon observo como Damián miraba primero al horizonte y luego de nuevo a él, tomando una decisión que podía ser fatal para él.
Jon espero.
Al final Damián hablo.
-¿Estás seguro? –pregunto, sus ojos mirando sus ojos azules decidido ya puesto que dejarlo era imposible, imposible dado que había descubierto su secreto.
Jon sonrió.
-Si.
Una hora más tarde ambos habían subido a la nave palacio de Ras Al Ghul, la muerte del príncipe heredero de Gotham cumplía un año.
