AU!
El caballo era hermoso, un regalo digno de reyes y su reacción fue acorde al hecho, los ojos de Damian siguieron al hermoso alazán con ansiedad y deseo, apretando los dedos contra el borde del barandal del balcón donde él y sus hermanos admiraban la llegada de los Kent, de los Queen, de los Luthor y otros.
A su lado Richard soltó una exclamación de gozo puro al ver llegar a los invitados, diciendo en murmullos altos que su padre se alegraría, lo ignoro sin quitar los ojos de la belleza negra como el carbón que avanzaba sobre sus cuatro patas con paso digno de reyes... era una montura digna de un rey, una montura tan hermosa que incluso su abuelo la querría para sí...
Timothy soltó un gemido de placer al ver llegar a la causa de su ansiedad y Damian se permitió parpadear un vistazo hasta el hijo de Luthor, Conner Kent Luthor... y de paso una mirada a la fría belleza de su progenitor, Lex Luthor, cuyos ojos parecían reflejar la cúpula de diamantes que brillaba en lo alto de la mansión familiar de los Wayne.
Jason también pareció emitir un murmullo, pero lo ignoro incluso más que a Richard, porque la causa del gesto era absurda, una mala broma, Bizarro, progenie fallida y de oscura apariencia que seguía a los Luthor, nadie negaba el amor de Luthor por su hijo -era una de esos rumores que se decían a murmullos escandalizados pues todos bien conocían que era un perfeccionista sin remedio, pero el cariño de padre le rebasaba cuando se trataba del monstruo- elevo el mentón y frunció el ceño apartando los ojos de la oscura visión solo para notar como su hermano se movía como una sombra bajando las escaleras, listo para salirle al encuentro a los Luthor, ignorar de mal grado a los mayores y hablar con B... contuvo un bufido sabiéndose casi solo, pues solo Richard se mantenía aun a su lado como una sombra protectora o un hermoso ángel de la guarda.
-¿No estas feliz? -preguntó en tono suave, inclinando leve y gracil la cabeza hasta verle con unos ojos que parecian gemas recien pulidas -La fiesta es para ti, depsués de todo -le recordo pues era su cumpleaños, pero no se atrevió a verle, sus ojos presos del alazán que pasaba a manos de la servidumbre mientras tanto, con cuanta pompa lo traian.
-¿quién trae el caballo? -preguntó, en tono sombrío que apenas contuvo su anhelo por poseerlo, Richard callo y vio al animal.
-Es hermoso -susurro, antes de sacudir la mano -por el brillo de su melena apostare a los Luthor, pues tienen trato con Oriente, pero a riesgo de equivocarme...
Richard se quedo en silencio unos segundos, alargando la espera, con una sonrisa suave presa en los labios que le obligo a verle exigiendo una respuesta.
-Es posible que me equivoque, pero alguien dijo algo sobre un caballo -le susurro y le estrecho en sus brazos -no lo mires tanto, será tuyo... te lo prometo -le dio un beso breve en la mejilla que casi le hizo saltar el corazón del pecho provocando que le rechazara con los brazos sintiendo que la caricia ardía en su piel, aun con el shock.
-¡porque nadie me haría un regalo así a vista de todos?
Preguntó, sin saber que decir, las cortinas del balcón le escondían a él y a Richard de las miradas indiscretas.
Entonces vio los suaves ojos de su hermano y comprendió que era idea suya todo aquello.
-Encontré a ese alazán en mi último viaje -dijo Richard y esa vez no lo estrecho en sus brazos -supuse que te gustaría, sera tuyo.
Era un promesa, como las que le había hecho en el pasado, y tuvo ganas de preguntar porque, pero su hermano era extraño y sus regalos preciosos... pensó en el alazán negro avanzando orgulloso, por su pelaje y avanzada juraba que había sido salvaje hará un tiempo, miro de vuelta a su hermano, sus manos blancas desnudas y lo imagino domando al caballo, la idea le causo cierta sensación.
-Yo no soy un caballo -susurro, sin saber bien porque y frente suyo Richard parpadeo, un segundo, dos, hasta que soltó esa risa grácil que derretía señoritas de buena cuna.
-claro que no, eres mi hermano -susurro -y te juro, que me he asegurado de que sea el caballo más hermoso en todo gotham -prometió ...
Le concedio una sonrisa torcida por lo dicho, emocionado, en alguna medida y feliz de no tener que agradecer a ningún invitado arrogante a la fiesta por el animal.