Por Demacia / Historia Corta

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Y dijo rito en la página "HISTORIA CORTA" pero historia corta de 30 minutos de lectura



¿Cuánto tiempo había transcurrido desde que Lux había ido al norte para ir a Monteadarve?

No sabía, pero debían ser alrededor de siete años. Garen acababa de irse para comenzar su entrenamiento con la Vanguardia Intrépida y el resto de la familia había ido al norte para honrar la tumba del bisabuelo Fossian. Lux recuerda haberse quejado de la incesante lluvia mientras se abrían paso por los caminos sinuosos a través de los riscos y barrancos del bosque hacia la tumba de su ancestro. Ella había esperado un mausoleo de mármol como el Salón del Valor, pero se decepcionó al descubrir que era poco más que un montículo de pasto situado al pie del elevado acantilado. Una placa de mármol colocada en la base del montículo describía la leyenda de su ilustre antepasado: Fossian y el demonio cayendo por el acantilado, su bisabuelo herido de muerte, la horripilante entidad con una espada demaciana perforando su negro corazón.

Había llovido en ese momento y estaba lloviendo ahora. Un diluvio helado del norte había recién salido de las montañas caninas que separaban Demacia del Fréljord. Una tormenta se avecinaba a ese reino helado, caía en el lado lejano de las cimas sobre frondosas extensiones de pinos demacianos, doblados por los vientos hostiles. Hacia el este y el oeste, las montañas se desvanecieron en una niebla azul, el cielo se tornó oscuro y amenazador, como cuando su hermano se ponía de mal humor. Al norte, las ancas boscosas de las sierras estaban escarpadas con acantilados y profundos abismos. Tierras peligrosas, hogar de criaturas letales y bestias salvajes de todo tipo.

Lux había salido hacia el norte hace dos semanas; de Demacia a Edessa, después a Pinara y a Lissus. De Lissus a Velorus y, finalmente, a Alto Plateado, la Ciudad de los Dagarracos. Una noche con su familia en su casa al pie de la Roca del Caballero y después hacia las ciénagas al noroeste de Demacia. Casi de inmediato, el carácter de la gente y de las aldeas comenzó a cambiar a medida que el centro de Demacia quedaba atrás como un banderín rasgado del mango de un poste de estandarte.

Planicies fértiles y verdes dieron lugar al interior barrido por el viento, moteado con aulaga y cardo. Dagarracos plateados chillaban en el cielo, invisibles mientras peleaban en las nubes. El aire se volvió más frío, cargado con el profundo hielo del Fréljord y los muros de cada asentamiento se volvieron más altos con cada kilómetro que avanzaba. Había sido un viaje largo y cansador hasta Monteadarve, pero había llegado y Lux se permitió esbozar una sonrisa pequeña.

''Llegaremos al templo pronto, Estrella de Fuego'', dijo, estirándose para acariciar la crin de su caballo. ''Tendrán cereal y un establo cálido para ti, lo prometo''.

El caballo sacudió la cabeza y resopló, pateando con impaciencia. Lux dio una patada con los talones y dirigió a su cansado corcel por la ruta llena de baches que llevaba a la puerta principal de Monteadarve.

El pueblo estaba asentado sobre la ribera del Serpentrion, un río estruendoso que nacía en las montañas y bajaba por la costa oeste. Los muros de granito pulido del pueblo seguían la línea de las colinas y los edificios dentro se habían construido con piedra, madera estacionada y tejas color verde botella. La torre de un templo del Portador de la Luz se elevaba en el este, el brasero dentro del campanario proveía una luz acogedora a la hora del crepúsculo.

Lux se quitó la capucha de su capa azul y soltó su cabello. Largo y dorado, enmarcaba un rostro juvenil de pómulos marcados y ojos azules como el océano que brillaban con determinación. Desabrochó la correa de cuero que aseguraba su báculo a la montura y sostuvo con soltura su empuñadura barnizada de oro y ébano. Dos hombres aparecieron en la torre sobre el portal blindado, cada uno armado con un poderoso arco largo de fresno y tejo.

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