Quinn Las alas de Demacia/ Campeones

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''La mayoría de los soldados solo confían en sus armas. Pocos realmente confían el uno en el otro''.

~ Quinn


Quinn es una caballero guardián de élite de Demacia que emprende misiones peligrosas en lo profundo del territorio enemigo, junto con su águila legendaria: Valor. Los dos comparten un vínculo inquebrantable que es excepcionalmente letal y sus adversarios con frecuencia mueren antes de comprender que no están peleando contra una sola persona, sino contra dos héroes demacianos.

Quinn y su hermano gemelo, Caleb, nacieron en el Valle de Úwen, un remoto pueblo de montaña ubicado en la periferia del noreste de Demacia. Criados para creer en la nobleza y en la rectitud de los valores de su tierra natal, eran inseparables. El Valle de Úwen era un pueblo próspero de cazadores y granjeros, protegido por los guardianes de la montaña, expertos en interceptar y matar a cualquier monstruo que llegara de los altos picos con la intención de cazar.

Cuando los gemelos eran jóvenes, el Rey Jarvan III visitó el Valle de Úwen durante un recorrido de inspección al Muro Este, la barrera entre Demacia y los anárquicos estados tribales. Subida a los hombros de su padre, Quinn estaba entusiasmada con la procesión del rey y sus guerreros, resplandecientes en sus armaduras de brillante acero solar. Quinn y Caleb estaban fascinados. Juraron convertirse en caballeros de Demacia y, algún día, pelear junto al Rey. En sus juegos de infancia, se convertían en heroicos caballeros y defendían con valentía las tierras de monstruos viles, freljordianos salvajes o noxianos de corazón negro.

Pasaban todo el tiempo que podían en los bosques que rodeaban el Valle de Úwen. Su madre, una de las principales guardianas de la aldea, les enseñó a rastrear a las bestias del bosque, sobrevivir en la naturaleza y, lo más importante, pelear. Con el paso de los años, Quinn y Caleb se convirtieron en un equipo formidable. Trabajaban juntos y sacaban lo mejor de sí: la aguda visión para rastrear huellas de ella, la habilidad de él para provocar a la presa, la puntería de ella con el arco y la destreza de él para cazar con lanza.

Pero una excursión en lo alto de la montaña, al norte del Valle de Úwen, terminó en tragedia cuando los gemelos se encontraron a un grupo de nobles Buvelle cazando a un gigantesco colmívoro, un depredador asesino conocido por su piel gruesa, sus largos cuernos afilados y su temperamento feroz. Los nobles no habían logrado matar a la criatura en seguida y la bestia herida los atacó, corneando a algunos jóvenes descendientes hasta la muerte. Quinn y Caleb se apresuraron a intervenir. Ahuyentaron al colmívoro con una ráfaga de flechas lanzadas hacia su cráneo, pero durante la pelea Caleb fue corneado y asesinado por la criatura mientras salvaba la vida de la matriarca Buvelle. Los nobles agradecieron profusamente a Quinn y la ayudaron a enterrar a su hermano, antes de juntar a sus herederos muertos y regresar a casa para vivir su propio duelo.

La muerte de Caleb casi destruye a Quinn. Habían soñado pelear como pareja, pero, sin su hermano gemelo a su lado, las esperanzas de convertirse en una caballero parecían vacías. Continuó cumpliendo sus deberes con la aldea, como se esperaba de cualquier hija de Demacia, pero su corazón estaba destrozado y la alegría que antes la energizaba se desvaneció como la última luz del verano. Sin su hermano, su destreza en la naturaleza disminuyó y comenzó a cometer errores. Nada letal, pero no veía señales sencillas, su puntería era mala y se volvió melancólica y poco comunicativa.

Quinn visitaba con frecuencia la tumba de Caleb, en el lugar de la batalla que habían tenido con el colmívoro. No podía superar su muerte y recordaba en todo momento el instante de su pérdida. Un año después de la muerte de Caleb, regresó al claro en la montaña, como lo había hecho muchas veces antes. Perdida en el dolor y la reflexión, Quinn no escuchó al colmívoro aproximarse. El monstruo atacó y Quinn peleó desesperadamente por su vida contra la bestia enfurecida.

Entre sus cuernos afilados, su cráneo estaba lleno de las astas rotas de las flechas que ella y Caleb habían lanzado en su batalla anterior con la bestia. Disparó una docena de astas a la criatura, pero ninguna de sus flechas dio en las debilidades de la gruesa piel del animal. Exhausta por la batalla, Quinn tropezó y la bestia se lanzó hacia ella. Saltó fuera de su camino, pero fue lenta y la punta de su cuerno la arañó desde la cadera hasta la clavícula. Herida de gravedad, Quinn se desplomó mientras la bestia la rodeaba para acabar con ella.

Quinn miró a los ojos de la bestia y se dio cuenta de que este sería su final. Tomó la última flecha en su carcaj al tiempo que un destello azul cruzó por los aires. Una hermosa ave de puntas azules bajó en picada y clavó sus garras en la cara del colmívoro. El ave era un águila cerúlea, la especie que se decía había inspirado el símbolo alado de Demacia y que se creía extinta. El ave chillante atacó una y otra vez, sus garras y pico dejaban manchas sangrientas en el cráneo del colmívoro, aun cuando los cuernos de la bestia cortaban su cuerpo y despedazaban sus alas.

Quinn calmó su respiración y preparó su última flecha mientras el monstruo bramaba con furia y fuerza. Lanzó la flecha; el cuerpo de su arco se rompió por la fuerza del lanzamiento. Pero su puntería fue certera y la flecha voló hasta la boca abierta del monstruo para perforar su cerebro. El cuerpo del colmívoro se desplomó y provocó que se formara un gran surco en la tierra hacia donde ella estaba, pero había muerto y Quinn dejó salir un tembloroso suspiro de alivio. Se arrastró hacia donde estaba el águila con el ala rota y vio en sus ojos un profundo parentesco.

Vendó a la poderosa ave herida y regresó al Valle de Úwen con los cuernos del colmívoro como trofeo. El ave herida se posó sobre su hombro todo el camino, rehusándose a alejarse. Quinn nombró al águila ''Valor'' y la cuidó hasta que sanó. El vínculo que se formó entre ellas revivió el calor en el corazón de Quinn y, una vez más, sus pensamientos se tornaron a servir a Demacia en la batalla. Con la ayuda de su padre, creó una nueva arma utilizando los cuernos del colmívoro, una ballesta de repetición finamente labrada, capaz de disparar varias flechas apretando el gatillo solo una vez.

Con la bendición de sus padres, Quinn y Valor viajaron a la capital, donde Quinn pidió a los maestros de entrenamiento del ejército de Demacia que la dejaran unirse a sus filas como caballero guardián. En general, se necesitaban años de entrenamiento para servir en el disciplinado ejército de Demacia. Quinn no había cumplido con ese entrenamiento, pero completó con facilidad todas las pruebas que le presentaron los caballeros guardianes plenos.

Los maestros de entrenamiento no veían cómo una cazadora tan individualista y su singular águila podían encajar en la estructura rígida de mando, así que se prepararon para rechazar su petición. Pero antes de que el veredicto fuera emitido, la Dama Lestara Buvelle, la mujer noble que había salvado Caleb, intervino y dio fe sobre el valeroso corazón de Quinn y su gran habilidad.

Quinn fue reclutada de inmediato en el ejército de Demacia y, aunque demostró ser una buena caballero guardián, batallaba con la inflexible jerarquía que, según ella, tenía una innecesaria reglamentación prescriptiva. Sus compañeros guerreros reconocían sus habilidades, pero aún la percibían como alguien impredecible, una demaciana que prefería operar fuera del orden establecido, que planeaba sus propias misiones y que hacía lo que quería. Nunca permanecía dentro de los muros de la ciudad por mucho tiempo, prefería vivir afuera en el bosque, en vez de quedarse en la compañía de sus compañeros. Su éxito para descubrir amenazas incipientes o acabar con enemigos ocultos era lo único que le permitía un grado de flexibilidad nunca antes visto en las filas demacianas.

Cuando un asesino noxiano atacó al comandante del Castillo Jandelle en el Día de la Luz Perdida, los talentos de Quinn volvieron a demostrar ser útiles. El asesino había escapado a batallones de caballeros enviados para capturarlo, pero Quinn y Valor lo rastrearon y lo mataron después de una noche de trampas letales, contraataques y emboscadas. Regresó con la espada del asesino y se ganó el apodo de las Alas de Demacia. Quinn se quedó en Jandelle el tiempo justo para recibir su mención antes de que ella y Valor dejaran de nuevo la ciudad para regresar a la naturaleza, donde se encontraban más cómodos.

Desde entonces, Quinn se aventuró en todas partes al servicio de Demacia, arriesgándose en viajes al lejano norte del Fréljord y hacia lo profundo del imperio noxiano. En todas las ocasiones, ella y Valor regresaron con información vital para la seguridad y defensa de las fronteras de Demacia. Aunque sus métodos no son los más adecuados acorde a las restricciones codificadas del ejército demaciano, nadie puede dudar de la genialidad sobrenatural en el campo de Quinn y Valor.

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