Sivir La señora de la batalla/ Campeones

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''Me da igual qué cara haya en la moneda, mientras pueda pagar con ella''.

~ Sivir


Sivir es una afamada buscadora de tesoros y capitana mercenaria que se gana la vida en el desierto de Shurima. Provista de un arma legendaria en forma de cruz engastada con gemas, ha luchado y ganado innumerables batallas para aquellos que pueden permitirse su exorbitante precio. Conocida por su determinación temeraria y por una ambición sin fin, se jacta de poder recuperar los tesoros enterrados de las peligrosas tumbas de Shurima... a cambio de una generosa recompensa. Ahora que unas fuerzas ancestrales agitan los mismísimos huesos del lugar, Sivir se encuentra dividida entre destinos opuestos.

Sivir aprendió de primera mano las duras lecciones de la vida en el desierto cuando su familia entera cayó a manos de los kthaons, una de las tribus de saqueadores más temidas de Shurima. En las semanas y meses posteriores a la matanza, sobrevivió robando comida de los puestos de los mercaderes y explorando ruinas del desierto en busca de baratijas, para luego venderlas.

La mayoría de ellas habían sido saqueadas hacía tiempo, pero Sivir poseía un talento innato para encontrar cosas que los demás habían pasado por alto. Dotada de una vista de águila y una determinación a toda prueba, localizaba pasadizos secretos, resolvía rompecabezas ancestrales para desvelar la ubicación de catacumbas perdidas y esquivaba trampas mortíferas.

En ocasiones lograba convencer a otros niños de que la ayudaran a saquear una tumba que, sin ellos, no habría estado a su alcance. Armados solo con cuerdas y velas, estos waifs malnutridos descendían por los sinuosos túneles que se extendían bajo las ruinas en busca de objetos de valor.

Un día, Sivir y sus compañeros de correrías se adentraron en una tumba secreta que, según juraba ella, estaba repleta de tesoros de incalculable valor. Finalmente, tras muchas horas de exploración, encontraron una puerta secreta, pero, para su sorpresa, descubrieron que al otro lado solo había una cámara vacía. Enfurecida por aquella pérdida de tiempo, Mhyra, la mayor de sus camaradas, le exigió que cediese su puesto de jefa. Sivir se negó y las dos muchachas se enzarzaron en una batalla encarnizada. Mhyra era más grande y más fuerte y, sin demasiadas dificultades, inmovilizó a Sivir y la arrojó desde lo alto de un saliente. Horas más tarde, despertó en la oscuridad, sola. Abrumada por el pánico, deshizo su camino a ciegas, tanteando las paredes, hasta regresar a la luz del día. Al volver a su guarida, se encontró con que su traicionera amiga se había marchado con todas sus posesiones.

Sivir prometió que no volvería a permitir que la traicionaran. Decidida a aprender a defenderse, se unió a una banda de mercenarios dirigida por la legendaria Iha Ziharo, donde sirvió como mula de carga, exploradora y chica de los recados.

Durante años, durmió con una daga guardada bajo la manta. No confiaba en los guerreros de Ziharo, consciente de que solo eran leales al dinero, pero aun así se esforzó por aprender de ellos todo lo posible. Se entrenaba con tenaz determinación y todos los días practicaba con los más bisoños.

Su inagotable dedicación y su cada día mayor destreza con las armas atrajo la atención de la propia Iha Ziharo, quien decidió tomarla bajo su protección... un honor reservado a unos pocos. Con el paso de los años se convirtió en una formidable guerrera y, como lugarteniente de Iha, luchó contra ejércitos, bandidos y tribus belicosas. Cuando, al terminar las guerras, la banda de mercenarios tuvo dificultades para encontrar trabajo, Sivir condujo varias expediciones a las ruinas, en busca de los tesoros perdidos de Shurima.

Finalmente, se cansó de vivir a la sombra de Ziharo. Su autoritaria líder se quedaba siempre con la mayor parte del tesoro y con toda la gloria, a pesar de que si conseguían aquellas riquezas era sobre todo gracias a la información de Sivir sobre las tumbas. Y, por si no fuera bastante, se negaba a luchar por algunos caudillos cuya crueldad no tenía cabida dentro de su código de honor. Para Sivir, el oro no era más que oro, por muy ensangrentadas que estuvieran las manos que lo pagaban, y la moralidad no desempeñaba papel alguno en las transacciones.

Universo lol / League Of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora