Sombras de condena/ Historia corta

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La Niebla Negra se ensortijaba y revolvía como una criatura viva mientras avanzaba reptando alrededor del aislado castillo de piedra grisácea.

Una enorme figura acorazada caminaba dentro de ella. Su pesada armadura relucía como el aceite y en el interior de su casco de cuernos ardían unos orbes de cruel fuego de brujería.

La hierba se marchitaba bajo sus pies mientras el acorazado espectro marchaba hacia el portón del castillo. Podía ver movimiento en las murallas. Sabían que la muerte había venido a buscarlos. Su nombre flotaba en el viento, susurrado con terror:

Mordekaiser.

Varias flechas perforaron el aire de la noche. Algunas de ellas alcanzaron a Mordekaiser y se hicieron pedazos, repelidas por su armadura. Una penetró en el agujero entre el yelmo y la gorguera, sin ralentizar un ápice su inexorable avance.

Un pesado rastrillo de hierro se interponía en su camino. El espectro extendió una mano acorazada y la retorció en el aire. La tracería de hierro chirrió a modo de protesta mientras se retorcía hasta perder la forma, antes de salir despedida hacia un lado y dejar a la vista el recio portón de roble que protegía.

Sobre él, unas runas protectoras se encendieron con un fuego al rojo blanco y Mordekaiser retrocedió medio paso. La Niebla Negra se ensortijó a su alrededor y los defensores pudieron ver entonces las demás formas que ocultaba: espectros sombríos y rebosantes de odio que miraban con voraz codicia las almas de los vivos.

Mordekaiser se adelantó un paso, esgrimiendo su enorme maza de picos a la que llamaban Ocaso. Era un arma de siniestro renombre, que había segado millares de vidas. Con salvaje violencia, la descargó sobre el portón de roble.

Las runas, débiles hechizos de protección hilvanados por sus enemigos, estallaron en mil pedazos, incapaces de sobreponerse a la negra brujería de Mordekaiser. El portón, arrancado de los goznes, salió catapultado hacia dentro.

La Niebla Negra fluyó a través de la brecha, secundada por Mordekaiser.

Los soldados y peones de la guarnición lo esperaban en el patio de armas, más allá. Renacuajos, todos ellos. Su mirada recorrió sus filas en busca de un rival digno. Finalmente, sus ojos inmortales se posaron sobre un caballero embutido en plata que le salía al paso, espada en alto.

'Atrás, espectro, si no quieres que te expulse', dijo el caballero. 'Este caserío y sus gentes están bajo mi protección'.

Como respuesta a su amenaza, una hueste de espectros y guerreros traslúcidos se materializó en la Niebla Negra, detrás de su amo y señor.

'Esa alma es mía', dijo Mordekaiser para contener a sus ávidos espíritus. Su voz era profunda y sepulcral, y resonaba con el timbre de la propia muerte.

Señaló con el dedo y un cono de maléfica no vida se precipitó sobre el caballero.

La armadura de este brilló con intensidad un momento y luego volvió a la normalidad, sin que la nigromancia de Mordekaiser tocara al prisionero.

'Acero demaciano', dijo este con una sonrisa desdeñosa. 'No te salvará'.

Se adelantó y descargó un mazazo dirigido al cráneo del caballero. Este lo detuvo con su espada, aunque la fuerza del impacto lo hizo caer de rodillas. Mordekaiser se irguió sobre él, alto como una torre.

El caballero se revolvió hacia un lado y esquivó a Ocaso, que se había precipitado sobre él trazando un letal arco. Flanqueó a su adversario y lo golpeó en el costado, y la espada mordió profundamente a través de las placas y la malla. Para un mortal habría sido un golpe definitivo, pero para el blindado coloso no fue nada. Mordekaiser se quitó de encima al caballero con un despectivo revés de la mano enguantada.

El Renacido de Hierro se abalanzó sobre él para poner fin a la lucha, pero el caballero desvió su golpe con infinita destreza y le hundió la hoja de su espada en el pecho con todas sus fuerzas.

Con un chirrido metálico, la hoja se abrió paso a través del peto justo encima del corazón. No hubo resistencia desde el interior, como si la armadura estuviera hueca.

Mordekaiser agarró al caballero del cuello con una de sus gigantescas manos y lo levantó del suelo.

'Pensaste que podías proteger a estos mortales', dijo. 'Pero ahora serás tú quien les quite la vida'.

Le estrujó la garganta. El caballero sacudió los pies en el aire.

Con ojos llameantes, Mordekaiser observó detenidamente cómo se le escapaba la vida. Finalmente, dejó caer al suelo el cadáver.

Se arrodilló y puso una mano sobre el pecho del caballero muerto. Al levantarse de nuevo, la sombra del guerrero lo acompañaba.

El espíritu del caballero miró en derredor, con el espanto escrito en sus ojos espectrales.

'Ahora', ordenó Mordekaiser, consciente de que la sombra era impotente ante su voluntad. 'Mátalos a todos'.

Universo lol / League Of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora