Un arreglo rápido/ Historia corta

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Cualquier tonto podría haber predicho que Viktor atacaría de nuevo. Si uno no fuera un tonto, hasta podría predecir la fecha y la hora exactas de su revancha.

Jayce no era un tonto.

Estaba en su taller, bañado por los rayos del sol que atravesaban el tragaluz y rodeado de docenas de artefactos que él mismo había inventado: unas botas mecanizadas que podían adherirse a cualquier superficie. Una mochila con brazos articulados para que el usuario pudiera tener las herramientas siempre a mano.

Sin embargo, el más grandioso de estos inventos era la nueva arma que ahora Jayce tenía en las manos. Con la energía de un fragmento de Shurima, el gran martillo hextech de Jayce era conocido por todo Piltóver, pero lo pasaba de mano a mano como si fuera una herramienta más del taller.

Tres ligeros toques hicieron eco en la puerta de Jayce.

Habían llegado.

Jayce se había preparado para este momento. Había realizado experimentos en los autómatas abandonados de Viktor. Había interceptado las comunicaciones mecánicas. En cualquier momento, derrumbarían su puerta principal e intentarían arrancarle el martillo hextech. Después de eso, intentarían hacer lo mismo con su cabeza. ''Intentar'' era la palabra clave.

Activó un interruptor en el mango del martillo. Con una descarga energética, la cabeza de la obra maestra de Jayce se transformó en un láser hextech.

Apuntó.

Se preparó.

Vio la puerta abrirse. Su dedo se tensó sobre El gatillo.

Y casi hizo explotar la cabeza de una niñita de siete años.

Era pequeña y rubia, alguien adorable para cualquiera que no fuera Jayce. La niña empujó la puerta y entró con pasos nerviosos y cuidadosos. Su cola de caballo se movía de un lado para otro mientras se acercaba a Jayce. Mantenía la mirada sobre el piso y evitaba ver a Jayce. Jayce tenía dos hipótesis acerca del por qué no quería mirarlo: estaba muy impresionada por estar cerca de alguien tan famoso o trabajaba para Viktor y estaba a punto de sorprenderlo con una bomba química. Al verla sonrojarse, decidió que la primera opción era la más probable.

''Mi soldadito está roto'', le dijo al tiempo que le mostraba un caballero en armadura de metal sin una pierna y un brazo hacia atrás en un ángulo perverso.

Jayce se quedó congelado.

''Por favor, vete, podrías morir''.

La niña se le quedó mirando.

''Además, no arreglo juguetes. Busca a alguien que tenga más tiempo''.

Los ojos se le llenaron de lágrimas.

''No tengo dinero para un artífice y mi mami me lo hizo antes de morir y...'', dijo tratando de no llorar.

Jayce alzó una ceja y, por primera vez en mucho tiempo, parpadeó.

''Si es tan preciado para ti, ¿por qué lo rompiste?''

''¡Fue un accidente! Lo llevé al festival del Día del Progreso y alguien me empujó y se me cayó, y sé que debí haberlo dejado en casa y...''

''Sí, así es. Fue tonto de tu parte''.

La niña abrió la boca para hablar, pero se detuvo. Jayce había visto esta clase de reacción antes. Casi todos los que conocía habían escuchado historias de su legendario martillo y su increíble heroísmo. Esperaban grandeza. Esperaban humildad. Esperaban que no fuera un gran patán. Jayce siempre los decepcionaba.

Universo lol / League Of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora