El frío viento azota las grietas de mi corteza con un sonido hueco y silbante. Estoy tiritando. Mis extremidades hace tiempo que olvidaron la calidez del verano.
Las largas figuras que me rodean se quiebran y caen ante el vendaval. Las vidas en su interior hace tiempo que murieron; ahora son mis compañeros silenciosos. Sus frágiles troncos ya son solo carcasas vacías, bosquejos irregulares y grises que nada tienen que ver con el bosque exuberante que brotó aquí.
Un espíritu serpentea entre los árboles frente a mí, pálido y espectral contra el aire nocturno. Un nudo se tensa en mi corteza. Normalmente, atravesaría su corazón azotándolo con mis raíces, pero hoy no me muevo, no quiero que el espectro se percate de mi presencia. Estoy cansado de aguantar. Mi mera existencia es un acto de desafío contra la maldición que infesta estas tierras.
Sus ojos de luna están vacíos. No hay nada vivo que aliente su fría amargura en esta isla de muerte, nada que cazar o consumir. El espíritu se escabulle entre los árboles y me deja solo.
Miro a través del bosque de sombras y mis ramas vacilan. Alcanzo a ver una pequeña llama roja que se alza entre el gris infinito. En un montículo de tierra negra, un capullo de flor surge del suelo; sus pétalos son tan brillantes que me queman los ojos.
Es una flor nocturna. Hace mucho tiempo, solían cubrir el suelo de las Islas Bendecidas y florecían la noche del solsticio de verano. Por la mañana, las flores se marchitaban y solo quedaban los pétalos ennegrecidos, y hasta el año siguiente no volvían a florecer. Pero, durante una noche, iluminaban el bosque de un carmesí tan intenso que parecía que la tierra estaba en llamas.
Miro a mi alrededor y, durante un brevísimo instante, pienso que si encontré una flor tal vez haya más. Pero solo encuentro el gris sombrío de estas islas muertas.
Mis ramas crujen al dar un paso tembloroso hacia delante. Me acerco a la flor, cautivado, pisando y convirtiendo en polvo las hojas cenicientas. Mi enorme estructura se impone sobre su delicada forma. Me inclino hasta que mi cara casi toca los pétalos de dulce aroma. Las potentes aguas de mi duramen se agitan, despiertan al reconocer lo que tengo ante mí. Vida.
El cuello de la flor está ladeado como con curiosidad. Hay venas bermellón intenso recorriendo cada pétalo, y su tallo verde pálido está cubierto con cientos de pelillos plateados y aterciopelados. Podría pasar una eternidad disfrutando de cada una de sus partes.
Crece en todo momento y cambia sutilmente, su tallo cada vez es más alto y sus pétalos se abren lentamente. Me hechiza cada movimiento, por insignificante que sea. Observo cómo el capullo se abre para mostrar los filamentos extendiéndose desde dentro; su aroma embriagador me inunda la mente de color. Durante un instante me olvido del frío, del viento vacío y de mi propia amargura.
Una pálida luz titila y me encojo. Una figura brillante se acerca. Siento un hormigueo en la corteza. No hay aliados en estos bosques sin sangre.
Vuelve el espíritu maldito, atraído por el movimiento. La vida no se está tan quieta como la muerte.
Flexiono las extremidades con furia, ya no eludo la violencia. Me gusta.
Durante una noche, existirá en estas islas yermas un ser viviente inmune a las fuerzas corruptas.
El espíritu planea hacia nosotros. Una vez fue humano, pero ahora es translúcido y blanco como los huesos. Su falta de expresión se transforma en un gesto voraz cuando ve la flor roja como la sangre.
El espectro corre hacia la flor e intenta inhalar su frágil vida. Antes de que la flor se marchite y se convierta en una sombra sin vida, lanzo mis extremidades hacia delante y las enrosco en las piernas del espíritu. Chilla, retrocede como si se hubiera quemado, y yo rujo. Los seres antinaturales detestan las aguas subterráneas de mi interior.
Se retuerce y consigue soltarse. Levanto las raíces y las golpeo contra el suelo. El impacto divide el suelo estéril y envía ondas por toda la tierra. Las reverberaciones golpean al espectro, que se tambalea de sufrimiento. Me río amargamente. Mientras se revuelve, lo atravieso con mis extremidades, y entonces se disuelve.
Una niebla oscura surge del suelo acompañada de una peste repugnante. El viento gime y decenas de espíritus se materializan ante mí; sus rostros estridentes observan boquiabiertos la escena. La flor nocturna y yo crecemos ante el muro de sombras. No permitiré que destruyan lo único puro que existe entre tanta oscuridad.
Golpeo con toda mi rabia y los repelo con una fuerza implacable. No puedo destruir a todos los espíritus de las islas, pero puedo contenerlos un tiempo. Un espectro intenta atravesarme. Aúllo al elevar mis raíces para perforar su corazón, y se disipa en la niebla.
Mis fuerzas se agotan con tantos espíritus cerca, pero me niego a ceder.
La flor crece brillante bajo la luz de la luna, ajena a esta batalla por su existencia. Un solo pétalo carmesí cae de la flor perfecta como una gota de sangre. Su ciclo se está acabando, trayendo la muerte y, con ella, el descanso. Pero no lo ansío. Siento que mi furia podría acabar completamente con la plaga que asola la isla.
La niebla maldita se ha elevado por encima de los árboles y se arremolina en grandes nubes. Una horda infinita de espíritus surge de la niebla con las bocas abiertas y un hambre malsana. Me alzo lo más que puedo y golpeo a los espíritus voraces con mis extremidades, convirtiéndolos uno a uno en polvo. Pero vienen más.
Aúllo al transformar el viento en una espiral retorcida, y alimento la tormenta con mi ira hasta que se convierte en un torbellino tempestuoso. Me deleito en el caos que genera el torbellino mientras gira en un círculo frenético alrededor de la flor y de mí. Manda violentamente a los espíritus más allá de los árboles. En medio de esta pesadilla, he creado un santuario en el que puede desarrollarse la vida.
Me giro hacia la flor. Estamos juntos y en silencio en el ojo de la tormenta, aún en medio de toda la locura. Un segundo pétalo ardiente cae de la flor nocturna, y luego otro. El torbellino me drena la energía, pero no flaqueo, y la tormenta sigue rugiendo. La flor se inclina por momentos hasta que mira hacia el suelo. Es perfecta en su lenta y natural decadencia. No puedo mirar a otro lado mientras pierde su corona de pétalos ardientes y se marchita del todo.
Está muerta.
Bajo las ramas y el torbellino se calma. Por encima de mí, el cielo es de un gris pizarroso, lo más brillante que puede estar en este sombrío lugar. La melancolía de la niebla lo invade todo de nuevo y los espíritus regresan. Sus caras no tienen expresión, ya no sienten la vida ilícita de la flor nocturna, ya no esperan el gozo de una nueva muerte.
Se retiran a los bosques vacíos. Atravieso a un espectro con mis raíces según pasa por mi lado, y esparzo su esencia en la niebla evanescente. Los otros se escapan a mi alcance en su vuelta a la pesadumbre.
Aunque parece que las islas no han cambiado, ya no son la misma tierra baldía que eran ayer. Las aguas de la vida se agitan en mi interior y el suelo bajo mis raíces vuelve a ser fértil.
Aunque sus pétalos se transformaron en polvo, la luminosa flor nocturna arde como el fuego en mi interior y prende mi furia. Del mismo modo que estas islas nacieron de una roca en llamas, yo las purificaré de su pestilencia con una llamarada ardiente.
Sigo a los espíritus rezagados mientras se escabullen por los árboles huecos.
Pagarán por su perversidad.
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Universo lol / League Of Legends
RandomHistorias relacionadas con el mundo del videoclub de League of Legeds sacadas de la pagina de universo, autobiografías como historias cortas. Claramente todas estas historias son de Riot Games y son solo de la página universo.