El llamado de las sombras/ Historia corta

33 0 0
                                    


Saito Takeda apoyó los codos en la superficie lacada de su escritorio. El cuero grueso de sus guantes crujía mientras golpeteaba entre sí las yemas de sus dedos. Lo que en años pasados habían sido gruesas masas de músculos, lentamente se había transformando en grasa, pero él seguía siendo un hombre grande e intimidante. Su mirada era inescrutable y sus ojos habían sido ocupados hace tiempo por unos lentes negros reflectantes, fríos y faltos de alma.

Un par de guardaespaldas de enorme tamaño permanecían a cada uno de sus lados. Eran lo mejor que el dinero podía comprar; el brillante, aunque trastornado, científico Singed había convertido sus cuerpos en brutales armas de tecnología química.

La inherente violencia y ambición de Takeda lo habían hecho salir de sus humildes orígenes para convertirse en uno de los barones químicos más poderosos de Zaun, quienes eran los infames gobernantes de las entrañas de la ciudad. Hoy planeaba la caída de otro de sus rivales.

'Hazla pasar, Ortos', dijo, en medio de la nube de humo que había exhalado.

Las cadenas ocultas tintineaban y se tensaban, y las oscuras puertas de hierro de su oficina se abrieron por completo con un chirrido. Otros dos guardaespaldas permanecían afuera prestando vigilancia silenciosa. Demasiados cuidados nunca son suficientes. Takeda lo había aprendido por las malas, como lo atestiguaban sus diferentes cicatrices.

El chambelán calvo de Takeda, Ortos, dio un paso adelante llevando a una pequeña figura hacia la entrada.

Las sombras no se despegaban de ella, por lo que era difícil distinguirla claramente, aunque Takeda pudo ver por un instante parte de una piel de tono azul y un par de ojos voraces que reflejaban los apliques de fuego químico de la oficina. Sintió una extraña sacudida de aprensión ante su presencia, pero la ignoró. Era uno de los hombres más temidos en Zaun; ¿por qué debería sentirse incómodo en su propia oficina?

'La señorita Evelynn', anunció Ortos.

Takeda hizo una seña con su mano enguantada. Ortos se retiró y las puertas se cerraron tras él. Evelynn avanzó con paso despreocupado, moviéndose con una gracia sublime y los tacones de sus botas resonaban dejando un marcado eco.

Se detuvo de repente del otro lado del amplio escritorio de Takeda y posó las manos en las caderas. Ahora él podía verla más claramente, ya que las sombras habían quedado atrás, en las esquinas de la sala.

Su delgada figura vestía un cuero rojo brillante y sus ojos eran amarillos y almendrados, como los de un gato. Una salvaje melena de cabello carmesí enmarcaba su rostro y unos filosos caninos brillaban a medida que sus labios se separaban para formar una sarcástica y burlona sonrisa.

'Me han llamado de muchas maneras', dijo ella 'pero, ¿señorita? Esa es nueva'.

Takeda se reclinó en su asiento, analizándola. 'Por aquí muchos te llaman la Hacedora de Viudas'.

Evelynn se encogió de hombros. 'Al menos es preciso'.

'En lo que a mí respecta, nunca me he casado', dijo Takeda. 'Pero el que quiero que mates, el Barón Artega Holt, tiene esposa. Dos, en realidad, y una multitud de amantes'.

'Suena totalmente encantador. Seguro lo extrañarán muchísimo', susurró Evelynn. 'Me encantará conocerlo'.

'Antes de encomendarte esta tarea, necesito tener algún tipo de garantía', dijo Takeda. '¿Cómo sé que eres la indicada para este trabajo?'

'¿Vas a hacer que te lo demuestre? ¿Degollando a alguien en un callejón, tal vez?', preguntó ella con un dejo de irritación en la voz. '¿Hace tanto que no piso Zaun que realmente tengo que hacer una audición?'

Universo lol / League Of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora