Garen El poder de demacia/ Campeones

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''Este reino y su gente me han dado todo. ¿Qué clase de hombre sería si diera menos que eso a cambio?''

~ Garen



Garen es un guerrero de Demacia que ha dedicado su vida a defender al reino y sus ideales. Equipado con su armadura resistente a la magia y su espada, Garen pone su vida en riesgo tanto por su nación como por sus colegas.

Nacido en la familia Guardia de la Corona (un título honorífico otorgado a la familia a cargo de proteger al rey), Garen y su hermana menor, Lux, provienen de un largo linaje de la nobleza demaciana. El padre de Garen, Pieter, dedicó su vida a la defensa del Rey Jarvan III y, en preparación para su honor heredado, Garen entrenó para defender al hijo del rey, Jarvan IV, quien sería el siguiente en reinar. Conociendo el importante papel que desempeñaría en la vida adulta, la familia de Garen le inculcó un inquebrantable orgullo por Demacia y todo lo que representaba.

Demacia había sido fundada por los desgastados sobrevivientes de las Guerras Rúnicas, aquellos que buscaban una vida de paz después de soportar la indescriptible destrucción provocada por el mal uso de la magia. Muchos no hablaban de aquellos días oscuros, pero el tío de Garen hablaba sobre ellos con frecuencia. Era uno de los mejores exploradores de Demacia. Alerta en su búsqueda de mantener a Demacia a salvo de la magia, el tío de Garen se aventuraba en los bosques que estaban más allá del muro de la ciudad a para acabar con las amenazas mágicas. Le contó a Garen que el mundo exterior guardaba innumerables maravillas, pero también estaba lleno de innumerables peligros. Un día, algo –fueran magos, criaturas del Vacío o algo inimaginable– atacaría sus muros, porque los tiempos de paz nunca duran mucho tiempo en este mundo. Aunque duran más si se los defiende.

Siete meses después, el tío de Garen murió en un trágico accidente. Se dijo que había muerto en combate, pero Garen pronto escuchó los susurros que circulaban en la hacienda familiar, sobre un hechizo mágico de sangría que había terminado con la vida de su tío. Esto confirmó los peores miedos de Garen acerca de la magia y juró, furiosamente, nunca permitir su presencia dentro de los muros de Demacia. Solo al seguir los ideales demacianos, solo al mostrar la fuerza de demaciana, podía el reino mantenerse a salvo de la influencia impura de la magia.

Todo Demacia parecía apoyar a Garen tras la muerte de su tío. Extraños en la calle, incluso plebeyos con pocas pertenencias, expresaban sus pésames, le hacían regalos en señal de respeto y le ofrecían su inconmensurable apoyo. Rodeado de compasión, Garen vio a Demacia como un reino de unidad donde la gente cuidaba de sus coterráneos, sanando las heridas de los otros como si fueran heridas propias. Vio una Demacia ideal, donde nadie estaba verdaderamente solo.

Aun así, la amenaza inminente de la magia ocupaba la mente de Garen y lo hacía ver monstruos donde no los había. Batallaba con una sospecha persistente acerca de que su hermana, Lux, tenía poderes mágicos, pero nunca pensó en la idea por mucho tiempo. Pensar que un Guardia de la Corona tuviera los mismos poderes prohibidos que mataron a su tío era demasiado insoportable para confrontar tal pensamiento.

A los doce, se fue de casa y se unió a las filas de la Vanguardia Intrépida. Pasaba días y noches enteros entrenando y estudiando la guerra, y hasta renunció a amistades cercanas y a relaciones amorosas. Dedicaba cada minuto del día a perfeccionar su manejo de la espada, incluso cuando sus lecciones ya habían terminado. Casi todas las noches, sus superiores tenían que quitarle la espada de práctica para que no se escabullera y practicara con su propia sombra.

Mientras entrenaba con la Vanguardia, Garen conoció a Jarvan IV, el chico que probablemente se convertiría en el siguiente rey de Demacia y, por lo tanto, el futuro protegido de Garen. La presencia de Jarvan lo motivó a pelear incluso más duro; veía grandeza en el príncipe, a pesar de su edad. Rápidamente se volvieron amigos, siempre dispuestos a entrenar juntos. Cuando terminó el entrenamiento, Garen le dio a Jarvan una insignia con un sello en relieve del emblema del águila demaciana, como recordatorio de que él siempre cuidaría a su nuevo hermano.

Durante los ataques noxianos en Demacia, Garen se ganó la reputación de ser un guerrero implacable, uno de los mejores en todo el reino, dispuesto a arriesgar su vida para proteger a sus compañeros y derrotar al enemigo. Recibió la flecha de una ballesta en el pecho para salvar a uno de sus hombres durante la búsqueda del cáliz de la abundancia freljordiano. Caminó sin armadura a través del Bosque del Silencio para emboscar a los fétidos siervos del Rey Rancio.

A pesar de su coraje y habilidad, el mayor fracaso de Garen ocurrió en medio de una ofensiva noxiana, donde fue incapaz de proteger a su príncipe. Desestimando el consejo de su asesor, Jarvan IV y sus tropas persiguieron a un grupo en retirada de noxianos. El joven Jarvan estaba determinado a vengar a los cientos de habitantes masacrados y no vio la imprudencia de su plan. La retirada noxiana era una trampa y tanto él como sus soldados fueron capturados.

Garen estaba furioso consigo mismo por no estar cuando Jarvan más lo necesitaba. Sabía que Jarvan era propenso a tomar decisiones precipitadas en el calor de la batalla y se culpó a sí mismo por no anticipar la impulsividad del príncipe. Garen lideró a un destacamento de caballeros y se fue en búsqueda de su príncipe cautivo.

Garen y sus hombres descubrieron el campamento noxiano y encontraron la armadura desechada de Jarvan junto a un poste de ejecución lleno de sangre. La insignia del águila de Demacia destellaba desde el charco pegajoso color carmesí. Aunque Garen registró la espesura en búsqueda del príncipe, sabía en lo más profundo de su corazón que Jarvan estaba muerto.

Durante días, el joven guerrero se sintió inconsolable. No podía dejar de culparse a sí mismo por la muerte del príncipe, aunque su familia y sus compañeros intentaron convencerlo de lo contrario. Recordaba cómo el reino se había reunido alrededor de él al ocurrir el fallecimiento de su tío y deseó poder hacer lo mismo por los familiares de los soldados muertos en batalla. Se estableció en los cuarteles con sus compañeros en entrenamiento y todo lo que ganaba fue destinado a apoyar a las familias de los caídos.

Al escuchar esto, el Rey Jarvan III quedó impresionado con la humildad de Garen y el reflejo puro de los ideales de Demacia. El Rey estaba afligido por la muerte de su hijo, pero reconoció el coraje de Garen, un guerrero que veía a todos los demacianos como si fueran su propia familia. El Rey honró a Garen, recordando a su gente que los demacianos nunca están solos, ni en la batalla, ni en el hogar.

A pesar de que la hermana de Garen, Lux, había seguido los pasos de su hermano sirviendo a la corona en la capital de Demacia, su relación era distante. Garen se rehusaba a reconocer las cosas que había sospechado antes de que se fuera a entrenar con la Vanguardia. Aunque siempre había amado a su hermana, una pequeña parte de él tenía problemas para acercarse a ella. Intentaba no pensar acerca de lo que su deber lo forzaría a hacer si sus sospechas eran confirmadas.

Hoy, Garen está listo para defender a Demacia con su vida. En las ocasiones poco frecuentes en las que un mago deshonesto o un espía noxiano es descubierto dentro de las fronteras de Demacia, Garen es el primero en ofrecer su espada. Se yergue con determinación sobre el muro de Demacia, defendiendo su hogar de todos los enemigos. Garen es más que un formidable y temido soldado de Demacia, es la representación de sus valores fundamentales: fuerza, coraje y unidad.

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