Ensamble/ Historia Corta

33 0 0
                                    


El estómago regordete del Aullido Ascendente se cierne ante mí, moviéndose con su interminable maquinaria y su elaborado herraje. Algunos dicen que el Aullido obtuvo su nombre por el lobo de hierro que aúlla sobre la cúspide del elevador hexadráulico, otros juran que el fantasma de un gentil sirviente con un velo negro atormenta la cabina y que, cuando el Aullido lo aleja de su amor perdido en Zaun, el sonido de sus lamentos reverbera y sacude su base metálica. Muchos piltovianos, convencidos en su propio criterio del sonido, están seguros de que el nombre se refiere al viento frío que silba en el precipicio debajo de la ciudad.

Pero para mí, el Aullido no es un lamento solitario. Es una orquesta de sonidos, una mezcla melódica de cientos de sonidos únicos. Es por eso que la máquina me atrae.

El elevador con múltiples niveles, soportado por tres vigas estructurales que abarcan la extensión de la ciudad, desciende al nivel del Malecón y se detiene tambaleando.

''¡Desembarco al Malecón!'', anuncia la conductora, su voz es amplificada por un altavoz en forma de campana. Se ajusta las gafas gruesas mientras habla. ''Los Mercados Linderos, Colegio de Tecmaturgia, Centro de Horticultura''.

Los pasajeros salen del elevador. Docenas de pasajeros abordan y se propagan por sus pisos: comerciantes viajando a Zaun para negociar en los bazares nocturnos, trabajadores regresando a casa para dormir, zaunitas adinerados que visitan las flores nocturnas en las cúpulas de vidrio en los cultivaires. También están los polizones ocultos que han hecho del Aullido su hogar. Los observo escurriéndose en las sombras: ratas con plaga, liebres sombrías y escarabajos color verde esmeralda.

A veces bajo por el precipicio hacia el Sumidero, pero esta noche deseo oír el armónico sonido que sé que creará el elevador.

En lugar de entrar por la puerta, doy la vuelta en el exterior y aseguro mi empuñadora a la última barra donde una sujeción de acero rodea la venta de vidrio. Mis placas metálicas suenan mientras escalo hacia la parte superior del Aullido, los pasajeros me miran fijo y la conductora hace una mueca. Mi conocimiento de expresiones faciales crece cada día.
La mayoría de los pasajeros viajan dentro del compartimento, alejados del frío y del hollín. Pero afuera, al aire libre, puedo escuchar el satisfactorio ruido de las piezas mecánicas acomodándose y el suave silbido del vapor liberándose mientras nos adentramos en Zaun. Además, no entro fácilmente por la mayoría de las puertas.

Un niño pequeño se aferra a la mano de su padre, un chatarrero de Zaun, y me mira boquiabierto por la ventana. Le guiño el ojo y su boca se abre en lo que me parece es una expresión de sorpresa. Se agacha detrás de su padre.

''¡Bajando!'', dice la conductora. Toca una campana grande y ajusta los discos en una brillante caja roja. Casi puedo sentir los comandos zumbar mientras se disparan dentro de los cables hacia el motor del elevador.

Debajo de nosotros, las cúspides de hierro de las torres de Zaun y los cultivaires de vidrio verde destellan como velas en la tenue luz. El Aullido ronronea y chirria mientras baja en espiral contra las tres altas vigas, sujetadas con hierro, acero y vidrio. Una ráfaga de vapor silba del tubo más alto.

Dentro de la cabina, el chatarrero del sumidero y su hijo echan un vistazo a un músico que afina su chitarrone de cuatro cuerdas y comienza a tocar una sonora melodía. Su canción se sincroniza con el repiqueteo de los mecanismos y el ronroneo de la maquinaria del Aullido. El padre mueve el pie al ritmo de la canción. Un escarabajo cierra abruptamente sus tenazas mientras se aleja de la pesada bota del hombre. Una pandilla de químico-punks se apoyan en la pared en reposo, una pausa muy inusual en comparación con sus excursiones frenéticas por la ciudad.

El Aullido ronronea en su perfecta fusión de sonidos durante su descenso. Me maravillo con la sinfonía y me doy cuenta de que estoy tarareando con los tonos profundos de los zumbidos. El ritmo me penetra y me pregunto si los demás a mi alrededor también lo sienten.

Universo lol / League Of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora