La muda de piel/ Historia corta

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Cassiopeia se posó en un rugoso techo para observar los callejones serpenteantes y las calles colmadas de Noxus. Relajada con el fresco aire nocturno, lucía un vestido suelto de seda translúcido que dejaba ver los contornos de sus curvas, donde la suave piel se mezclaba con escamas superpuestas de un sinuoso cuero de serpiente.

El aroma a carne asada se elevó hasta alcanzar el oculto nido de Cassiopeia, pero no pudo opacar el repugnante hedor que producían las miles de personas que vivían aglomeradas una arriba de la otra. Su boca ardió cuando el nocivo veneno se mezcló con su saliva. Dobló su musculosa cola, haciendo quebrar la mampostería y dejando caer trozos rotos de piedra a las calles.

Las ratas se dispersaban de la zona en la que caían los fragmentos. Los mugrientos pilluelos callejeros salían disparados de las esquinas al oír susurros de figuras encapuchadas entre las sombras y los tumbos de fornidos soldados que entraban y salían de las tabernas. Todo pasaba inadvertido para la predadora que acechaba desde las oscuras alturas.

Cassiopeia pasó su mano en forma de garra por su escamoso costado, mientras su serpentina figura continuaba oculta entre las sombras. En esos días, ella solo aparecía bajo el velo de la noche. Alguna vez fue una poderosa figura en Noxus: los asesinos morían ante el menor de sus caprichos, los soldados develaban sus más oscuros secretos y los generales seguían con gusto sus consejos con la esperanza de obtener su apoyo. Cassiopeia suspiró; ya no era una voz influyente en la sociedad noxiana. Dejó de serlo cuando la redujeron a esta grotesca abominación oculta.

Desde su regreso de Shurima, Cassiopeia se había ocultado en la cripta de su familia, temerosa de su transformación. Permaneció sola en el frío y húmedo panteón durante semanas, desbordada del asco que sentía por su serpentino cuerpo y llorando la pérdida de su vida aristocrática. Finalmente, un creciente deseo de cazar se apoderó de ella y la hizo aventurarse a deambular por la ciudad de noche mientras su familia dormía.

Cassiopeia salió de su estado de ensueño al ver a un soldado de hombros anchos con un peto de cuero que salía dando tumbos de una taberna con un trago en la mano. Finalmente; este era el hombre que había estado esperando. Observó sus movimientos desde arriba y lo siguió silenciosamente por las murallas y los arcos hasta que el hombre entró a un patio vacío. Perfecto. Cassiopeia se deslizó a un techo adyacente con los ojos encendidos por el instinto depredador.

Su figura proyectó una sombra hacia el soldado, quien se volvió con rostro ebrio y desafiante.

''¡Sé que estás ahí! ¡Muéstrate!'', dijo.

La cola de Cassiopeia se sacudió a la expectativa y su bífida lengua se extendió y saboreó el aire. Ella sintió el dulce aroma de la sangre del desgraciado en sus pulmones, luego exhaló con gran satisfacción.

''¡Pelea cara a cara!'', gritó él. ''No dejaré que me ataquen desprevenido como a un animal''.

Cassiopeia soltó un silbido de enojo. Para cuando el soldado alzó la mirada, ella ya se había deslizado al lado opuesto del patio y había quedado colgando sobre él, siempre oculta entre las sombras.

''Te crees mejor que un animal, ¿verdad?'', preguntó.

El hombre giró la cabeza abruptamente intentando buscar el origen del sonido de su voz.

''¿Cómo te cruzaste tan rápido?'', exclamó él. Su tembloroso tono hizo evidente la falsedad de su bravuconería.

''Ni las bestias son tan salvajes como tú'', dijo Cassiopeia.

Sin aliento, el hombre comenzó a alejarse, buscando una salida. Golpeó fuertemente cada una de las puertas, pero todas estaban trabadas. Cassiopeia imaginó su mente apresurada por resolver el acertijo de quién lo acechaba y por qué.

Universo lol / League Of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora