Ansiedad

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Capítulo 43

—Espero que los chicos no vean esto...—suspiré. Me agaché un poco para tomar agua entre mis manos y lavarme mi rostro. Cuando levanté mi mirada hacia el espejo, mi corazón se detuvo unos segundos.

—Ji, deja de hacer eso—coloqué mi mano sobre mi corazón y Ji sonrió.

—Ely...—me llamó y mi cuerpo se estremeció. Sus ojos ardían en deseo.

Lo vi acercarse hacia mí y como no había espacio donde correr me vi encarcelada entre sus brazos y el lavabo. Lo vi relamerse los labios y yo repetí el gesto. Luego pasó la punta de su lengua por el contorno de mis labios, un pequeño mordisco en mi labio inferior y luego me besó.

Mis manos picaban ansiosas por acariciar su cuerpo. Las coloqué al final de su camisa y empecé a tirar hacia arriba. Él entendió el mensaje porque se separó de mí, se la quitó y luego volvió a besarme. Mis manos ansiosas recorrieron su pecho y bajaron hasta su pantalón. Su erección se podía sentir por sobre la tela y volví a estremecerme. No dudé ni dos segundos en invadir por debajo del pantalón y para mi deleite no llevaba bóxer. Lo acaricio un poco con movimientos ascendentes y descendentes. Separamos nuestros labios, lo veo estremecerse y lanzar su mirada hacia arriba. Aprecio como los músculos de su pecho se contraen y se relajan. Me relamo los labios. Sus tatuajes se ven más apetitosos que antes y no puedo evitar inclinarme y lamer los que tengo a la vista.

—Ely...—jadea mi nombre pero yo sigo con lo mío.

Repaso con mi lengua alrededor de su pezón y saco la mano de dentro de su pantalón. Agarro el elástico y lo hago descender. Su erección se libera como un resorte y vuelvo a relamerme los labios. Él al ver mi expresión sonríe petulante.

Se acerca a mí, con la mirada me ordena que me quite la camisa y luego mi ropa interior, las aviento. Mi centro se contrae y se humedece. Su mirada es intensa y sofocante. Luego veo como se quita su pantalón y lo hace a un lado. Recorro cada pedazo de piel y una vez más sus tatuajes me encienden.

Con la poca confianza que aún me queda, me inclino lentamente hacia adelante y empiezo acariciarle la cabeza con el pulgar mientras sus ojos intensos observan mi mano. Sonrió internamente, la perra en mí está feliz de verlo a mi merced. Le envuelvo la base con la mano y veo que el contacto hace que se estremezca.

—Joder, Ely—resuella, y al segundo siguiente sus labios devoran los míos. Marco un ritmo lento y constante, aumento la velocidad cuando siento que su boca se aprieta cada vez más contra la mía. Su mano se oculta entre mis piernas y, con un leve roce de su pulgar sobre mi clítoris, hace que mi cuerpo se estremezca de placer y no puedo evitar soltar un pequeño gemido en su boca. Su respuesta es morderme el labio.

—Ely...te voy hacer gritar de placer...— ¡JODER! Y más ¡JODER! Cada pensamiento racional hace mucho había abandonado mi cuerpo. La perra que hay en mí gritaba SÌ, JÒDEME HASTA NO PODER CAMINAR MÀS.

Movimiento de caderasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora