Capítulo 50
Lo que quedaba de la semana terminamos nuestros últimos proyectos, conversé un par de veces con mi mamá y con algunas de mis amigas de Ecuador. Katia aún no me había mostrado lo que había confeccionado para mí, me dijo que era una sorpresa.
El día había llegado y nuestra habitación se había convertido en un gabinete de belleza. Yo había terminado de ducharme y literalmente Sun se arrojó al baño. Por suerte Em ya se había duchado. Katia y Nesa estaban arreglando a Em.
—Aplícate esta crema—me tendió dos botellas—por todo tu cuerpo y luego ponte por la zona de tus senos y en la parte interna de tus muslos el splash—la miré unos segundos.
—Sólo hazlo—me dijo. Era mejor no preguntar. En el baño me había colocado la ropa interior que me dijeron debía ponerme.
Cogí un poco de la crema y esta olía delicioso. No sabría definir a qué exactamente olía. Me la unté por las piernas, brazos, vientre y todas las zonas que Katia ordenaba ponerme. Luego procedí a esparcirme el splash y este tenía un toque a olor a rosas. Me dijo que untara crema por mis hombros y cogió crema y me la pasó por la espalda.
—Ahora sí, empecemos contigo—me dijo.
—Ten—me entregó por fin mi traje y sentí mis mejillas arder.
— ¿No crees que es algo atrevido?—ella se alzó de hombros.
—Es Halloween, todo se vale esta noche—suspiré. Con algo de renuencia me coloqué el vestido. No era que estuviera feo ni mucho menos, sólo era que sentía que mostraba mucha piel. El vestido me llegaba casi cinco centímetros por encima de la rodilla y tenía un corte en V en la parte del pecho. Era de color negro, al igual que mi ropa interior.
—Amiga, vas a matar a Ji esta noche—me molestó Em y me sonrojé.
—Pero mira quien habla, "arrésteme oficial"—ella empezó a reírse. Llevaba un chalequito que mostraba un poco de su vientre y tenía una pequeña V que dejaba ver un poquito sus senos, no como el mío. Además llevaba una falda que era un poco más corta que la mía
—Envidio tus caderas y trasero amiga—me dijo Sun. Ella llevaba puesto un chaleco blanco y una falda de tablones negro. Era casi del mismo largo que mi vestido.
—Haber vuelta, vuelta—me dijo Nesa y yo me giré poco a poco y mis amigas movieron su cabeza en señal de aprobación. Casi me recordaban a esos adornos que ponían en los autos donde la cabeza se movía hacia arriba y hacia abajo cada que el carro se ponía en movimiento.
—Diez dólares a que la encierra a la primera oportunidad que tengan—dijo de repente Katia y yo sentí mis mejillas arder.
— ¿Cuánto crees que dure?—dijo Em.
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Movimiento de caderas
RomanceEl sueño de toda su vida era obtener una maestría en el extranjero, en cualquier país. El conocer la cultura asiática en especial la coreana, la dejó fascinada y desde ese instante se convirtió en su meta a seguir. Nunca se imaginó que allá se enco...