Momento de felicidad

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Capítulo 29

Empecé removerme, sentía algo pesado y cálido rodearme pero entre más me movía más era atraída hacia eso cálido. Abrí lentamente mis ojos y me saludó un muy dormido Ji Yong. Todos los acontecimientos de anoche golpearon mi conciencia y sentí mi rostro arder. Claro que no me arrepentía de lo que habíamos hecho. Mi mirada viajó hacia mi cuerpo y dejé escapar un suspiro de alivio, la camisa de Ji cubría algo de mi desnudez. No recordaba en qué momento me la había puesto pero ni siquiera recordada en qué momento me había quedado dormida.

Admiré un poco su rostro y no podía evitar sonreír como una boba. A pesar de los años que sopesaba en este hombre, su rostro delicado no perdía aquellos rastros de niño, por lo menos no cuando estaba dormido o cuando sonreía. Mis dedos picaban y empecé a delinear cada rasgo de su rostro. Sus pestañas, sus ojos, su nariz y al hacerlo él hizo un movimiento con la misma como un conejo. Una risa tonta escapó de mis labios, aquel acto era tierno.

Mi dedo se deslizó por su perfil y luego el contorno de sus labios. Aquellos pecaminosos labios habían recorrido cada resquicio de mi piel. Mi cuerpo se estremeció ante aquel recuerdo. Luego seguí bajando y me volvieron a picar las ansias de morder su piel. ¿Algún día se acabarán estas locas ganas de dejarlo marcado? Yo creía que no.

—Si sigues así no respondo de mí—escuché su ronca voz y mi cuerpo se volvió a estremecer.

—Buenos días, Ji—le saludé. Abrió sus hermosos ojos y los clavó en mí. En ellos había una chispa muy singular y le sonreí.

—Buenos días, Ely—y ahí estaba la sonrisa que tanto me gustaba. La de mi ángel adorado.

— ¿Tienes clases hoy?—mis ojos se abrieron de par en par.

— ¡Oh, Dios mío!—claro que tenía. Estábamos en semana de pruebas.

— ¿Qué hora es?—me levanté de golpe y tuve que cerrar los ojos un momento. Nunca te levantes de golpe, no señor.

—Son las 8 y media—me dijo sonriente. Le aventé una almohada.

—No te rías—me levanté y cuando quise ponerme de pie, mis piernas fallaron y caí al suelo.

—Ely...—sentí sus brazos alrededor de mi cintura y me ayudó a ponerme de pie.

—Ten cuidado...—me dijo con voz preocupada.

— ¿Qué...?—le dije mientras lo miraba a los ojos y él me sonreía con autosuficiencia.

— ¿Creías que era una mentira lo de ponerte de pie?—me molestó. Le di un leve golpe en su pecho y luego me percaté que sólo estaba en ropa interior. Mi boca se hizo agua.

—Pervertida...—me dijo mientras reía.

—Tonto...—le saqué la lengua.

—En vez de burlarte de mí, ayúdame a llegar al baño. Necesito tomar una ducha—él sonreía y con algo de esfuerzo llegamos a la ducha.

Movimiento de caderasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora