—Ya déjate el vestido en paz—me regañó por ¿quinta vez? Ya había perdido la cuenta de las veces que Em me repetía lo mismo.
—Me siento desnuda—le respondí.
—Estás hermosa—me dijo mi mejor amigo. Solo pude suspirar.
—Lo dices porque eres mi amigo—sentí como muchas miradas se posaban en mí.
— ¡Qué!—les dije a la defensiva.
—No podemos contigo—me dijo Em.
—La verdad es que no. Soy mucho para ustedes—ellos negaron con la cabeza.
El ambiente se volvió ligero a nuestro alrededor. Ellos odiaban que me menospreciara pero no podía evitarlo, nunca me había sentido muy atractiva que digamos. Mi autoestima no es la mejor pero tampoco la peor. No he mantenido una relación amorosa con nadie y tampoco he salido en citas como cualquier chica normal de mi edad. Eso era algo lamentable, si me lo preguntan.
—Llegamos—anunció Em sumamente emocionada.
Empezamos a descender del carro y mi mejor amigo me ofreció una mano, cosa que le agradecí no me sentía segura con ese vestido.
Observé la cantidad exagerada de gente queriendo entrar y recién en ese instante a mi mente vino el fugaz recuerdo de lo emocionada que estaba Em de venir a esta discoteca. ¿Qué tenía de especial? Quería preguntar pero me quedé callada, lo más probable es que lo vaya averiguar muy pronto. Por alguna extraña razón me sentía ansiosa pero lo atribuí al vestido que estaba usando. No es que fuera muy corto pero este era apegado al cuerpo.
Mi amiga le susurró algo al guardia y la dejó pasar. Sentí la mirada del tipo en mí pero la ignoré por completo y me aferré aún más a In. Odiaba ser el centro de atención.
Empezamos a avanzar dentro del lugar y vi como Em escaneaba la zona como buscando a alguien. No sabía a ciencia cierta a quién exactamente, pero tenía un leve presentimiento que muy pronto lo iba a averiguar. Seguimos caminando unos minutos más mientras encontrábamos alguna mesa vacía, cosa que era casi imposible porque había mucha gente.
—Mira ahí hay una—literalmente Em empujó a todo el mundo para llegar a la mesa. In y yo nos miramos y negamos con nuestra cabeza.
—Vamos—él tomó una de mis manos y me empezó a guiar por el camino. La música que sonaba me era familiar y quise empezar a moverme.
Luego de unos cuantos "lo siento" llegamos a nuestro destino. Em se había desaparecido dejándome con In y el resto de los chicos.
—Tú si conoces mis gustos—le dijo Patrick. Él era de USA. Al igual que muchos de nosotros le encantaba la cultura asiática.
—Toma cariño—Em me trajo una copa. La miré unos segundos preguntándole con la mirada qué era la bebida que me daba.
—Tú sólo bebe y no preguntes—mis amigos rieron, porque esa la respuesta que yo le daba a Em cada vez que me preguntaba algo.
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Movimiento de caderas
RomantizmEl sueño de toda su vida era obtener una maestría en el extranjero, en cualquier país. El conocer la cultura asiática en especial la coreana, la dejó fascinada y desde ese instante se convirtió en su meta a seguir. Nunca se imaginó que allá se enco...