Capítulo 34
—Ely, por cierto ¿por qué estás disfrazada?—empecé a jugar con mis manos.
—Ely...—suspiré.
—Nosotros vinimos...mmm...—rehuía de su mirada.
— ¿De cacería?—su voz sonaba algo molesta y lo entendía.
—No de la manera que lo estás pensando—sus ojos mostraban molestia y enojo.
— ¿De qué otra manera, entonces?—suspiré.
—Quisimos venir a divertirnos, no queríamos que nadie nos reconociera—me alcé de hombros—Además de que alguien pagara nuestros tragos—lo escuché resoplar.
—No me gusta—le sonreí.
—Lo sé—lo miré algo apenada—Estábamos algo tensos y necesitábamos distraernos...—no era una justificación.
—Y por eso vinieron disfrazadas a coquetear...—no pude evitar reírme. Me fascinaba ver a Ji en su pose de chico celoso.
—No te pongas celoso...—él me miró ofendido.
—No estoy celoso—lo negó. Lo más tierno del mundo, un hombre negando no estar celoso.
—Sí, sí...no estás celoso...—lo molesté. Me acerqué y le robé un beso—No te preocupes no hice nada. Katia y Vanesa se iban a encargar de los tragos—le sonreí y él suspiró.
—No lo vuelvas hacer—negué con mi cabeza.
—Es divertido venir a un bar y que nadie te conozca o te reconozca. Nos gusta disfrazarnos—me alcé de hombros.
—Sólo no coquetees con hombres—le sonreí.
—Sí, papá... no lo haré—él me fulminó con la mirada.
—Será mejor que regresemos—asentí. Él tomó mi mano y entrelazamos nuestros dedos. Le di un leve apretón y él me lo devolvió.
Regresamos al bar. Divisé a mis amigos bailando con los chicos. Jalé a la pista de baile a Ji y empezamos a movernos. Entre tanto y tanto él rozaba nuestros labios. Sabía lo que ese pequeño juego causaba en mí pero dos podían jugar el mismo juego. Accidentalmente mis labios y dientes rozaban su cuello y su cuerpo se estremecía. ¡Ja, toma eso Ji!
—Ely...—me susurraba en mi oído y mi cuerpo se estremecía. Lo notaba agitado.
Seguimos con nuestro pequeño juego un rato más. Sabía perfectamente que si no nos deteníamos, íbamos a dar un buen espectáculo. Algo que muchos coreanos no ven a diario. Bueno hace poco lo dimos.
—Ely, si no te detienes...—me dijo mirándome a los ojos y yo me mordí los labios. Lo vi relamerse los suyos y mi respiración se agitó.
Me miraba intensamente y sentía como el calor empezaba a expandirse por todo mi cuerpo. Respiraba agitadamente como yo y sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas, no sabía si era a causa del calor o por otra cosa. Él acercó sus pecaminosos labios hacia los míos y mis ojos se cerraron automáticamente por el tan anticipado beso que jamás llegó.
ESTÁS LEYENDO
Movimiento de caderas
RomansaEl sueño de toda su vida era obtener una maestría en el extranjero, en cualquier país. El conocer la cultura asiática en especial la coreana, la dejó fascinada y desde ese instante se convirtió en su meta a seguir. Nunca se imaginó que allá se enco...