Capítulo 45
Estuvimos un par de horas en la piscina, comiendo bocaditos y bebiendo cerveza. La comida llegó luego de una media hora y nos pusimos a comer. Después volvimos a meternos en la piscina, claro respetando la hora para que la comida hiciera digestión.
—Ely, debemos salir de la piscina...—le sonreí.
Él me ayudó a salir de la piscina. Ambos habíamos bebido un poquito de más. Entre los dos nos dábamos apoyo para poder caminar.
—Voy a abrir una botella de vino...—me dijo de repente.
Me tendió una toalla y empecé a secarme. Le dije que me iba a duchar para ponerme algo seco y él me dijo que iba a la cocina y que luego se iba a cambiar. Tomé una ducha rápida y me coloqué mi ropa. Cuando llegué a la cocina, el jirafo ya se había cambiado.
— ¿Qué haces?—le pregunté cuando lo vi andar de un lado al otro en la cocina.
—Cocinando...—me dijo como si nada.
—Pero si tú no sabes cocinar—le dije molestándolo.
—Estos últimos años he aprendido algo—me dijo mientras me sonreía.
—Oh, voy a tener el honor de comer algo preparado, que no sea el desayuno, por manos del grandioso Top—él infló su pecho mientras asentía.
—Debes sentirte alagada—no pude evitar reírme.
Estuvimos conversando un rato más mientras lo veía dar vueltas, cortar y preparar los alimentos. No tuve que esperar mucho tiempo porque la comida estuvo lista y el delicioso aroma hizo que mi estómago rugiera por comida.
— ¿Te gustó la comida?—me preguntó con un brillo en sus ojos.
—Estuvo deliciosa, ¿cuándo aprendiste a cocinar?—él me sonrió.
—Cuando estuve en el servicio militar tuque que aprender a cocinar para poder alimentarme. Después de eso, empecé a buscar recetas en internet y pues...—señala los platos vacíos.
— ¿Has cocinado antes?—niega con su cabeza.
—Eres la primera a la que le preparo algo—lo miro algo sorprendida.
— ¿Fui tu conejillos de indias?—él sonríe mientras asienta con su cabeza.
—Oh, pues me siento muy alagada—ambos reímos.
—Ven, vamos a escuchar algo de música mientras bebemos algo de vino—me dice mientras coge una botella de vino y un par de copas.
Puso algo de música y entre risas bebíamos vino. De un momento a otro nos pusimos a bailar y seguimos bebiendo. No sabía cuántas botellas de vino habíamos bebido pero sentía mucho sueño y pesadez en el cuerpo.
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Movimiento de caderas
RomanceEl sueño de toda su vida era obtener una maestría en el extranjero, en cualquier país. El conocer la cultura asiática en especial la coreana, la dejó fascinada y desde ese instante se convirtió en su meta a seguir. Nunca se imaginó que allá se enco...