Capitulo 29.

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Justin se sentía orgulloso de ser el tío más generoso del mundo.

Trataba a las mujeres con las que salía como sí fueran reinas y les hacía buenos regalos cuando su relación terminaba.

Nunca había sido infiel y era un amante desinteresado.

Pero el antagonismo de Blue reprimía su tendencia natural a abrir la cartera.

Le dirigió una mirada a su cabello revuelto y a esa pobre excusa de ropa.

No era precisamente una mujer imponente, y bajo circunstancias normales, jamás se habría fijado en ella.

Pero la noche anterior, ella había levantado una señal de stop bien grande y el juego había comenzado.

—¿Y qué vas a hacer? —le preguntó.

—Bueno... — Blue se mordisqueó el labio inferior—. La verdad es que no conozco a nadie en Kansas City, pero tengo una compañera de universidad que vive en Nashville. Y ya que vas a pasar por allí...

—¿Quieres que te lleve a Nashville? —Lo hacía parecer como si le hubiera pedido que la llevara a la luna.

—Si no te importa...

No le importaba lo más mínimo.

—No sé. Nashville está muy lejos, y tendría que pagarte las comidas y otra habitación de hotel. A menos que...

—¡No pienso acostarme contigo!

Él le dirigió una sonrisa perezosa.

—¿Es que sólo piensas en el sexo? No pretendo lastimar tus sentimientos, pero, francamente, te hace parecer bastante desesperada.

Era un truco demasiado manido, y ella se negó a morder el anzuelo.

Así que se puso unas gafas de sol baratas de aviador que le hacían parecer Bo Peep a punto de pilotar un F-18.

—Tú sólo conduce y sigue tan guapo como siempre —dijo ella—. No hay necesidad de que te exprimas el cerebro dándome conversación.

Tenía más temple que ninguna mujer que hubiera conocido.

—La cosa es, Blue, que no soy sólo una cara bonita, también soy un hombre de negocios, con lo cual espero ver los frutos de mi inversión.

Debería sentirse tan jodidamente ofendido como sonaba, pero en realidad estaba disfrutando demasiado.

—Tienes un retrato original de Blue Bailey—dijo ella—. También tienes un vigilante para tu coche y una guardaespaldas que alejará a tus admiradores. Honestamente, debería cobrarte. Creo que lo haré. Doscientos dólares hasta llegar a Nashville.

Antes de que él pudiera soltarle lo que pensaba de esa idea, SafeNet los interrumpió.

—Hola Boo, soy Steph,

Blue se inclinó hacia el micrófono.

—Boo, demonios. ¿Qué has hecho con mis bragas?

Se hizo un largo silencio.

Justin la miró furioso.

—Ahora no puedo hablar, Steph. Estoy oyendo un audiobook, y estaban a punto de matar a alguien a puñaladas.

Castora se bajó un poco las gafas mientras él desconectaba la conexión y lo miró burlona por encima de la montura.

—Lo siento. Estaba aburrida.

Él arqueó una ceja.

La tenía a su merced, pero se negaba a ceder.

Intrigante.

Justin subió el volumen de la radio y tarareó una canción de Gin Blossoms mientras llevaba el ritmo con la mano sobre el volante.

Blue, sin embargo, permanecía perdida en su mundo. Ni siquiera protestó cuando él cambió de emisora después de que Jack Patriot hiciera su aparición cantando «¿Por qué no sonreír?».

Juego de Seducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora