—Parece que es un todo un caracter.
—Dirás más bien que es una chiflada.
Era demasiado educado para mostrarse de acuerdo.
—Sin embargo, no lo es. Mi madre es como es, para bien o para mal. Ha sido nominada dos veces al premio Nobel de la Paz.
—Bueno, ahora sí que estoy impresionado. —Se reclinó en la silla—. ¿Y tu padre?
Ella mojó la punta de una servilleta de papel en un vaso de agua y se limpió el azúcar del donut de los dedos.
—Se murió un mes antes de que yo naciera. Se le derrumbó un pozo que estaba cavando en El Salvador. No estaban casados.
Algo más que Castora y él tenían en común.
Hasta ahora, ella le había contado un montón de cosas, pero no le había revelado nada personal.
Él estiró las piernas.
—¿Quién se encargó de ti mientras tu madre estaba salvando al mundo ?
—Un puñado de personas bienintencionadas.
—No debe de haber sido agradable.
—No fue tan terrible. Eran hippies, profesores de universidad, trabajadores sociales. Nadie abusó de mí ni me maltrató. Cuando tenía trece años, estuve viviendo con una traficante de drogas en Houston, pero en defensa de mi madre debo decir que no tenía ni idea de que Luisa se dedicaba a eso, y salvo por aquel tiroteo en coche, me gustó vivir con ella.
Esperaba que ______ estuviera bromeando.
—Viví en Minnesota durante seis meses con un ministro luterano, pero, como mi madre es muy católica, la mayor parte del tiempo lo pasé con un grupo de monjas activistas.
Ella había tenido una infancia todavía más inestable que la suya.
Ver para creer.
—Por suerte, los amigos de mi madre son muy buena gente. Aprendí un montón de cosas que la mayoría de los niños no suelen aprender.
—¿Como cuáles?
—Bueno..., sé latín y algo de griego. Sé hacer una pared, plantar un huerto orgánico, soy una excelente manitas y una cocinera fuera de serie. Apuesto lo que sea a que no puedes superar eso.
Él hablaba condenadamente bien en español y también era un buen manitas, pero no quería echarle a perder la diversión.
—Hice cuatro pases de touchdown con los Ohio State en la final de la copa universitaria, Rose Bowl.
—Supongo que harías revolotear el corazón de las princesitas de la universidad.
A Castora le gustaba burlarse de él, pero lo hacía tan abiertamente que no resultaba maliciosa.
Algo extraño.
Se terminó el café de golpe.
—Con tanto movimiento, seguir las clases en el colegio debió de ser todo un reto.
—Cuando eres siempre la recién llegada, acabas desarrollando ciertas habilidades.
—No lo dudo. —Empezaba a darse cuenta dónde se había originado esa actitud antagónica—. ¿Fuiste a la universidad?
—A una pequeña universidad de arte. Tenía una beca, pero lo dejé al segundo año. Bueno, es el lugar donde más tiempo he estado.
—¿Por qué te marchaste?
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Juego de Seducción.
RomanceSrta. Bailey... Usted estará en mi cama... Por siempre. -Sr. Bieber... ¿ y si usted cae en la mía y se enamora primero? -Do you love me? -Yes... -Game Over.