En una casa sin puertas, se oyó cerrar una de golpe.
Blue abrió poco a poco los ojos, recreándose en un delicioso sueño erótico.
Pálidos rayos de luz entraban en la habitación, y ella cerró los ojos de nuevo intentando recordar la sensación de unos dedos cerrándose sobre sus senos y una mano deslizándose dentro de sus pantalones.
Otra puerta se cerró ruidosamente.
Sintió algo duro contra la cadera.
Abrió los ojos de golpe.
Una voz grave le susurró una obscenidad cerca del oído, una mano que no era suya se ahuecaba su pecho y otra se movía dentro de los vaqueros.
Alarmada, se despertó por completo.
Eso no era un sueño.
—Ya han llegado los carpinteros —se oyó decir a una mujer no demasiado lejos—. Si no queréis tener compañía será mejor que os levantéis.
Blue empujó el brazo de Justin, pero él se tomó su tiempo para apartar las manos de Blue.
—¿Qué hora es?
—Las siete—contestó April.
Blue se bajó bruscamente la camiseta y enterró la cara en la almohada.
Esto no había formado parte de su plan cuando decidió quedarse con él.
—Aún es temprano —protestó él.
—No en una obra —contestó April—. Buenos días,Blue. Hay café y donuts abajo. —
Blur se dio la vuelta y la saludó con desgana.
April le devolvió el gesto con la mano y desapareció.
—Qué mierda —masculló él.
Luego bostezó.
A Blue no le gustó.
Lo mínimo que podía hacer él era mostrar un poco de frustración sexual.
Ella se dio cuenta de que aún se encontraba bajo los efectos del sueño.
—Pervertido. —Salió de la cama.
No podía permitirse perder la cabeza por ese hombre, ni siquiera en sueños.
—Has mentido —dijo él a sus espaldas.
Ella lo miró.
—¿De qué estás hablando?
Las sábanas le cayeron hasta la cintura cuando él se enderezó, y la luz del sol que entraba por las ventanas sin cortinas iluminó sus bíceps y el vello dorado de su pecho.
—Me habías dicho, y cito textualmente, «no tengo tetas». Ya he visto que estabas equivocada.
No se encontraba lo suficientemente despierta para darle una buena respuesta, así que le dirigió una mirada asesina y se dirigió hacia el cuarto de baño, donde abrió los dos grifos para darse privacidad.
Cuando salió lo encontró de pie delante de una maleta cara que él había colocado sobre la cama.
Sólo vestía un par de boxers azul marino.
Tropezó, y se maldijo en silencio, luego fingió que lo había hecho a propósito.
—Por el amor de Dios, avísame la próxima vez. Creo que me va a dar un ataque al corazón.
Él la miró por encima del hombro, con la barba crecida y el pelo alborotado.
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Juego de Seducción.
Roman d'amourSrta. Bailey... Usted estará en mi cama... Por siempre. -Sr. Bieber... ¿ y si usted cae en la mía y se enamora primero? -Do you love me? -Yes... -Game Over.