Capitulo 68.

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April y Justin llegaron a la vez para rescatarla. April traía el carnet de conducir de Blue y aclaró que el Saab era suyo. Justin pagó la fianza de Blue y cuando salió de la cárcel, comenzó a increparla:

—Te dejo sola un par de horas, y ¿qué haces? ¡Acabar en la cárcel! Me siento como si estuviera viviendo un episodio de I love Lucy.

—¡Me tendieron una trampa! —Blue dio con el hombro contra la puerta del Vanquish cuando Justin tomó un curva demasiado rápido.

Estaba tan enfadada que quería golpear algo, empezando con él por no estar tan indignado como ella—. ¿Cuándo has oído que hayan metido a alguien en la cárcel por conducir sin llevar el carnet? En especial cuando se tiene un carnet en regla.

—Que no llevabas encima.

—Pero que podría haber presentado si me hubieran dado la oportunidad.

La policía no había cuestionado la declaración de Blue de que Riley era un familiar que visitaba la granja, y mientras Blue se cocía a fuego lento en la celda, Riley se había tomado una Coca-Cola al tiempo que miraba a Jerry Springer en la tele de la sala de espera.

Aun así, había sido una experiencia terrible para alguien de once años, y April la había llevado de regreso a la granja tan pronto como la policía le devolvió las llaves del Saab.

—Todo este asunto ha sido una farsa. —

Desde el asiento del acompañante Blue fulminó con la mirada a Justin, cuyos ojos mieles estaban más oscuros de lo usual.

Tomaron otra curva.

—No llevabas carnet, y conducías un coche con matrícula de otro estado que no estaba registrado a tu nombre. ¿Cómo puede ser eso una trampa?

—Por Dios, todas esas revistas de moda te han debido de reblandecer el cerebro. Piensa un poco. Diez minutos después de haber plantado a Nita Garrison, la policía me detiene con la pobre excusa de que iban a comprobar los cinturones de seguridad. ¿Cómo te lo explicas?

Él respondió a su cólera con condescendencia.

—¿Estás insinuando que esa viejecita con la que te has peleado obligó a la policía a arrestarte?

—Ni siquiera la conoces —apuntó ella-—. Nita Garrison es una persona muy mezquina, y tiene a todo el pueblo metido en el bolsillo.

—Eres un desastre. Desde que te recogí en aquella...

—Deja de hacerte el santurrón. Eres jugador profesional de fútbol americano. Seguro que has pisado la cárcel alguna vez.

Él se revolvió.

—Jamás he estado en prisión.

—Lo dudo. La NFL no deja que ningún jugador ponga los pies en el campo a no ser que lo hayan arrestado por lo menos dos veces por asalto y agresión... o le haya dado una buena paliza a su novia o esposa.

—No tiene gracia.

Y probablemente no la tenía, pero ella se sentía mucho mejor.

—Empieza desde el principio —dijo él—, y cuéntame exactamente lo que pasó con esa ancianita.

Blue le describió el encuentro con todo lujo de detalles.

Cuando terminó, él guardó silencio unos momentos antes de hablar.

—No niego que Nita Garrison se ha pasado de la raya, pero ¿no crees que podías haber sido algo más comedida?

Blue se enfureció una vez más.

—No. A Riley no la defiende nadie. Nadie. Era el momento de cambiar esa situación.

Esperaba que él le dijera que tenía razón, pero lo único que hizo fue cambiar de tema y contarle la historia del pueblo.

Juego de Seducción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora