Rehab. -Machine Gun Kelly.

36. Siempre malogrando momentos.

Machine Gun Kelly.

Miércoles, 25 de Octubre. 9:46am.

Una de las mejores giras en mi vida ha finalizado.
Llena de energía, adrenalina, gritos, saltos y miles de voces. Estoy realmente agradecido con lo que hemos conseguido hasta ahora. Agradecido con cada una de las personas que asistieron y también con las que simplemente desearon ir. Porque puede que ellas asistan a mi siguiente gira.
El resultado fue asombroso la mayoría de las arenas se llenaban prácticamente. Había hasta niños de diez u once años cantando entre el publico. Y bueno las chicas realmente se veían bien. En otro momento de mi vida hubiese aceptado algunos regalos de su parte, pero ahora tengo a alguien y no me puedo dar el lujo de perderla; no importa cuan enojona y berrinchuda sea, me encanta y siempre intento que estemos bien.

Hoy iré a casa. Nunca había extrañado tanto Cleveland. Puede que sea porque ahora hay dos personas muy importantes ahí, o puede que simplemente necesite ver a mi gente.

—¿Ya hablaste con Jade?

—No. Desde su sábado.

—¿Y están bien?

—No como quisiera. Ella ha estado algo extraña. Quizás la universidad la tiene estresada o qué sé yo. Sólo espero no estar peleando ahora que regrese.

—¿Y el chino?

—Anda con su hermana.

—Que raro. Su hermana. —dice JP metiéndose en la conversación.

—Seamos sinceros Jade está más buena y bonita que Megan, Kells sigue con el mejor premio. —dice Dub.

—Bueno eso sí. —dice JP.

—Que idiotas son. —dice Slim.

—¿Acabas de decir que mi novia esta buena? Y además le dijiste premio.

—Metafóricamente hablando.

Casi doce horas de vuelo para llegar al fin a Ohio. Fue como tener una fiesta en el aire, beber, reír, gritar, cantar y bailar. Nada mal para un viaje.

Ya en Cleveland nos llevaron a todos a cada una de nuestras casas, aproveché para saludar a sus familias, hablar un poco con ellos y agradecer por prestarme a los chicos.

Al final me llevaron a mi. Llegué directo a mi casa, descansaría un poco, tomaría una ducha y luego iría a ver a mi hija y por supuesto a Jade. O quizás vaya mañana temprano, es tarde ahora.

—¿Quieres que te ayude a meter tus cosas?

—No, no. Yo lo hago. Nos vemos, saludame a tu familia y gracias hermano. —le digo a Mark. El chofer que nos llevó a cada casa.

—Nos vemos.

Tomo mis tres maletas y camino a la puerta. Está sin llave.

—Mierda. —digo preocupado. Puede que a Jade se le haya olvidado cerrar con llave la ultima vez su estuvo aquí.
El problema es que puede que lleve semanas así. Y eso es malo, porque puede que se hayan robado muchas cosas.

Entro a la casa con algo de miedo. Todo esta igual, una que otra cosa acomodada diferente. Está limpio.
Dejo las cosas en la sala y camino subiendo las escaleras pero me detengo al oír ruido en la cocina.

—¿Quién es? —dice aquella voz. Camino de regreso. Jade se encuentra con una bata de seda color guinda, su cabello suelto y sin maquillaje. Al verme se queda inmóvil.

—Soy yo. —digo serio. Trataré de que se disculpe por lo de el sábado. —¿Qué haces aquí?

—Yo... —mira a sus lados. Esta nerviosa. — Vine a limpiar.