Nuestra Frágil Luna

Fuego y jengibre

Siento la fría tierra del bosque bajo mis pies y las ramas de los árboles chocar contra mi cuerpo. Sé que tengo el poder de cambiar, solo que no tengo idea como hacerlo.

Cada luna llena desde mis trece años mis huesos se desfiguran y después de un gran dolor en todo mi cuerpo me convierto en un gran lobo chocolate.

A la mañana siguiente en el recinto, cuando volví­a a la normalidad me azotaban y pegaban con un látigo hasta hacerme sangrar, por lo que nunca he­ intentado transformarme por mis propios medios, sabía que tenían una cámara y observaban todos mis movimientos.

Pero ahora soy libre. O lo seré si no dejo que me atrapen. El recinto donde estoy cautiva prende en llamas haciendo que los sistemas de emergencia se activen dejándome ir. Me escabullo­ con cuidado por lo que supongo es el patio trasero y corro hacia los árboles.

Cambia, cambia, cambia, por favor. Cierro mis ojos con fuerza, no sé cómo funciona, ¿será solo en luna llena? me imagino con cuatro patas y pelo corriendo por el bosque. Un calor  inunda mi cuerpo y siento el dolor en mis huesos, Por favor.

Lo logro, ahora son mis patas, no mis pies los que tocan el suelo y puedo sentir todo el bosque a mi alrededor. Todo es una nueva sensación. Puedo oler, escuchar, y ver todo con perfecta claridad, aunque la noche oscura ciña el cielo. Sé cuántos me persiguen y no me cuesta perderlos de vista.

Aunque mi cuerpo se encuentra débil por la mísera comida que me daban. Siento mi lobo fuerte, como si pudiera correr horas sin dormir. Y así­ lo hago hasta que un delicioso y abrumador olor a jengibre y leña recién cortada atrapa mis sentidos.

Del otro lado del bosque veo aparecer un lobo oscuro, tres veces más grande que yo, y el culpable de aquel maravilloso aroma. No atino a nada más que correr a toda la velocidad que mis patas lo permiten en dirección contraria. No es mucho porque segundos después siento­ su gran cuerpo sobre mí­, haciéndome caer fuertemente al suelo, duele. Estoy atrapada. Ahora de seguro muero.