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Corro por las escaleras, la puerta de entrada está abierta y Andrew está frente a ella viendo hacia fuera algo perplejo.

-He hecho algo terrible -murmuro. 

-Para que Christian haya salido corriendo así -cierra la puerta -¿Quieres hablar sobre ello? -asiento -Bien, ire por el té. Te llevo la comida a la chimenea.

Andrew deja el plato de lo que parece pollo a la grilla con arroz sobre la mesa de centro y me apresuro al ataque mientras va por la tetera y las tazas. 

-¿Y bien? -pregunta cuando sirve el líquido caliente.

-¿Por qué siempre que tenemos una conversación seria sirven té? Extraño el café Americano -digo algo nerviosa.

-Costumbre, supongo -levanta los hombros -relájate nena. Puedes contarme -se sienta en el mismo sillón posicionándose en frente. 

-Me dijiste una vez que Christian había pasado por algo... fuerte -pienso en la palabra -¿Sabes de qué se trata? -dejo el plato aún con comida de lado y tomo la taza caliente con ambas manos. Imito la posición de Andrew y pongo los pies sobre el sillón.

-Te dije que era cosa de él contarte o no -levanta una ceja.

-Había una mujer embarazada -empiezo -En el suelo con mucha sangre al rededor y... unos hombres incitando a Christian a que siguiera con... no lo sé.

-Aria...

-Por favor, lo necesito saber. No sabes todas las ideas que me han dado vuelta en la cabeza. ¿Christian tenía una pareja? yo...

-Era su hermana -me corta Andrew -Y su madre, y su sobrino pequeño. Además de una parte de la aldea en la que su familia vivía.

Dios mío... me llevo una mano a la boca, sin poder creerlo. Christian tiene sus demonios, ¿Pero matar a su familia?. 

-¿Por qué? -pregunto después de un rato.

-Porque lo mordieron -responde simplemente.

-Pero, no entiendo por qué lo hizo -digo confundida.

-No sé mucho más de la historia yo mismo, Aria. Solo que después de que eso ocurriera desapareció, por años. Hasta que un día regresó como Alfa de todas las manadas de Inglaterra.

Me siento palidecer, ¿Por eso es que a Sam le molesta tanto Christian? ¿Dónde se había ido esos años? ¿Y cómo es que regresó con tanto poder?

-Pensé que esos vampiros no eran malos -comento.

-No lo son, no todos. Para serte honesto no sabía que los Veteres habían participado en la matanza. Pero no son con ellos con los que estamos en guerra.

-Creo que me iré a la cama -bostezo, tengo bastante que pensar -ha sido un día duro.

-Claro nena - me da una sonrisa a medias -Sam debería llegar en la madrugada, por si prefieres dormir en su habitación -asiento.

-¿No es peligroso volver a esas horas?

-Viene acompañado con su beta y un par de guerreros, estará bien. No te preocupes, ve a dormir.

Hace tanto tiempo no duermo sola, que la cama se siente muy grande y fría. El olor a naranja de Sam está impregnado en su almohada y la abrazo, cierro los ojos e intento conciliar el sueño.

Despierto sobresaltada por un ruido sordo en la habitación.

-Soy yo -habla Sam - Lo lamento, no quise despertarte -la luz de su velador está prendida, y se desbotona la camisa. 

-Está bien -digo sentándome -¿Qué tal va todo?

-Como es de esperar -se sienta a los pies de la cama para sacarse los zapatos -Andrew me dijo lo que sucedió.

-¿Sobre lo de temprano o sobre Christian?

-Ambos.

-¿Y estás triste por que no podremos tener sexo oral, o estás feliz por que me enteré de lo de Christian? 

-Bueno -dice acercándose a mí -Sobre lo segundo, Christian es un asesino, egocéntrico, y estoy luchando por convivir con él todo los días.

-Se siente realmente despreciable por lo que hizo -lo defiendo, recordando el terrible sentimiento de culpa del inglés. 

-Eso no quita lo que lo haya hecho-estamos tan cerca que puedo sentir su respiración.

-Y sobre lo primero. Estoy bastante seguro que podemos arreglárnosla con el sexo oral -me roba un beso.

-¿Cómo? -inquiero interesada y me muevo inquieta ante la insinuación. 

-Te dejaré manejar la situación -dice -ven -mueve las sabanas.

Y tiene toda mi atención. La camisa sin abrochar deja a la vista todos aquellos músculos que por poco me hacen babear y sus sonrisa tan natural, de oreja a oreja me derrite.

Nos besamos sin perder el tiempo. Lenguas juntas, inocentes mordidas. En un segundo está acostado de espaldas a la cama y yo estoy sobre él. Agarro su cabello, y mientras lo beso me refriego sin ninguna cordura contra su cuerpo.

Levanta los brazos para quietarme la polera con la que estaba durmiendo, dejándome solo en bragas. Y lo imito dejando su camisa de lado. Me preocupo de acariciar cada pedazo de su torso y lo siento crecer bajo mí, bajo mis besos hasta su cuello y los concentro en esa marca aún algo fresca. Lo escucho gemir. Me provoca escucharlo gemir.

-Date la vuelta hermosa -subo la cabeza y levanto una ceja, sin saber a qué se refiere -Déjame saborearte -Entiendo lo que quiere hacer y el color sube a mi cara, sin embargo hago lo que dice aprovechando la excitación del momento y me saco las bragas antes de quedar en la posición deseada. 

Sin previo aviso, presiona la lengua contra mi centro, haciéndome gemir de placer. Lo siento dar cortas pasadas con la lengua, y Sam me toma de los muslos para evitar que me mueva de donde me quiere, aún así me estremezco bajo su boca cuando siento que sus dedos acompañan las caricias de su lengua.

Intento concentrarme para poder darle el mismo placer, y lucho para poder liberarlo de sus pantalones, es grande. Me quedo mirándola unos segundos. La toco con el índice pensando en que debo hacer, nunca había tenido el control. Solo la metían hasta mi garganta y yo no me movía. Desecho aquellos pensamientos.

-Te enseñaré -escucho a Sam que despega su boca de mí pero sigue moviendo sus dedos a un ritmo lento pero enloquecedor -Tómala como si fuera una vara, rodéala con tus dedos. Fuerte, pero no tanto -me hace reír y sigo sus instrucciones. La rodeo con los dedos y lo ajusto lo mejor que puedo. La piel que la recubre es suave -Ahora sube y baja con ella, sin quitar la mano de aquella posición.

-¿Así? -pregunto y lo escucho gemir.

-Ahora métetela en la boca. No toda, lo que puedas, con lo que te sientas cómoda. Me podría correr solo con tu mano.

Respiro hondo y me lanzo, al mismo tiempo que él vuelve acariciar con su lengua y succionar aquel lugar que me hace perder la cabeza. Abro la boca y me la meto, aunque solo hasta la mitad. Lo oigo suspirar, y yo ya veo el orgasmo acercarse. Quiero que se sienta igual que yo. Empiezo a subir y bajar la cabeza, sin dejar de acompañar su miembro con mi mano. El también aumenta la intensidad de sus movimientos, y de repente nos encontramos en una guerra de darnos placer.

Yo acabo primero, saco su verga de mi boca y me retuerzo sobre el, intentando buscar más contacto contra mí. Cuando me recupero del orgasmo vuelvo mi atención sobre Sam, que ahora gime más fuerte. Muevo la mano desde la base hasta mi boca, que está ocupándose de la punta. Succiono y vuelve a gemir.

-Mierda... mierda Aria. Estoy a punto -consigue decir -Si no quieres que acabe en tu boca... deberías parar -me encanta que pierda el control.

Sam maldice y pronuncia mi nombre, siento que se sacude en mi boca y me aparto sin dejar de mover mi mano de arriba a bajo. Se corre gritando mi nombre, me salpica al igual que a sus pantalones a medio bajar.

-¿Qué tal...? -pregunta cuando ya he girado para verle la cara, sigue respirando entrecortadamente.

-Me ha gustado -confieso -podríamos hacerlo de nuevo -río y me pego a su pecho.

Nuestra Frágil Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora