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-¿¡Cuál es tú puto problema!? - escucho gruñir a Sam y una silla arrastrándose en el pido de madera.

-Déjala sola un rato, ¿Qué tiene de malo? -replica Christian.

-¡Que la última vez que la dejé sola casi se arranca la piel! -grita Andrew.

Me tiro a la cama mirando el techo, un par de segundos después siento el aroma del irlandés hacerse más fuerte.

-Estoy bien -susurro tocándome la cabeza con las manos -Es solo... bastante para digerir ¿Sabes?

-Lo lamento Aria.

-Ya había terminado de comer de todas formas. Iré a darme una ducha.

-Pondré el agua para darte un baño, descuida.

Claro, ahora no me dejaría sola ni siquiera en la ducha. Pensar que soy el blanco principal en la guerra me aterra. ¿No me pueden dejar dentro de una caja fuerte o algo así?
No sé luchar, ni siquiera tengo las fuerzas suficientes para caminar sin cansarme. Cinco años en una celda me costaron más de la cuenta.

-¿Está todo bien? -pregunta Sam entrando a la habitación sacándome de mis pensamientos.

-Sam -interrumpe Andrew algo alterado saliendo del baño antes de dejarme contestar -Ha ocurrido un ataque en las colinas. Necesito que te quedes con Aria. Después del baño duerman en tú habitación. No quiero que se quede sola -se acerca a mí y me besa la frente para luego susurrarme al oído -Cuídate ¿Quieres? Haz lo que Sam diga, Te echaré de menos.

No quiero quedarme aquí sin él. No se puede ir. Está conmigo, no es seguro.

-No te vayas, no me dejes -tomo su polera deteniéndolo.

-Hermosa, enserio me tengo que ir -Sam se pone atrás mío tocándome el hombro en un intento por contenerme.

-¡No! -grito, mi respiración se agita y sujeto el brazo de Andrew -¡Por favor no me dejes sola!

-¿Qué sucede aquí? -Christian se apoya en el marco de la puerta y le gruño con tanta rabia que creo que mis colmillos se extienden y mis ojos se ponen amarillos.

-¡Aria! -Andrew me sacude. Mis rodillas de un momento a otro estan débiles y caigo al piso, Andrew se agacha para quedar a mi altura y me limpia un par de lagrimas con su pulgar. -Aria escúchame, la manada está en peligro. Si sigo faltando a cosas así será sospechoso, y ya que estás con nosotros tres, queremos que la menor cantidad de personas sepan sobre ti. Lo lamento.

-Vete, nosotros nos encargamos -habla Sam. Andrew mira amenazadoramente a Christian y se marcha.

-¡Los llamaré! -Grita antes de cerrar de un golpe la puerta de entrada.

-Aria... -llama Sam.

-¡Déjame! - abrazo mis rodillas en busca de protección. Noto mi corazón latir, apreto los dientes y cierro mis manos fuertemente hasta que me provocan dolor. Andrew me salvó, quiero a Andrew. No estoy segura sin él, el inglés me aterra.

-¡Ya basta! - me grita Christian, poniéndome aún mas nerviosa.

-Está teniendo una crisis de pánico idiota, no la estás ayudando. Vamos hermosa, Sam intenta separarme los brazos. Lo empujo y golpeo para que me deje, aunque en mi estado no lo muevo ni un centímetro.

En dos segundos siento que estoy en el aire, Christian saca mis zapatos y el poleron tan rápido que no alcanzo a reaccionar cuando me tira a la bañera con agua caliente.

-¡Imbécil! -lloro.

Sonrie. Mi miedo ahora es enojo, y no se demora a transformarse en rabia.

-Relájate ¿Quieres? -muestra preocupación - Aria, Aria mírame. Respira conmigo vamos, inhala..., muy bien ahora exhala... - hago el ejercicio con él y después de un par de repeticiones no me siento tan mal. Mi lobo no amenaza con salir y degollar su garganta. -¿Mejor? -asiento.

-Yo me ocupo ahora -gruñe Sam arremangando las mangas de su suéter -Christian asiente y sale del baño.

-Ahora, si no te importa. Quitaremos esos pantalones. Es estúpido que estés en la bañera con ellos -no le hago caso y me quedo mirando a la nada mientras el sumerge sus brazos al agua sacándome la prenda de ropa con el cuidado suficiente para no tocar la ropa interior.

Sé lo que está pensando, ver mi cuerpo sin ropa es despreciable, me veo demacrada, estoy demacrada.

-¿Está bien que te bañe? -pregunta.

-Piernas y brazos. No atrás de mis muslos por favor. -susurro dejando que me enjabone el cuerpo, cerrando los ojos.

Nuestra Frágil Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora