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-¿Cómo estuvo el entrenamiento? -pregunta Christian

-Mal -miro enojada a Sam -Fui bombardeada con pelotas, no logré mover ninguna. Y Sam me prometió un premio que no podré cobrar.

-Creí estabas mejorado -Cristian frunce el seño y me entrega un tazón de chocolate caliente. Puede que él sea el mejor cocinero, pero no supera la cocoa de Andrew.

-¡Lo estoy! -subo el tono de voz -puedo poner a alguien de rodillas así -chasqueo los dedos mirando a Sam, que de estar sentado cómodamente en el sillón, pasa a estar de rodillas en el suelo.

-¡Hey! -se queja el pelirrojo poniéndose de pie.

-Claro... -pienso -Tal vez no pueda mover objetos inanimados -ambos me miran -Sería genial ser como en Harry Potter. Pero tal vez solo pueda utilizar imperio -digo recordando los hechizos imperdonables de la película que vi la semana pasada.

-Puede que tengas razón -asiente Christian -Vamos, prueba algo más.  No conmigo, tengo té caliente en las manos -muestra su taza y Sam le gruñe.

-Bien -pongo los ojos en Sam -Si tú te lanzas, y logro sacarte de mi camino ¿Aún tendré mi premio? -sonrío.

-Depende que tan bien lo hagas.

-¿Cuál es el premio? -Christian nos mira interesado.

-La follaré sobre el balón de pilates -enrojezco con las palabras de Sam -Fue un muy buen incentivo, en serio lo intentó -ríe.

-Me imagino -el inglés levanta una caja -¿No quedaste lo suficientemente saciada ayer por la noche? 

-Si quisiera tener sexo contigo, ahora mismo ¿Te negarías? 

-En absoluto -sus pupilas se dilatan -Podría estar haciéndote el amor todo el día, todos los días.

Los tres nos miramos con cara de deseo. Uno fuerte y uno dulce, suena como el mismo cielo.

-Algo sucede -me paro rápidamente dejando la taza a un lado. Abro la puerta cuando Andrew está caminando hacia el porche y siento a Sam y Christian pegados a mi espalda.

-Necesitamos refuerzos -dice una vez adentro golpeando la pared. Su cara está desfigurada y cuando pone su mirada en mí parece relajarse. 

-¿Cuántos? -pregunta Sam.

-Unos 50 -lo miro preocupada -Al sur, no logramos acabar con todos, algunos lograron escapar. Necesitamos hallar un lugar seguro, bajo tierra o algo así. 

Todos piensan a mil por hora, y en un segundo se dispersan y quedo sola en medio del lugar.

Mi loba está un tanto ansiosa, por lo que decido dejarla correr en el jardín trasero, que es lo suficientemente grande para que las rejas que lo cierran no se vean.

Comienzo a desvestirme frente a la ventana corredera y Christian me interrumpe.

-¿Crees que lo puedas dejar para otro momento? Nos vamos de aquí.

-¿Qué?

-Tú y yo, nos vamos a territorio humano. Al medio de Londres en el lugar más poblado que encuentre.

-¿De qué hablas? 

-¡Joder, Aria! ¡Solo haz lo que digo! Ve a buscar una mochila. Te espero en la puerta en siete minutos.

-¡Estoy destinada a luchar! -me defiendo -¡A estar aquí con ustedes!.

-Te cargaré al auto si es necesario, y luego no tendrás nada para ponerte.

-Preciosa... -aparece Sam por las escaleras con su botiquín -Por favor, ve.

-¡No! ¡Yo me quedo aquí! ¡Con mi manada, con mis compañeros!

-Bien, es suficiente -Christian se me acerca -tenemos cosas importantes que hacer y tú te vienes conmigo.

Antes de que me pueda agarrar muevo el brazo y lo tiro lejos, tal vez un poco más fuerte de lo que pretendo. Choca con la muralla de piedras y gruñe. 

-¡Puedo serles de ayuda! -le digo a Sam.

La puerta se abre y entra Connor seguido de dos betas más, supongo que de las manadas de Inglaterra y Escocia. Uno de ellos se acerca a Christian e intercambian unas palabras. Mientras Sam a mi lado se ve más preocupado de lo normal.

-Aria, por favor. Te llamaremos cuando todo comience, solo que se han acercado mucho al territorio, queremos evacuar gente. Suponemos que saben que si atacan aquí, todos caen con nosotros.

-Puedo ayudarlos a evacuar...

-¡Por la mierda Aria! -Christian se vuelve a acercar -¡Te sacaré de aquí sana y salva mientras pueda! Ya escuchaste a Sam, tenemos un plan de evacuación. Ahora ve por tus cosas, te quedan dos minutos.

A regañadientes voy a mi habitación y saco un bolso que nunca he usado del closet. Meto un montón de cosas sin pensar realmente lo que son o qué necesitaré.

-Estoy harta -hablo cuando siento a Andrew detrás -Harta de que no compartan las cosas conmigo, harta que me miren como un objeto que deben proteger... Realmente harta -digo echando algo a la mochila con más fuerza de lo necesario.

-Nena... -toma mi cintura por detrás y me besa la mejilla -Hey...

Suelto el bolso y lo abrazo fuerte, como si quisiera amarrárlo a mí por siempre. Susurra palabras lindas a mi oido y cuando nos separamos me besa dulcemente.

-Ten cuidado -le ordeno.

-Lo tendré -sonríe. Se agacha a recoger el bolso y termina de empacar por mí -Bien, bajemos.

Christian está hablando con Sam y tiene una maleta de mano a su lado.

-Estoy lista -digo.

-Ven aquí -Sam extiende sus brazo. Me pego a él, e intento absorber todo su exquisito aroma.

-Cuídense el uno al otro -murmuro.

-Nos vemos en un par de días preciosa -me besa.

Vuelvo a abrazar a Andrew una última vez. Y se repite la historia de estar escapando con Christian. Aunque ésta vez es de noche, y se encuentra particularmente concentrado en el camino. Intentando adivinar donde se encuentran aquellas criaturas para no cruzarnos con ellas.

Nuestra Frágil Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora