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-¡Por aquí, Luna! -Lizzy me toma de la mano, empujándome hacia fuera. Miro atrás. Hay decenas de madres con niños en brazos corriendo hacia los bosques.

-¡Tenemos que ayudarles! -grito algo desesperada -¡Son niños!.

-Tengo ordenes de mantenerla a usted con vida, Luna.

-Se como mantenerme con vida -gruño.
Una madre tropieza con su bebé en brazos unos 50 metros delante nuestro, corro a ayudarla sin pensarlo dos veces. Un vampiro salta en frente mío. Me paralizo, y Lizzy en un segundo está al lado rompiéndole el cuello. Sus ojos se vuelven blancos, y su piel casi azul queda sin vida.

-¡Si llegas a morir no tendremos ninguna oportunidad! -veo que la mujer ya se ha levantado del suelo y desaparece entre los árboles.

Si llego a morir, tal vez deba morir por la causa.

Mi cabeza es un total desastre, son demasiadas emociones, demasiadas voces. Quiero explotar.

"Aria" ahora es la voz de Andrew la que sobresale "Necesito que me muestres a Sam, para mandar ayuda"

Por la diosa. El pelirrojo está completamente rodeado, y como si del cielo llamara, corro hacia él.

¿Cuántos son? ¿20, 30? Sam ruge y les desgarra el cuello. Está completamente solo en aquel lugar, alejado de la batalla central.

Oigo los gruñidos de los demás, pero los ignoro. Esquivo a los vampiros y lobos malos. Lizzy grita detrás. Pero solo siento el pánico de Sam en el pecho, corto la comunicación de él con mis otros dos compañeros. Mi pánico ya es suficiente distracción.

"Aria no te metas ahí" manda Christian "Detente ahora mismo y ve a esconderte a algún lugar seguro"

Escucho un mierda justo antes de cortar la comunicación con él también.

"Aguanta Sam" no dice nada, y los nervios aumentan. ¿Cómo es que se fue tan lejos?

Las botas no son lo mejor contra el suelo del bosque. Pero me siento más segura en forma humana, nunca intenté utilizar los poderes o lo que fueran con mi lobo. Sin embargo noto a Lizzy cambiar a mi lado, sabe que no puede hacer nada para detenerme, yo doy las ordenes aquí. Es como como funciona el vínculo de manada.

Pero Christian si.

Su mirada es de completo enojo y autoridad. Nunca lo había visto así. Pero las imágenes de Sam, solo, intentando defenderse de 30 criaturas. Hacen que me importe poco como me mire.

Cuando observa mi intención de salir corriendo, me agarra fuerte de la cintura, impidiéndome el paso y arrastrándome con él hacia atrás.

-¡Joder, ve tú! -le grito intentando soltarme -¡Está solo, perdiste todo este tiempo en venir a buscarme cuando pudiste haber estado ayudándolo!

"Preciosa..."

Entonces sucede.

Lo que más temía en el mundo.

En solo cinco segundos estoy a su lado. Lo veo desnudo en la tierra, y me tiro a moverlo.

-¡SAM! ¡MIERDA SAM! ¡DESPIERTA!

Me quiebro, se rompe. Algo dentro de mí ya no está, la conexión ya no existe, mi mente ya no está con la suya. Mi lobo le llora desesperada, y lo sé.

-Sam... -muevo el cabello de su cara, sus ojos están cerrados y sus labios separados -Vamos Sam... -una gran herida cubre desde su corazón hasta su espalda, pero ya no sale sangre de ella.

Se escucha una serie de aullidos en el bosque, todos los que lloran a su alfa caído. Mi Alfa, mío.

Escondo la cabeza en su cuello, y le lloro donde lo hacía cuando me consolaba y no podía dormir, donde lo besaba para provocarle placer, donde lo reclamé.

Preferiría un millón de veces recibir ese dolor físico que alguna vez infligieron en mi cuerpo a esto. Cualquier cosa. Por favor Sam...

-Aria... -Christian me toca el hombro haciéndome reaccionar.

Lo esquivo. Me levanto del suelo donde ahora yacen 30 vampiros muertos, gracias a él y la ayuda de Lizzy. Gruño.

Miro a Christian con una mirada que podría matar.

Hay más acercándose. Saben que si caemos juntos salen victoriosos.

No se van a meter con el cuerpo de Sam.

Como si lo estuviera pidiendo una energía rebosa en mí, además de la que suelo tener. Y lo entiendo, el poder de Alfa de Sam ahora lo detento yo. Y aunque esto me hace sollozar más fuerte, es lo que necesito en el momento.

Le quitaron la vida al amor de mi vida, y los haré pagar con la suya.

Canalizo toda la energía que consigo, la de todos los lobos de manadas que han fallecido luchando, de mi Sam, de la Diosa, yo soy su linaje, su familia.

Y con toda la rabia y la pena que existe en la tierra, levanto lentamente los brazos, y junto con ellos cada cuerpo de cada vampiro y cada licantropo que tiene negro en su corazón, que tiene sed de sangre, que mi manada no permite amarlo.

Escucho sus corazones, todos descordinados y acelerados al no entender lo que les sucede. Cierro los puños cuando no puedo extender más los brazos, y los oigo callar. Ningún bum-bum, ningún latido.

Causan un ruido sordo al caer al suelo. Caigo junto con ellos, y vuelvo al pecho de Sam. Donde me quedo por horas, hasta que Andrew me saca de ahí en brazos.

No he dormido en dos días, no he comido en dos días. La pared que he creado en mi cabeza es tan grande y compleja, que no dejo a mis compañeros pasar.

-¿Estás lista? -pregunta el irlandés. Asiento con la cabeza.

Toda la manada viste de blanco, haciendo que la luz de la gran fogata y la luna se refleje en sus ropas.

Se ponen de rodillas mientras camino al cuerpo de Sam, mi escocés pelirrojo, cuánto te extrañaré. Intento imaginarlo con color en su piel, con su risa en su cara. Siempre sonreía, siempre me subía el ánimo.

-Ya es hora -dice la sacerdotisa que nos unió. Asiento, e intento con todas mis fuerzas memorizar cada facción de su cara, cada pequeña arruga y lunar.

Dos miembros de la manada de Escocia se acercan a la balsa de madera, y juntos la empujan al mar.

Vuelvo a escuchar aullidos. Y cuando la balsa se comienza a alejar, tiran un montón de flechas que brillan en el cielo y la estructura de madera prende en llamas.

"Te amo" le intento decir, aunque ya no está.

Nuestra Frágil Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora