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La noche anterior me ha dejado realmente adolorida, mis piernas se sienten de gelatina, tanto es así que Andrew me carga hasta el baño.

-¿Estás bien? -pregunta dejándome sentada en el borde de la bañera.

-Estoy genial -le sonrío -La he pasado increíble.

-Cuando quieras.

-¿Dónde se fueron los demás? -el agua comienza a subir y Andrew se saca los boxers que se había puesto para ir a hacer el desayuno.

-A dar una vuelta por el territorio.

-¿Hay algún problema?

-No -dice entrando al agua caliente -¿Vienes? -asiento y me uno a él.

Descanso mi espalda contra su pecho y se pone a jugar con mi pelo.
Disfruto la sensación y cierro los ojos soltando un gemido de satisfacción.

-Eres exquisita -susurra en mi oído y siento su aliento en la curva del cuello.

Toma la esponja y se dedica a limpiar delicadamente cada parte de mi cuerpo, estrujándola para que hiciera espuma.

-Abre las piernas nena -habla bajando su voz -Vamos a sacarte la suciedad que ha quedado -dice refiriéndose a los flujos corporales con los que todos contribuimos hace una horas.

-¿Tendremos hijos? -pregunto después de un rato, recordando al bebé que perdí.

-Claro que sí -besa mi mejilla -todos los cachorros que quieras.

-¿Y no será un problema? Ya sabes...

-Hemos hablado del tema... Da igual de quien sea Aria, lo criarémos juntos.

-¿Y no les importará saber quién es el padre?

-Creo que lo descubriremos con el tiempo -ríe -Si tiene un mal carácter definitivamente es de Christian.

-¿No será extraño?

-Toda esta situación es extraña, nena -me besa la coronilla.

-Te quiero -le digo.

-Yo también te quiero, pequeña -y aunque no lo pueda ver, sé que una sonrisa cruza su rostro.

Sam entra a la casa sudando, lleno de tierra y con la respiración agitada.

-¿Qué ha sucedido? -corro hacia él y lo examinó buscando por heridas.

-Vampiros ha sucedido -gruñe.

-Voy -escucho a Andrew bajar las escaleras.

-¿A qué te refieres con que voy? -lo miro incrédula.

-Un cambio de turno hermosa -Sam se acerca a besarme.

-¿Por qué un cambio de turno? -pregunto cuando nos separamos -No estarán hablando en serio, ¡Ésto no ha empezado aún! -grito.

-No, no aún, pero pronto -habla Andrew cuando llega mi lado -Por eso entrenarás más duro, no podemos permitirnos el lujo que uno de los tres esté cuidándote todo el tiempo, aunque diosa que lo desearía.

-Tengo miedo... -me miro los pies.

-Esta bien tenerlo, preciosa -Sam acaricia mi hombro -Pero hay que saber afrontarlo.

-Ten cuidado ¿Quieres? -agarro la chaqueta de mezclilla de Andrew.

-Siempre, llegaré para la cena -toma mi mentón y me da un corto beso, antes de irse al exterior.

-Sabes que te amo -le digo a Sam -pero en serio deberías darte una ducha.

-Me amarías aunque estuviera cubierto en estiércol -ríe -Empieza en el gimnasio sin mí, ya sabes que hacer.

Claro que sé que hacer. Desde las últimas semanas es donde he pasado la mayoría de mi tiempo, todos se dedican a entrenarme en su tiempo libre. Definitivamente Christian es el más duro de ellos. Río al recordar la vez que me hizo llorar, terminó suplicándome que lo perdonará y que no me gritaría así de nuevo en la vida.

Comienzo a trotar lentamente y de a poco aumento la velocidad, hasta que estoy corriendo por todo el perímetro del lugar.

Estoy más fuerte, mis sentidos están más fuertes, mi poder o lo que sea está más fuerte. Pero no sé si lo suficiente para poder enfrentar aquellas criaturas.

-Pensé que tendría el día libre después de la boda - digo a Sam cuando aparece todo sexy con el pelo húmedo y sin polera.

-Ayer fue tu día libre -comenta -Quiero intentar algo nuevo hoy, se me ocurrió mientras peleaba con esos malditos -toma una pelota grande de goma -Comenzaremos con ésta.

La tira hacia mí, y la agarro antes de que caiga.

-¿Qué quieres?

-Bueno, aunque me encantaría hacerte el amor sobre esa pelota -observo la pelota de pilates, y me pregunto cómo podríamos hacer algo en ella.

La imagen mía, abrazando la pelota y Sam penetrándome de rodillas por detrás llega a mi cabeza. Lo miro con la boca abierta.

-Lo haremos otro día -sonríe.

-¡No me puedes dejar así! -exclamo.

-Si puedo. Ahora -me hace una señal para que le devuelva la pelota -Quiero que la tires lejos con tu mente.

Vuele a tirarla y de nuevo la tomo con las manos.

-Nop -se la paso y la dirige a mí -Vamos Aria, tienes que intentarlo.

-¡Lo intento!

-Vamos, si lo logras y después pasamos a algo más pesado. Te pondré sobre el balón, hoy -sonríe.

Bien, ese es un buen incentivo.

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Besos!!!

Nuestra Frágil Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora