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Veo a Christian a través del parabrisas mirar hacia las copas de los arboles. El olor putrefacto se hace cada vez más fuerte y las arcadas no demoran en aparecer.

Frente a Christian aparece un espécimen con la piel blanca casi azul, vistiendo harapos, sus colmillos amarillos, y sus ojos color sangre dan escalofríos. ¿Cómo es que puede existir una criatura así? Se ve sediento, sediento de sangre, de matar. Pero Christian también.

Mi compañero se levanta unos tres metros del suelo, y en un segundo está sobre los hombros del vampiro, pone las manos en su cabeza y suena algo romperse. Christian cae de pie, mientras que el otro se encuentra inconsciente en el suelo.

-Ven aquí Aria -me cuesta desabrochar el cinturón, ya que mis manos no paran de temblar -Te mostrare como se hace -dice cuando me acerco. El olor es aún más terrible y su cara es digna de una película de terror.

-¿No hay más? -pregunto.

-No -responde mirando el cielo -Bien, presta atención -me mira y asiento -da un fuerte golpe en el pecho al vampiro y en un segundo tiene lo que parece un corazón color negro en la mano, me cubro la boca y lo miro asombrada.

-Si no les sacas el corazón y lo quemas -saca un encendedor de su bolsillo -Volverá a la vida en unas horas - acerca la llama al cuerpo y prende como si se tratase de gasolina.
Esto es demasiado, no puedo.

-Necesito volver con Andrew -murmullo y camino al auto.

-¿Por qué? -pregunta Christian, su pregunta hace que me detenga y me gire hacia él. Lo miro por unos segundos, aquel pelo corto, su piel más blanca que una persona normal. Frio y Caliente al mismo tiempo.

-Porque me hace sentir segura -digo mirando el suelo.

-Acabo de matar un chupasangre, así -chasquea los dedos.

-Lo sé.

-¿Por qué te sientes más segura con Andrew que conmigo? -se mueve hacia donde estoy parada quedando en frente, tengo que levantar la cabeza para poder verlo a los ojos.

-Él me salvó -mascullo, sin antes medir mis palabras.

-Le temes.

-Te temo más a ti -lo miro a los ojos.

-No es cierto -afirma. ¿No lo es? quiero un abrazo, y Christian no es de los que da abrazos.

-Vamos de compras -se aleja y se dirige al asiento del volante.

Vuelvo a abrochar el cinturón mientras Christian se limpia la mano ensangrentada con un paño del carro que ha sacado de la guantera.

La tensión que se ha generado es palpable, y cuando al fin llegamos al Tesco, que tiene pinta de ser igual a un Walmart, salgo rápido al exterior, feliz de respirar algo que no sea avellana.

-Toma un carrito de compras -señala hacia el montón de carritos, aunque ya lleva uno.

-¿Dos? -pregunto levantando las cejas.

-Somos tres Alfas, que entrenan diariamente, y no hay nada de comida en aquella casa -tú casa, le quiero decir, pero me abstengo.

Saco cosas de las estanterías por mera curiosidad y las voy tirando al carrito, cuando llegamos a la caja pienso que tuvimos que haber sacado un tercero.

-Tuvimos que haber venido en el carro de Andrew -comento, por la cantidad de bolsas que llevamos.

-En los asientos traseros entrarán -dice y le paga a la cajera, que le entrega su nuevo teléfono en una bolsa distinta.

-¿Volvemos a casa? -pregunto.

-¿Para que puedas llegar a abrazar a Andrew, porque yo no lo hago? -pregunta.

Lo miro fijamente antes de que parta el auto.

-Ese día en el bosque cuando corrimos juntos, cuando bebí de tú sangre... Sabías que me tenías que meter en la bañera por que me sentía sucia. Abrazar a Andrew. ¡POR LA DIOSA, CHRISTIAN SAL DE MI CABEZA AHORA!

-Aria... -lágrimas de impotencia amenazan con salir de mis ojos. ¿Desde hace cuanto tiempo que sabe lo que pienso? Maldito sinvergüenza, deseo patearlo justo donde más le duele.

-¡TÚ MÁS QUE NADIE DEBERÍA SABER! -me lamento.

-Vamos a casa...-comienza a conducir.

-Idiota -gruño.

-No me trates de idiota Aria, tenía mis razones para...

-¡Es mi cabeza! ¡Mantengo privado, lo que quiera mantener en privado! Es mi derecho. El de todas las personas.

-¡Quería que te sintieras mejor!

-¿Metiéndote en mis pensamientos todo momento? ¡Tú mismo me enseñaste el truco del laberinto! ¡Pensé que lo entendías!

-Lo entiendo.

-Pues enséñame -demando.

-¿Qué?

-Tus pensamientos. Enséñame tus pensamientos si en verdad me entiendes.

Nuestra Frágil Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora