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Andrew:

Siento su dolor en el pecho cuando dice esas palabras. Sé que muchas cosas estan pasando por su cabeza ahora mismo, sé también que apenas lleva un día aquí y lo que su lobo siente por mí la confunde de sobremanera. Aún no acaba de aceptar su nuevo mundo de licántropos y ya tiene un compañero que de alguna forma le está exigiendo cosas, además lo del aborto.

-Aria, mírame- tomo su mentón y hago que esos ojos cristalinos se conecten con los míos. - No te estoy pidiendo nada, la atracción que sientes hacia mí es completamente normal, eres mi compañera de vida y naturalmente querrás estar conmigo de todas las maneras posibles, como yo también quiero estar contigo nena.

-Me duele Andrew, me duele querer esto - lloriquea y se abraza -No puedo.

-Mi luna - acaricio su brazo y vuelve a mirarme -No tiene por que ser así

-Tú no lo entiendes.

-Déjame entenderlo.

Una egoísta y descabellada idea cruza mi cabeza. Si la muerdo, podría sentir mas profundamente lo que ella siente y saber lo que está pensando, así la entendería, la protegería.
No, no puedo hacerle eso, sé que no es su deseo y sería aprovecharme de la situación.

-No puedes.

-Claro que si Aria, dale tiempo.

-¿No me harás daño?

-Nunca, y si alguien se acerca a ti con esa intención lo mataré.

Sus ojos cristalinos quieren decir miles de cosas, pero se que Aria se las quedará para si misma, mi pequeña no confía en nadie.

El resto del día lo paso trabajando con Aria a mi lado mientras ve televisión, o a mí, o a la nada. Cuando empieza a oscurecer me levanto a preparar la cena, estoy dejando un montón de cosas de lado por Aria, dejé a Connor a cargo de lo urgente. Pero sé que pronto tendré que empezar a mi ritmo habitual y Aria tendrá que acostumbrarse a los deberes de Luna en la manada. Pueden ser un poco testarudos y si se enteran que encontré a mi compañera y que aún no se ha presentado para sus tareas, será un problema.

-¡Aria ven a comer! - la llamo mientras sirvo la hamburguesa y el arroz en su plato.

...

-¿Dormiremos juntos? -pregunta viéndome meterme a la cama junto a ella.

-Al igual que cuando llegaste - le sonrío y enrojece, no se había dado cuenta de mi presencia aquella noche.

Apago la luz y al rato la respiración de Aria se tranquiliza, no me demoro mucho en seguirla al profundo sueño.

Me despierto asustado con un dolor en mi cuello y un bulto entre mis pantalones.

Aria está sobre mí mordíendome, marcándome. Otra oleada de placer viaja desde donde Aria tiene su boca hasta mi entrepierna, y la dejo hacer, aunque esto sólo empeorará las cosas, especialmente para ella.

Aria está en un trance, ya que sin vergüenza alguna se mueve descaradamente sobre mi creciente erección. Toma con fuerza mi cabello mientras se separa. Sus ojos son de un amarillo intenso y su lobo grita mi nombre.
Presencio una lucha dentro de su cabeza hasta que sus ojos azules vuelven a salir.

-Mierda - murmulla llena de lágrimas en los ojos y se recuesta sobre mi pecho mientras sus lamentos solo van en aumento.

-Aria - susurro mientras acaricio su cabello intentando calmarla.

-Necesito salir de aquí - sin darme tiempo de reaccionar se levanta y sale corriendo por la puerta.

Mierda.

Nuestra Frágil Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora