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-¿Es que nadie puede lavar en ésta casa? -pregunta Christian enojado tirando un plato al lavavajillas.

-Tu podrías -sugiere Sam levantando los hombros, río -Tuve que cancelar a los encargados de limpieza que venían ayer, por obvias razones.

La casa está helada y Christian no exagera con el desorden.

-¿Sabes algo de Andrew? -el Ingles ignora a Sam y me mira desde la cocina americana.

-Si -digo recordando la conversación -Se le hizo tarde, uno de los Alfas de la zona lo invitó a discutir unas cosas y se quedó en la casa de la manada .Ya viene en camino. Pensé que había hablado contigo -lo miro levantando una ceja.

-Perdí mi teléfono en el altercado de ayer -dice. Abre la puerta de la nevera solo para cerrarla más fuerte de lo que la puerta merece.

-Los puedo dejar hablar por mi cabeza -señalo -creo que puedo hacerlo.

-Si puedes -afirma -pero no eres un teléfono Aria, además hay temas delicados... 

-Tengo una reunión en Escocia hoy -interrumpe Sam, que me trae cereales con leche al sillón, le sonrío.

-¿No hay nada más que leche con cereales? -Christian hace sonar la caja de Cheerios que el pelirrojo acababa de dejar sobre la encimera.

-¿Por qué no te dejas de quejar y vas al supermercado? -gruñe Sam que se sienta a mi lado.

-Porque normalmente alguien más se ocupa de las compras.

-Bueno, aquí no hay alguien más -responde Sam.

-¡Dios, paren! -exclamo -Christian, si te vas a comprar un nuevo teléfono podrías pasar al supermercado. Y ¿Puedo ir contigo a Escocia? -pregunto a Sam.

-No -gruñe el Ingles -Nuestras tierras están demasiado peligrosas, mejor mantenerse en suelo humano. 

-Tiene razón esta vez hermosa -estoy formulando mi defensa, cuando noto la presencia de Andrew fuera.

-¡Heey! -corro a abrir la puerta, dejando los cereales a un lado. 

-¿Qué tal nenaaa? -me abraza.

-Bien -le sonrío.

-Vamos dentro -dice empujándome con su cuerpo pegado al mío -hace frío.

-Dentro igual hace frio -río.

-¿Por qué nadie ha encendido el fuego? -pregunta Andrew mirando a mis otros compañeros. Christian va a explotar de rabia.

-Puedo traer a los que cuidaban mi casa, todo los días -dice con los dientes apretados -Odio el desorden y mis trajes sin planchar.

-Es una buena idea -concuerda Andrew -Además estaremos teniendo mayor movimiento con los betas y un par de Alfas las semanas que vienen -me da un corto beso en la mejilla y se dirige a la cocina -¿A qué hora partes a Escocia? -se dirige a Sam.

-Ahora -dice levantándose -Estaba esperando a que llegaras.

-Bien, avisa cuando llegues -chocan las palmas y se abrazan de una forma fraternal, como si hubiesen practicado aquel saludo -Saludos a Marie Ann.

-De tú parte -contesta -Nos vemos hermosa -camina hacia mí y me besa el pelo.

-Adios -con el pulgar toca su marca haciéndome estremecer, saca su chaqueta del colgador, toma las llaves del 4x4 y con un último vistazo sale al frío. 

-¿Hay algo que comer? estoy hambriento -Andrew abre un gabinete. Me encanta cuando viste jeans negros y esa chaqueta de cuero.

-Ire de compras hoy -murmura Christian que se ha hecho un café.

-Genial -exclama Andrew sirviéndose un vaso de leche.

-¿Pasó algo interesante ayer? -le pregunta Christian algo cabreado. 

- El Alfa de Killarney atrapó a un sinmanada, siguió el procedimiento acordado, pero aún así, no habló.

-Malditos -gruñe.

-Todas las manadas del sudoeste ya comenzaron con el nuevo plan de entrenamiento -Andrew comenta contento -Va bien, pero lo ideal sería juntar un par de tus vampiros para que puedan entrenar mejor, más parecido a lo que será realmente.

-Sabes que no tengo ningún contacto con ellos -dice Christian -Me odian, soy una abominación a la raza. 

-Lo sé. La última vez que uno de ellos accedió a hablarnos dijeron que estaban muy dispersos por el mundo para venir a ayudar -habla y se lleva el vaso con leche a la boca.

-Además, solo quedan unos cientos, no se sacrificaran por nosotros -añade el Inglés.

-¿Y los brujos? -pregunto.

-Dijeron que nos ayudarían con magia de protección, pero no participarán en batalla -responde el irlandés mirándome.

-Pura mierda -Christian pone los ojos en blanco -¿Quieres acompañarme a las compras Aria?

-¿Puedo? -lo miro, luego a Andrew.

-Si no, no te preguntaría -dice como si fuera estúpida.

-Ve -ordena Andrew -Te hará bien despejarte, además vendrá Connor, tengo trabajo que hacer.

Quería pasar el día con él, pero al parecer mis planes han cambiado. Asiento y voy a mi habitación a ponerme algo más presentable para salir. 

-¡¿Aria estás lista?! -grita Christian desde abajo. No entiendo la necesidad de gritar si puede hablarme dentro de la cabeza.

"Un minuto"  termino de subir el cierre de las botas.

Christian se encuentra de pie en la entrada listo para salir y corro en dirección contraria para despedirme de Andrew, lo beso a velocidad relámpago para volver al inglés, que sostiene mi abrigo en sus manos.

-Gracias -murmullo, y meto mis brazos en el abrigo, me apresuro con los botones y Christian pone una bufanda alrededor de mi cuello.

-No puedo esperar a que se vaya el invierno -comento abrochando el cinturón de seguridad.

-Es mi estación preferida, detesto el calor -acelera por el camino de tierra.

-¿Por tu mitad vampiro? -río.

-Supongo, los Veteres no pueden salir al sol. La única razón  por la que puedo es por el licántropo - de la nada Christian se pone en posición de alerta y detiene el auto en seco, el cinturón me tira hacia atrás. Lo miro asustada.

-Quédate en el auto -ordena.

Un olor rancio llega a mí, y recuerdo a Christian mencionar el mal olor de aquellas criaturas.

Nuestra Frágil Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora